El Mundial de Inglaterra, en 1966 fue quizá el torneo más emocio. nante y dramático que haya cono. cido la historia del fútbol internacional. Tuvo de todo, empezando por un «tercer gol» que nunca llegó a esclarecerse; la derrota de un famoso Goliat ante un desconocido David, y un referee que al finalizar un partido pi. dió escolta policial.
De uno de esos tres episodios – el último – le tocó ser protagonista a la Argentina. En agosto de 1965, a través de cuatro partidos, dos contra Paraguay y los dos restantes contra Bolivia, la Argentina logró clasificarse. A Bolivia la derrotó en las dos oportunidades en que se enfrentaron, mientras que con Paraguay empató en una ocasión, sin tantos, y triunfó en la otra.
Cuando el equipo argentino llegó a Inglaterra llevaba al mismo arquero y a uno de los zagueros que habían jugado en Chile: Roma y Marzolini, quienes junto con Perfumo integraron la extrema defensa del conjunto durante los cuatro partidos que jugaron en el torneo. Tuvieron también una actuación destacada, porque su valla fue vencida en soló dos oportunidades.
El resto del equipo se mantuvo igualmente casi sin cambios. con Ferreiro, Rattín y Albrecht (contra Suiza jugó Calics) en la línea media y Solari, González, Artime, Onega y Mas en el ataque. En esta oportunidad, Argentina
consiguió llegar a los cuartos de final, después de una actuación bastante buena en la rueda previa, donde empezó derrotando a España por 2a1, con goles logrados por Artime. Enseguida le tocó enfrentar nada menos que a Alemania, encuentro que salvó con un empate sin goles, para imponerse finalmente a Suiza por 2a0, con tantos que obtuvieron Artime y Onega.
Ya en los cuartos de final tuvo como rival a Inglaterra, en un accidentado partido que perdió por 1a0 y que terminó jugando con diez hombres por explusión de Rattín. Este fue uno de los episodios del torneo que más atrajeron la atención pública, dividida en sus Opiniones ante los hechos que derivaron en la explusión del capitán del equipo argentino.
El partido lo dirigió el árbitro alemán Kreitlein y transcurrió a través de alternativas bastante duras, hasta que Kreitlein decidió la expulsión de Rattín por sus contínuas protestas, según explicó después.
Cuando se retiró del estadio de Wembley pidió protección policial, pero transcurrirían ocho años antes de que los argentinos hicieran las paces con él, en oportunidad del Mundial 74, en Alemania, cuando el seleccionado argentino lo fue a visitar a su casa de Stuttgart.
Todos los campeones mundiales anteriores estuvieron presentes en Inglaterra pero, salvo Alemania, no respondieron al antecedente de
sus títulos, empezando por el propio Brasil, que apenas si llegó a los octavos de final. En cuanto a Italia, soportó una inesperada humillación al ser derrotada por Corea del Norte, un inocente David que se convirtió en la sensación de este Mundial.
Empezó con su victoria sobre Italia por 1a0, para continuar luego empatando en un gol con Chile y terminar finalmente derrotado ante Portugal por 5a3. Pero fue una estrella que no volvió a brillar nunca más.
Otro doble campeón mundial, Uruguay. perdió su oportunidad para clasificarse al jugar contra Alemania. Beckenbauer, Seeler y dos veces Haller fueron los responsables del 4 a 0 que derrotó a los uruguayos, aunque éstos llegaron al final con sólo nueve hombres en la cancha.
El juez Finney había expulsado a dos jugadores por acciones que consideró demasiado bruscas. También la Unión Soviética había perdido un jugador por expulsión durante el partido que le ganó Alemania por 2 a 1. Para entonces, la alegría alemana era extraordinaria, ya que por primera vez desde Suiza el conjunto volvía a convertirse en finalista.
Para el seleccionado alemán, el camino que lo llevaba ahora al estadio de Wembley había sido largo y escabroso, iniciado en la rueda de clasificación contra Suecia y Chipre. Después, ya en Inglaterra, se habían sucedido el triunfo contra Suiza, el empate
con Argentina y la victoria sobre España. Vinieron enseguida los triunfos sobre Uruguay y la Unión Soviética, de manera que sólo quedaba el equipo local, al que había que enfrentar en la gran final.
El partido se jugó en Wembley el 30 de julio de 1966, y allí ocurrió el otro famoso episodio del «tercer gol», o el «gol fantasma», como prefirieron llamarlo otros. Haller abrió el tanteador para los alemanes y empató el inglés Hurst, aumentando Peters para los locales.
Dos minutos antes de finalizar el partido, los alemanes volvieron a igualar por intermedio de Weber y, cuando se jugaba tiempo suplementario, a los 101 minutos, de nuevo Hurst, a toda carrera, tiró violentamente impulsando una pelota que pegó en el travesaño, rebotó en el suelo y salió afuera.
El árbitro Dienst, “suizo, no vio otra cosa que lo – relatado, pero el juez de línea soviético, Tofik Bakhramov, levantó la bandera anaranjada indtcando el gol. Según él, la pelota había picado detrás de la línea del gol y, manteniéndose en esa decisión, hizo variar la del árbitro, que concedió el tercer tanto a los ingleses. Nunca hubo gol más discutido en la historia del fútbol, ese gol que sólo alcanzó a distinguir el ojo de águila de Tofik Bakhramov.
Cuando quedaban únicamente 45 segundos de juego llegó un cuarto gol.