Las botas, botines, zapatillas, guayos, pupos, taquetes, tacones, chimpunes, chuteras, tacos o chuteadores de 1930.
A partir del 1930 con la llegada del primer Mundial de Fútbol celebrado en Uruguay, hubo una búsqueda de nuevas tecnologías tanto para los balones como para las botas de fútbol.
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Gracias a la disponibilidad de materiales sintéticos y cueros más livianos se avanzó en la fabricación de un nuevo estilo de botines. Su formato era similar a lo que hoy en día conocemos como bota baja, llegando hasta la altura baja de los tobillos dificultando un poco sus movimentos. Poco a poco, esta parte alta de la bota irá desapareciendo.
Para 1936 los jugadores europeos usaban ya botas cuyo peso era un tercio de las usadas una década antes, con la excepción de los clubes británicos, que no adoptaron estas reformas. Incluso el jugador Billy Wright. histórico jugador del Wolverhampton Wanderers F.C, manifestó su desprecio por el nuevo calzado, declarando que eran más apropiadas para el ballet que para el fútbol.
Según The Encyclopedia of British Football: «Muchos jugadores solían comprar sus botas en talles pequeños para luego sumergirlas en un baño de agua caliente que les permitía expandirse, y de esta forma moldear la silueta del propio pie del jugador que las usaria».
En 1937, el mejor futbolista aficionado, F. N. S. Creek, publicó en su libro, Association Football. uno instructivo que sugeria luego de comprar un par de botas de fútbol «siéntese en el borde del baño con las botas remojadas en agua tibia durante aproximadamente media hora», «luego se dejan secar lentamente, no frente al fuego, y finalmente se engrasan con dubbin, una grasa de la época «.