Hay un fondo de nostalgia en las crônicas que recuerdan el noveno Mundial de Fútbol, el de mejor fútbol de los doce que se han disputado, segun algunos. Los comentaristas ,principaimente los europeos, lo tienen por una ocasión inolvidable, espectacular, cumplida en un clima de fiesta. No hubo alii casi incidentes negativos, en el juego ni fuera de él, y el programa se desarrolló con normalidad. Dieciséis años después, las circunstancias externas al deporte han cambiado y,en consecuencia, tambien las condiciones ambientales de la convocatoria. El mismo organizador, México, va a destacar en 1986 veinte mil policías antidisturbios Y fuerzas especiales antiterroristas a la vigilancia del torneo número trece. Desde los hechos sangrientos de las Olimpiadas de Munich y, fundamentalmente, debido a la nueva ola de violencia en los estadios que viene de Europa, el público impresiona a la autoridad como un animal peligroso,
Hubo en 1970 equipos golesdores y partidos de alto tanteo: elpromedio de goles creció de 2,78 a 2,90 y lo hubiera hecho mäs sin la pobreza realizadora de uno de los cuatro grupos con que otra vez dio comienzo la fase final. Brasil fue campeón, con 20 tantos, y el jugador más efectivo del torneo de 1970, Gerd Müller, ha quedado, con 10. tercero en el palmarés general, detrás de Fontaine (13) y Kocsis (11).
Más de un millón de ocalidades iban a venderse en el estadio Azteca a lo largo del Campeonato; 110.000 aficionados y 1,800 corresponsales de la prensa internacional estaban allí en la inauguración, el domingo 31 de mayo. Cientos de millones de personas verían por televisión los partidos, que por primera vez llegaban en directo a los cinco continentes.
México y la URSS terminaron con empate a cero el encuentro de presentación, el primero bajo el uso arbitral de tarjetas, la roja y la amarilla. Las tarjetas habían de tener inmediatamente adopción universal, aunque en el certamen de su estreno sólo se Ilegaría al empleo de la amarilla, de amonestación, sin que hubiera expulsiones. Y, por fin, la FIFA admitía dos cambios por equipo en el transcurso del juego.
La selección mexicana tenía seis hombres de experiencia mundialista y, naturalmente, el público detrás. Cabeza del grupo 1 y radicada en la capital, era su séptima participación en el torneo y la primera en que iba a llegar a los cuartos de final. México triunfó sobre El Salvador, 4-0, y Bélgica, 1-0. Sin embargo, por mayor suma de goles el primer puesto fue para la URSS, que venció 4-1 a los belgas y 2-0 a los salvadoreños. Con tres derrotas, quedar ía último en el grupo El Salvador, que estaba en el Mundial tras eliminar a Haití y pasar en 1969 con Honduras de la confrontación deportiva a un enfrentamiento armado, en la llamada guerra del fútbol.
Fueron 71 los aspirantes a las 16 plazas de la fase final y la mitad de los equipos participantes en el torneo anterior no pudieron clasificarse. Uruguay había ganado la eliminatoria sobre Chile y Ecuador y le correspondió el grupo 2, en la subsede de Toluca y Puebla. Allí quedó segundo, tras Italia, que era campeona de la Eurocopa de Naciones e iba a ser gran animadora del Mundial de 1970. Pero en la liguilla inicial, Italia sólo obtuvo un gol, por ninguno en contra; permaneció dentro de una fortaleza protectora y luego de vencer 1-0 a Suecia no quiso arriesgarse ante el inofensivo Israel, con el que igualó a cero.
Uruguay debutó en el estadio Cuauhtémoc, de Puebla, a las cuatro de la tarde del martes 2 de junio., Derrotó 2-0 a lsrael, con goles de Maneiro y Mujica y, con tres puntos, iba a pasar a la ronda siguiente, Empató 0-0 con Italia, en el encuentro más desalentador del Campeonato, y aventajó a Suecia en el promedio de goles, pese a haber perdido ante ella y sumar solamente dos tantos a favor. Los dos favoritos, Brasil e Inglaterra, se enfrentaban en el grupo 3, de Guadalajara. AIf Ramsey -que muy pronto se ganó la antipatía del público, por su facilidad para desbarrar de palabra- creía tener una selección aún mejor que la de 1966. Faltaban en ella Cohen, Wilson, Stiles y Hunt, pero los sustitutos eran eficaces. En cuanto a los brasileños -que estaban dirigidos por Zagalo, campeón en 1958 y 1962- tenían a Pelé en gran forma y un equipo renovado, de sobresaliente línea media y un juego de ases en el ataque.
