Fue una institución dentro de otra institución. Suena a confuso en un medio como el fútbol. Una institución dentro del club. Hasta parece risueño. Más si se cuenta que ese club no es cual. quier club. Es Boca Juniors. Sin embargo como veremos en todo su historial fueron muchos los nombres que se convirtieron en un mito en la historia de Boca Juniors. Así podemos :mencionar a Pedro Calomino, Américo Tesorieri, Ludovico Bidoglio y otros. Eran cracks, grandes jugadores. Los diferenciaba algo que los distinguía como simbolo de la institución. Ese galardón lo da la extensa carrera que estos jugadores tuvieron en Boca Juniors. Y uno de los nombres que apenas son echados al presente por el recuerdo lejano es el de Pedro Arico Suárez. El fue una institución dentro de Boca.
En 1928 surgió en la primera división de Ferro Carril Oeste para en 1929 iniciar en Boca Juniors su brillante campaña.
Fue un half de esos que no lucian pero que siempre cumplian en forma impecable su tarea. Que se desenvolvía en el silencio de incansable trajinar, Era capaz de correr hasta el lugar donde el delantero rival acercaba peligro y quitarle la pelota para inmediatamente pasar al ataque buscando líneas de fondo rivales. Era infatigable. Parecía increible ver correr una y otra vez todo el largo del campo sin ningún tipo de respiro.
Nació en la Islas Canarias, más precisamente en Santa Brígida, el 5 de junio de 1908, cuando apenas daba los primeros pasos, sus padres se trasladaron a la Argentina.
Desde entonces comenzó a sentirse hijo de esta tierra. Sin ningún tipo de quebrantamientos. Cuando tenía 11 años recién cumplidos viajó junto a sus padres a la madre patria para conocer el lugar donde había nacido. Ante la sorpresa de sus padres una vez reconocido el lugar integramente, dijo «esta no es mi patria, porque no está mi barrio”.
Era un muchacho de barrio. Boedo en aquel entonces era un mundo aparte. Con costumbres propias. Esas que asimiló Pedro Árico Suárez y que lo pintaban de cuerpo entero. Las huellas hondas de su rostro, el pucho acomodado al costado de los la bios, hablando con la boca en. treabierta, como mordiendo las palabras. Esa desfachatez la trasladaba al campo de juego, El no se sentía español. El era un porteño de ley.
Se lo recuerda como uno de los mejores half izquierdos del fútbol argentino en la década del treita. En aquel] tiempo habia otros grandes jugadores que tenían su brillo. Lema, García, Arrieta, Todos ellos casualmente vivian en el mismo barrio que Arico. Alguna vez con su humor dijo: “Nos llevamos bien, yo soy half izquierdo; García y Arrieta juegan del mismo lado. Nunca los tuve que marcar”.
El fútbol y el barrio lo marcaban de pies a cabeza. Vaya a saber por qué raro misterio, ni el mismo Suárez lo pudo develar, o no lo quiso hacer, fue llamado AÁrico. Su nombre era Pedro Suárez. Pero con rapidez se quedó con el apodo definitivamente. Desde entonces siempre firmó Pedro Árico Suárez.
Durante su trayectoria tuvo un duelo muy especial con Carlos Peucelle, que vestía la camlseta de River Plate, enconado rival boquense. No dudó en admitir que fue uno de los hombres que más trabajo le costó marcar. “Con él gané y perdí. Pero al que nunca pude parar fue a Donati de Talleres. Siempre se me fue. Un día de estos lo voy a buscar a un café, lo tomaré de una manga y le voy a decir: “No te vas. Vamos a tomar un vermouth.”
Así siempre pintoresco cuando contaba sus anécdotas de fútbol. «No fui jugador de hacer muchos goles. Hasta ahí no llegué. En los años que llevo en Boca soy un jugador muy efectivo. Hice nada más que dos goles. Uno a Gualco aprovechan. do un rebote y otro a Merello, (arquero de Boca, gol en contra) contra Talleres. Fue un golazo. El pobre Merello me chillaba. «Y Justo me lo venís a marcar a mi». Yo le dije: «Y qué querés que haga no ves que al otro no puedo».
Y así quedó grabado en el recuerdo de los boquenses. Con su pinta de reo, con la humildad de su juego, con el pinto. resquismo de su hablar, con su hombría. Ese fue un gran jugador. Pedro Arico Suárez.