TEMPORADA 1921 – 1922
La temporada tuvo su prólogo emocionante: el primer partido internacional disputado en España, que se jugó en Bilbao, entre la selección de Bélgica, campeones del mundo, y el Real Madrid. Y allí fué Bélgica vencida por un rotundo dos a cero, aunque el juego de los españoles no diera, como es costumbre eterna, satisfacción a todo el mundo.
El campeonato regional se inició con el consabido duelo entre los «eternos rivales», y terminó con un inesperado empate a un tanto, Hubo grandes novedades en los equipos. En el Athletic fueron bajas Olarquiaga y Miej, y aparecieron Cosme y Patarrieta. Aquél, sobre todo, habría de ser con el tiempo una figura del fútbol español. En el Madrid, la baja de Hernández Coronado fué cubierta por Cándido Martínez,
Tuvo emoción y nervios este primer choque; pero no mucha calidad. El gol del Athletic fué marcado apenas comenzado el encuentro; y el de la igualada fué un penalty, también en el primer tiempo, Y durante la segunda parte el marcador no se movió.
La carrera del Madrid en el campeonato regional fué este curso verdaderamente triunfal. Venció a la Real Sociedad Gimnástica Española por tres a cero, y al Racing Club nada menos que por ocho a cero, de ellos, tres de penalty. Pero este abultado tanteo fué el comienzo de una serie de incidentes y complicaciones de la que podríamos llamar política futbolística de entonces. Al Racing no le satisfizo—¡como es lógico!—la paliza estrepitosa, y las protestas menudearon, a cuenta, sobre todo, de los arbitrajes. Tomó cartas en el asunto la Federación Regional, y como el Racing se negara a jugar contra el Madrid en la segunda vuelta, ¡alegando falta de imparcialidad! en los árbitros, fué castigado con multa de mil pesetas y cierre del campo por un mes.
Pero… a continuación la suspendida fué la propia Federación Castellana, dictada por la Federación Nacional, por entender que no había poder federativo regional constituído; y el partido Madrid-Athletic tuvo que ser aplazado…
Solucionado el aspero conflicio, el primer partido del Madrid al reanudarse el campeonato, fué contra la Gimnástica, que, aduciendo la ausencia de algunos de sus titulares, cedió los puntos previamente para reforzar las líneas, no obstante lo cual el Madrid venció por tres a cero.
El partido Madrid-Racing de segunda vuelta, tan discutido porque dió origen, tras la primera goleada, a las incidencias citadas, se jugó en un am» biente de emoción, que duró poco, porque nuestros «merengues», con supenioridad absoluta, triunfaron esta vez por ocho a dos. Como el desquite de los «eternos rivales» había estado sometido a las salicaduras de los pasados incidentes, cuando al fin se celebró, en el campo de los rojiblancos, la expectación fué harto subida de tono. Pero tampoco tuvo «color» este choque: los «merengues» se impusieron fácilmente, por entusiasmo y aciertos, y, tras un soberbio primer gol de Santiago Bernabeu, Monjardín, delantero centro de la acometividad, remató imparablemente cuatro goles más, mientras los athléticos marcaron dos. Con lo cual el Real Madrid quedó, una vez más, proclamado campeón de Castilla y calificado para disputar los cuartos de final del Campeonato de España.
Entre tanto habíase removido la afición española con otro partido internacional: el segundo para nuestra cronología y el primero contra la selección de Portugal. Se jugó en el campo del Athletic de Madrid, el 18 de diciembre, y aunque las opiniones en torno a la formación del grupo representativo fueron tan dispares como de costumbre, España se apuntó su primer éxito frente a los lusitanos, por tres goles a uno. La eliminatoria primera de aquella temporada fué contra el Arenas, campeón de Vizcaya.
Vencedores los areneros del primer encuentro, en Ibaiondo, el Madrid, en su terreno se tomó la revancha, a pesar de las forzosas ausencias de Bernabeu y Mengotti. El partido terminó con la victoria local por cinco a dos, y ello porque aquella defensa que fué famosa—Vallana-Careaga—se mostró verdaderamente magnífica.
El obligado partido de desempate en un terreno neutral de la región central terminó con empate a uno. El del Madrid lo marcó Monjardín de uno de aquellos soberbios testarazos que le dieron justa fama, y el de los de Guecho fué marcado pocos segundos antes de terminar, en un golpe franco cerca del área, que abatió las ilusiones madridistas.
Nuevo empate, esta vez en el campo madrileño del Racing, entre estos porfiados rivales. El Arenas marcó su tanto en la primera parte, y el Madrid, que hizo un mal encuentro, consiguió la igualada aprovechando un penalty cuando faltaban diez minutos.
Por fin se deshizo la tenaz porfía el día 29 de abril, en el mismo campo del Racing. En esta ocasión el Madrid mostró amplia superioridad, y marcó tres tantos, porque el guardameta arenero, Jáuregul, tuvo una de sus mejores tardes. Que si no…
Y ya estamos en las semifinales, frente al Real Unión de Irún.
El primer partido se jugó en Madrid, y fué presenciado por Sus Majestades los Reyes y Altezas Reales. El conjunto irunés, que estaba en excelente forma, marcó en el primer tiempo un gol, rematado por el impetuoso Patricio Arabolaza; pero en la segunda parte los «merengues» arrollaron a sus fuertes rivales, y, a pesar de las irregularidades, de Jas que fué pródigo el verdadero choque, el resultado final fué victorioso para el Madrid, por dos a uno, si bien hubo penaltys, broncas y goles anulados por offsides más o menos supuestos.
La devolución de la visita al campo de Amute fué el reverso de la medalla. * Los iruneses se impusieron por juego y por entusiasmo desde el comienzo, y, pese a ciertas brusquedades inevitables, el triunfo de los fronterizos, por cuatro a uno, resultó indiscutible. Y con él la eliminación del Madrid del Campeonato nacional.
Pocas semanas después el propio Irún sería también eliminado por el Barcelona, pletórico de juego, no obstante las múltiples incidencias de la jornada final, tras de la que llegaron las inevitables sanciones para los… vehementes, que eran precisamente los hombres más famosos.
Y, aunque no tenga relación directa con el Madrid, conviene recordar que el 30 de abril de aquel 1922 se jugó el primer partido internacional contra Francia, encuentro que los franceses consideraron de importancia secundaria… hasta que le perdieron, por cuatro a cero. Fué, conviene no olvidarlo, aquel formidable choque durante cuyo primer tiempo la selección hispana arrolló a la francesa y marcó cuatro goles, uno de ellos—el segundo—formidable cañonazo de Alcántara a media altura, que, después de cruzar la meta, se abrió paso entre la red y siguió su camino. Yo, «que estaba. allí», quise explicarme lo inexplicable, y hace treinta años escribí así :
«El balonazo había traspasado la red. ¿Vieja? ¿Pasada? Buscadle los paliativos que queráis; pero para los franceses, y sobre todo para los espectadores que, colocados detrás y lejos de la red, se habían visto venir aquel zambombazo, la idea de un Alcántara figulina poco menos que despreciable, era ya una obsesión torturante cada vez que tenía la pelota entre los pies.»
De tal suerte, que en el segundo tiempo el árbitro, muy… diplomático, no dejó a los españoles pasar ni una vez del centro del campo.