75.000 personas acudieron al estadio Jalisco, el domingo 14,con el ánimo de asistir a un acto de justicia, la revancha de las tropelías de 1966. Los ingleses eran los malos de la película y ya habían sido puntualmente abucheados en su presentación, que saldaron con triunfo, 1-0 sobre Rumania. Brasil llegaba de golear a Checoslovaquia, 4-1, y se esperaba que devolviera las cosas a su sitio, vapuleando a Inglaterra.
Y ganó Brasil, con un gol de Jairzinho magistralmente preparado por Tostao y Pelé, que burlaron la entera defensa británica para despejar el camino del puntero. Inglaterra luchó hasta el final y reaizo un excelente partido, mejor que el anterior y también que el siguiente, en el que tuvo dificultades para derrotar a los checos, 1-0 y de penal. Con cuatro puntos, la selección inglesa segu ía a los cuartos de final; detrás de Brasil, que sumaba seis al vencer 3-2 a Rumania.
Alemania Federal y Perú marcaban goles en el grupo 4, destinado a León, y se ganaban el apoyo de los espectadores. La delegacion alemana -y también la italiana- incluía expertos en relaciones públicas y Helmut Schoen demostró más tacto y mejores maneras que el torpe Alf Ramsey. El equipo peruano estaba entrenado por Didí, el creador del fútbol de la selección bicampeona brasileña, y su juego era vistoso e invariablemente de ataque.
Tanto Alemania Federal como Perú tuvieron problemas en la arrancada. Perú logró tres goles en media hora ante Bulgaria, pero la floja actuación del arquero Rubiños permitió a los rivales anotar dos veces. Y Alemania conseguía en su debut el tanto de la victoria cerca de la finalización del partido, tras haber ido en desventaja de un gol frente al modesto Marruecos hasta ya entrado el segundo tiempo. Luego, Perú iba a batir 3-0 a los marroqu íes y la RFA 5-2 a los búlgaros. Ambos conjuntos se midieron el miércoles 10; Perú comenzó con Baylon, para sustituirlo luego por el joven Sotil, de juego más profundo. Las dos selecciones tenían la clasificación cumplida; pero el ganador, que fue Alemania (3-1) permanecía en León, mientras los peruanos hubieron de desplazarse a Guadalajara, para habérselas allí con Brasil.
Cuatro países latinoamericanos, Brasil, México, Perú y Uruguay, y cuatro europeos, Alemania Federal, Inglaterra, Italia y Unión Soviética, alcanzaban los cuartos de finai. Entre ellos, los cinco campeones del Mundo conocidos hasta el momento. De pronto, a! certamen ¡ba a ganar en calidad, emoción y goles. 17 tantos se marcaron en la segunda ronda; un promedio de 4,25 por partido, y predominio del buen espectáculo.
La Unión Soviética -cuyo técnico era por cuarta vez Katchalinesperó a los uruguayos en el estadio A2teca, del Distrito Federal. No estaba ya Lev Yashin en la selección de la URSS y el arco era cubierto por Kavazashvili, que en sus cuatro compromisos del Mundial de México recibió sólo dos goles.
Nacional había aportado ¡la mayor cantidad de titulares a la alineación de Uruguay, pero el astro del equipo era Pedro Rocha, de Peñarol. Rocha, de potente tiro de media distancia y constructor del ataque uruguayo, llegó al mundial convaleciente de una lesión y con su traspaso decidido al San Pablo, de Brasil, Rocha fue derribado por un defensa israelí, en el primer partido de Uruguay, y no iba a volver a jugar. El director técnico, Juan Eduardo Hohberg, tuvo serios problemas para sustituir a Rocha, que cumplía la doble función de cerebro y goleador. Frente a la URSS, Maneiro, Montero Castillo y Cortés fueron destinados al medio juego; y en la delantera se alineó a Fontes y se terminó improvisando un ariete, Víctor Espárrago, que por talante y aptitud era en realidad centrocampista.
Uruguay planteó una táctica inicial de contención, apoyado en su fuerte defensa, la barrera final Ubiña, Ancheta, Matosas y Muiica, y la invariable seguridad del golero Mazurkiewicz. Cuando la ofensiva de los soviéticos empezó a ceder, los uruguayos adelantaron gradualmente líneas para lanzarse al ataque. Pero también la retaguardia rival resistía y los noventa minutos de juego acababan en empate a cero.
