El campeonato de 1917 fue desafortunado para San Lorenzo. Su campaña lo puso en peligro del descenso y sólo pudo evitarse tan duro momento al ganar el último partido del torneo frente a Gimnasia y Esgrima por 2 a 1. Como uno demostración de que su colocación sólo fue producto de la mala suerte, San Lorenzo ese mismo año llegó a disputar la Copa Competencia como finalista. En encuentro disputado en el estadio riverplatense de la dársena lo venció Racing.
La misma angustiosa situación vivieron los dirigentes sanlorencistas en 1918. El equipo perdía partidos tras partidos y el descenso se hacía inevitable, hasta que los señores Bolinche y Corbellini, dirigentes del Club Atlanta, le dieron la clave para pasar el temporal. Les recomendaron a un brillante delantero de Campana: Carlos Botta, el que a su vez trajo al club a otro buen delantero: Alberto Raffin.
El señor Antonio Scaramusso se trasladó a Campana, convenció a ambos jugadores y con su participación, San Lorenzo logró los puntos necesarios como para permanecer en primera división.
Por eso los viejos partidarios del club no podrán olvidar jamás el oportuno consejo de la gente de Atlanta y el valiosísimo aporte de los jugadores de Campana, que nunca reclamaron la más mínimo recompensa, pese a tener que viajar constantemente y realizar los más diversos sacrificios.
La temporada de 1919 fue un poco más feliz. El primer equipo fue reforzado con los jugadores Castillo, Mordal, y Castaño, también de Campana, y consiguió de esa manera ubicarse entre los primeros. Y desde entonces las cosas cambiaron fundamentalmente.
El futuro sonrió a San Lorenzo. Ante las buenas perspectivas que se presentaban se hicieron reformas en el estadio, y desde entonces San Lorenzo fue mejorando su situación, tanto deportiva como económicamente hasta alcanzar el lugar de honor que hoy ocupa entre las instituciones argentinas.