(Extractos del libro: Historia de Boca Juniors. 1956)
El acto de fundar un club tan común en Buenos Aires a principios del siglo XX, puede significar un hecho sin importancia alguna y puede convertirse en un acontecimiento de trascendencia histórica.
Uno y otro extremo dependen exclusivamente del tiempo.
Si el club tiene corta vida, si no prospera ni alcanza prestigio y popularidad, el episodio mismo de la fundación y sus protagonistas se pierden inexorablemente en el olvido.
En cambio, si el destino se muestra propicio y el club se convierte con los años en una institución poderosa, de arraigo en el pueblo, de preponderancia en la actividad deportiva del pais, entonces el episodio de la fundación cobra un valor inestimable y sus protagonistas adquieren perfiles de próceres.
¡Cuántos y cuántos clubes se habrán fundado al mismo tiempo que Boca Juniors, con la misma fe, con igual entusiasmo, para perderse luego en el olvido total tras una vida fugaz! ¿Y en estos momentos, cuántos y cuántos clubes estarán naciendo en todo el territorio del pais, dispuestos sus creadores a llevarlos hacia adelante para convertirlos también, a fuerza de luchas y sacrificios, en las poderosas instituciones deportivas del mañana?
Basta que en un barrio cualquiera, en cualquier esquina se junte un grupo de muchachos para Jugar al fútbol, al basquet o al ajedrez y que de pronto uno de ellos proponga organizar ese grupo, darle forma, nombrar dirigentes, ponerle nombre y fundar el club.
El momento es solemne, pero su trascendencia depende del futuro. Si la obra marcha y de aquel pequeño núcleo surge una gran institución, entonces resultará de suma importancia conocer los detalles del pequeño hecho de la fundación: quiénes formaban aquel núcleo inicial, a quién se le ocurrió la idea de convertirlo en club, dónde se reunieron, quién propuso el nombre, qué colores se eligieron…
ASÍ NACIÓ BOCA JUNIORS…
Para narrar el “hecho pequeño” de la fundación de Boca Juniors tenemos que seguirles los pasos a tres jovencitos que en los primeros años del siglo cursaban estudios en la Escuela Nacional de Comercio, Bartolomé Mitre 1364, dirigida entonces por el doctor Santiago Fitz Simmons, entusiasta cultor y propagandista de los deportes, auténtico propulsor que introdujo la práctica de la educación física en aquel establecimiento educacional.
La designación de profesor de esta novedosa materia recayó en una figura muy querida, simpática, de rasgos personales pintorescos y que gozaba ya de sólido prestigio en el reducido ambiente deportivo: el irlandés Paddy Mac Carthy.
Futbolista y boxeador, Mac Carthy fué uno de los muchos miles de extranjeros que vinieron a la Argentina con el propósito de pasar aquí una temporada y se quedaron para siempre.
Terminada su campaña activa como jugador y pugilista, continuó brindando el aporte de su experiencia como entrenador, profesor y referee, en ambos deportes, y hasta hace muy poco tiempo desempeñó tareas de empleado municipal como inspector de espectáculos.
¡TAN LINDA MATERIA!
Este personaje entró en funciones en el Colegio Comercial y conquistó de inmediato las simpatías de los alumnos.
¡Era tan linda la materia que enseñaba! Nada de libros, nada de preguntas, nada de deberes… Mac Carthy daba clases de gimnasia y las matizaba con algunos “tiritos” de boxeo y práctica de fútbol.
Tenia un “sistema” personal. Llevaba a sus discipulos a la vieja cancha del Club Estudiantes (todavia en construcción), impartia una breve clase teórica en la casilla y luego, una vez en el field, echaba a rodar la pelota y salia corriendo con ella, mientras les decia a los muchachos: “¡Ustedes perseguirme para quitármela!” Y los chiquilines partían en bandada atrás del maestro, empujándose para llegar antes y apoderarse del juguete embrujado. Esas fueron las primeras lecciones.
Después, a medida que los estudiantes iban progresando en la práctica y en el conocimiento de las reglas del juego, Mac Carthy fué poniendo orden, formando equipos y organizando partidos.