La selección de Uruguay ¡ba a lograr el triunfo en el minuto 27 de la prórroga de media hora. Los soviéticos parecían cansados; Ias delegaciones concurrentes habían llegado al torneo con tiempo para aclimatarse a las condiciones de la altura de México. Pero el calor agobiaba a los jugadores, y principalmente a los europeos. Luis CubiI|a se batía en el fondo del campo soviético contra varios defensas y, con la espalda casi sobre el suelo, le arrebató la pelota a uno de ellos en la misma banda del córner. Levantó centro y Espárrago, superando en el salto a sus custodios, marcó de cabeza el único gol del partido. Uruguay entraba en las semifinales, por primera vez desde 1954 y última hasta ahora.
En tanto, Brasil cortaba en Guadalajara la gran campaña de Perú, imponiéndose 4-2 en un brillante espectáculo de fútbol de ofensiva. Los peruanos, que estaban en México después de eliminar a Argentina y Bolivia en la serie clasificatoria, tenían buena técnica y daban la casi exacta réplica a los brasileños. Ambos equipos hacían jogo bonito. Los clubes europeos iban luego a diezmar la selección de Perú, pagando altas sumas especialmente por Teófilo Cubillas y Hugo Sotil.
Lesionado en la primera ronda y de regreso en la alineación brasileña frente a Perú, Gerson fue gran figura del partido BrasiI-Uruguay y el motor que impulsó a su equipo a ganar la Copa. Internacional amateur en las Olimpíadas de Roma, de 1960, Gerson ocupó seis años después el sitio de Didí en la selección mayor, con el número 8 a la espalda. No tenía la elegancia ni el carisma de su predecesor, pero era igualmente eficaz y poseía un gran talento de organizador.
Gerson de Oliveira Nunes, nacido en 1941, en Nitero¡, formaba hacia 1970 en el Botafogo, tras iniciarse en el Flamengo. Defendía y atacaba con idéntica calidad y fue el mejor centrocampista del Mundial de México. En 1971 pasó al Fluminense, donde iba acumplir el resto de su carrera deportiva.
En el arco uruguayo, Ladislao Mazurkiewicz alcanzaba en el noveno Mundial el pleno reconocimiento de su portentosa capacidad. Corpulento, de reflejos certeros, frío y cerebral, sustituyó a Maidana en 1965, a los veinte años de edad, y ya no pudo nadie disputarle el puesto de golero, en su club, Peñarol, ni en la selección.
Titular del equipo juvenil celeste, Mazurkiewicz era en Racing el complejo de Peñarol, que corhpró sul pase’después de ver que sólo podía vencerlo con una acción desleal, como ocurrió en partido por la segunda rueda del Campeónato Uruguayo de 1964. Debutó en su nuevo equipo en las semifinales de la Copa Libertadores del año siguiente y bloqueó con prestancia todas las tentativas del goleador brasileño Coutinho, convirtiéndose en protagonista del triunfo aurinegro sobre el Santos.
Mazurkiewicz –que siempre sostuvo con firmeza su responsabilidad profesional, aún en el desorden de la selección uruguaya del Mundial de Alemaniaganó en 1966 con Peñarol la Libertadores y la Copa Intercontinental; fue tres veces campeón uruguayo y se incorporó en 1972 al Atlético Mineiro, de Brasil. Iba a cerrar su ciclo en el fútbol con una segunda etapa en Peñarol, al que volvió después de jugar también en el Granada, de la Liga española.
Italia tuvo frente a México su primer gol en contra del torneo, pero conducida por Gianni Rivera se impuso claramente, 4-1. En León, Alemania Federal e Inglaterra presentaban once de los jugadores finalistas de 1966. Había miles de hinchas alemanes en las tribunas y el público mexicano deseaba, desde luego, la derrota de los ingleses. En el minuto 49 la selección de Ramsey ganaba 2-0 y pare= cía encaminada a la victoria. Pero Beckenbauer descontó a los 70 y Uwe Seeler empataba de cabeza a ocho del final. Ya en el alargue, Múller fue habilitado por Grabowski y batió por tercera vez a Bone= tti, el relevo de Banks.
Los ingleses atribuyeron el resultado al calor y la baja por enfermedad de Banks, su golero titular. Inglaterra tuvo en 1970 mala prensa y sospechó que la intoxicación de Banks era efecto de la ¡ntencionada manipulación de los alimentos destinados al equipo. Previamente, su capitán, Bobby Moore, había sido complicado en un asunto menor de página policial. Moore arribó a México días después de sus compañeros, pues en Colombia -donde los ingleses jugaron partidos de adaptación a la altura- la policía lo retuvo en la investigación de un robo de joyas. Moore no tuvo cargos en su contra, pero el incidente sirvió a la ya resuelta impopularidad de la selección británica.
