En 1892 la gran escuela Buenos Aires English High School se instala en «la quinta Garrigós», en Santa Fe 3590 tras de haberla obtenido el Director por un prolongado arrendamiento.
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Allí se reanudan los cursos el 3 de febrero del precitado año, y al comenzar los correspondientes a 1893, también el 3 de febrero, Mr. Watson Hutton recuerda que “es la mayor escuela particular del país, con capacidad para 50 internos en la casa y 500 alumnos en el instituto”.
El local posee jardín con cancha de lawn-tennis para las niñas, y de cricket y fútbol y gimnasio para los varones; y disponiéndose de un terreno de manzana y media, podrán recibir un gran impulso los juegos atléticos.
El director de la English High School, no desea otra cosa; está esperando con inocultable impaciencia el momento propicio, y sabe sacar partido de tal situación, en momentos en que el aporte de los padres, es cada vez más importante, por haber comprendido cuáles son las ventajas de una educación cuyos magníficos frutos ya empiezan a sazonar. Entonces no vacilan en confiar sus hijos a la tutela de tan respetable personalidad.
ALENTANDO LAS ESPERANZAS DEL FUNDADOR
El año 1898, ha sido “el mejor que registra la historia del Instituto”, dice en 1899 el señor Watson Hutton, y agrega: “La escuela fué establecida en febrero de 1884 para ofrecer educación a niños y niñas residentes en la República Argentina. Desde entonces, su existencia ha estado justificada con creces y ha hallado aliento superior a las esperanzas de su fundador, cuyos esfuerzos han tendido a hacer que su progreso mantuviera el ritmo de su creciente prosperidad. Continúa, pues, siendo como antes, la mayor, más aireada y saludable escuela privada de Buenos Aires y sus alrededores”,
LA SUPREMA ASPIRACION
Y claro está, en sus palabras no pueden faltar, tratándose de un enamorado dela cultura física, sus referencias a ella:
“Para reforzar mejor el “Club Atlético” de la escuela y beneficiar a los ex alumnos, el Rector tomó el año pasado (1898) en arrendamiento, la nueva cancha de cricket, fútbol y tenis en la estación Coghlan, de aproximadamente seis manzanas y que, gracias a la bondadosa ayuda de padres y amigos, ha podido preparar para la realización de toda clase de juegos atléticos”.
No le han parecido tampoco suficientes a Mr. Watson Hutton los gimnasios, ni las canchas deportivas disponibles. Ha creído indispensable la fundación de un “Club Atlético” perteneciente al mismo colegio; y como el terreno en uso no basta para desarrollar una labor de mayor trascendencia, ha arrendado seis manzanas de campo, no sólo para sus discípulos, sino también para sus “ex alumnos”, estableciendo desde ese mismo momento un vínculo indisoluble entre el viejo instituto y cuantos frecuentaron sus aulas, como si en aquel propósito sin aparentes ulterioridades estuviese en formación, germinando ya, el formidable club de los antiguos graduados, el gran ALUMNI, que habría de proporcionar al maestro la inigualable satisfacción y la grata recompensa de ver pasear triunfantes por los fields argentinos y del Uruguay, inmaculados y gloriosos, los colores del famoso colegio.
CONTRIBUCION AL ENGRANDECIMIENTO DEL PAIS
Incurriríamos en una apreciación parcial si considerásemos a la English High School como un organismo concretado al cumplimiento de una gran acción deportiva, que ya sería bastante para justificar su renombre.
Es natural que en un libro destinado a rememorar la vida de uno de los más altos exponentes del fútbol argentino, formado en aquellas aulas, destaquemos, antes que otro, ese aspecto, lo que no nos autoriza a reducir el enfoque, pues sería circunscribirse a una parte de la influencia del colegio en la vida argentina.
SABIA FINALIDAD
Por ser un instituto cuya finalidad había sido sabiamente concebida e inteligentemente estudiada por su creador, con una certera visión de otras necesarias orientaciones educacionales; como tuvo en él al conductor que arremetió contra todos los prejuicios y todas las dificultades, terminó por imponerse, demostrando que la unión entre la cultura física y la exclusivamente intelectual tenía como feliz resultado el proveer a la sociedad de hombres orientados bajo el imperio de rígidos principios de moral, de dignidad, de altivez.
Fueron inculcados con el ejemplo y con la autorizada perseverancia de quien podía ofrecer como muestra intocable de su elogio verbal, la propia capacidad y la propia conducta.
Las jóvenes conciencias y los jóvenes cerebros recibieron aquel aliento vigorizador en el instante en que ante ellos se tendía la vida con todos sus secretos, a manera de larga senda cuyo final se perdía en la enorme perspectiva del amplio horizonte, y lo guardaron como el inapreciable patrimonio del cual necesitan todas las aptitudes y todas las vocaciones para no caer derribadas por el alud de la áspera lucha.
Reconforta, como exteriorización de justicia, comprobar cómo los ex alumnos de la English High School tienen a flor de labios la palabra afectuosa de gratitud, de reconocimiento póstumo y emocionado, la frase de cariño y de simpatía, porque cumplida ya buena parte de la trayectoria, en un momentáneo alto del camino recorrido, creen oír todavía resonando en el aula, en el gimnasio o en el campo atlético, con la firme autoridad docente de su prestigio, la voz del maestro reiterando el consejo e insistiendo fuertemente, inquebrantablemente, en la lección de ética.
Más de 7.000 estudiantes -(la cifra fué dada a conocer en 1933 en ocasión del jubileo del insigne preceptor) habían pasado por la vieja English High School; más de 7.000 conciencias y más de 7.000 corazones habilitados para encontrar en la vida la orientación adecuada a cada posibilidad, sin vacilaciones, sin angustias, con serenidad y con entereza.
Tal en números aproximados, el aporte cuantitativo. La contribución cualitativa alcanzó destellos de brillante colaboración al engrandecimiento moral y cultural del país en esa “pre-tarea” de la preparación capacitante para actuar con desenvoltura y con firmeza.
(Extracto del libro Alumni, Cuna de Campeones y Escuela de Hidalguia por Escobar Bavio).