Tres bicampeones, Brasil, Italia y Uruguay, más Alemania Federal, ganadora del Mundial de 1954, daban los equipos semifinalistas. Perseguida durante cuarenta años, la Copa Rimet podía caer; en pocos días, en efecto, la FIFA »iba a ceder su propiedad.
El partido de Guadalajara era el primero en que se enfrentaban Brasil y Uruguay por un Mundial, después de la victoria celeste del Maracaná. La delegación uruguaya presentó protesta a los organizadores, pues se le obligó a trasladarse, contrariando la programación, a Ia subsede en que estaban radicados los brasileños.
Con gran trabajo iba a vencer Brasil. Perdía 1-0 y se benefició de la decisión del árbitro español, Ortiz de Mendivil, de agregar tiempo descontado a la primera etapa. Así, Clodoaldo anotó en el minuto 49 y el equipo brasileño pudo llegar al descanso con la tranquilidad del empate.
Comentaristas europeos han observado que todavía en 1970 eran los uruguayos quienes más profundamente conocían el juego de Brasil y los que mejor lo enfrentaban. Lo cierto fue que la defensa uruguaya -Ia más fuerte del torneo, según los periodistas, junto a Ia italiana absorbía los ataques y no estaba decidido el control del medio campo. A los 18 minutos, Morales cortó un pase en terreno brasileño y cedió a Luis Cubilla, que abrió el marcador.
Brasil obtuvo por fin el mando del partido en la segunda etapa y logró el 2-1 a los 70 por medio de Jairzinho. Los uruguayos respondieron volcándose a la ofensiva y apremiando a Ia irregular defensa brasileña. Un disparo de gol de Cubilla fue desviado en estupenda intervención por el arquero Félix. Rivelino anotó el 34 para Brasil cuando sólo quedaban segundos de juego.
Cinco goles se convertían la misma tarde en los treinta minutos de prórroga del Italia-Alemania. Los noventa reglamentarios habían terminado 1-1, tras adelantar Boninsegna a los italianos e igualar SChnellinger en el segundo tiempo. Entonces, Rivera sustituyó en Italia a Mazzola y rompió el equilibrio a favor de su equipo. Rivera ¡ba a convertir el tanto de la victoria italiana, poniendo fin a un rápido intercambio de goles que llevó el marcador a cifras altas, 4-3.
Alemania Federal ganaría el tercer puesto, el día 20, frente a un conjunto uruguayo que jugó casi todo el partido al ataque, dado que poco era lo que podía defenderse. 80.000 personas estuvieron en las tribunas del estadio Azteca, diez mill más que en Wembley para el PortugaI-URSS de 1966. Faltaba Beckenbauer en Ia RFA y en Uruguay -que allí tuvo un excelente desempeño, superior a todo lo que había mostrado en el MundialSandoval y Espárrago suplantaron a mitad del encuentro a Maneiro y Fontes, respectivamente. Overath, el mejor jugador de la cancha, anotó para los alemanes y, aunque la selección uruguaya dispuso de oportunidades de empatar, y aún de ganar, el resultado no cambió.
Frente a 110.000 espectadores y también en el Azteca, brasileños e italianos salieron un día después a resolver la propiedad de la Copa Jules Rimet. Pelé anotó de cabeza a los 18 minutos y Bonínsegna igualó a los 37. Brasil desarrollaba un fútbol abierto y el marcador Carlos Alberto se unía al ataque por los huecos que dejaba a su paso Jairzínho. El cielo de ciudad México estaba nublado y la temperatura era agradable. Brasil, que en todos sus compromisos había levantado su juego en la segunda etapa, comenzó a desprenderse después del intervalo de la pegajosa marcación italiana, que lo había frenado en la primera parte.
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Fundamentalmente, se vio a Gerson en libertad de movimiento. El centro campista brasileño puso a los 65 minutos el 2-1. con un imparable disparo desde el borde del área y, cinco minutos después, sirvió el tercer tanto a Jairzinho. Italia dio entrada a Gianni Rivera, con la esperanza de que, como en la semifinal, Ie devolviera la ocasión de ven’cer. Sin embargo, el milagro no se produjo. Brasil mantuvo su supremacía y a cuatro minutos del final, Carlos Alberto culminaba la excelente exhibición de fútbol de su equipo con otro gol, el cuarto. La Copa era de Brasil.
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