En el partido disputado el 2 de octubre de 1924 entre Argentina y Uruguay (actual campeón olímpico) surgio por primera vez el «alambrado olímpico”. Una barrera física que se aísla el campo de juego de las tribunas, y que con el paso del tiempo en algunos estadiso fue reemplazado por fosas con agua.
Este encuentro debió haberse jugado el domingo 28 de septiembre de 1924, pero el interés provocado entre los aficionados fue tan extraordinario que atrajo a la cancha un público muy superior en número a la capacidad de las tribunas. Estas resultaron, así, estrechas para contener a los espectadores, y varios miles, desbordando las tribunas, se ubicaron junto a los bordes de la cancha.
Fue así como los uruguayos se negaron a jugar en esas condiciones y el partido debió ser suspendido, resolviéndose realizarlo cuatro días después, o sea el jueves 2 de octubre.
En los días intermedios se instaló el alto alambrado, que pasó a llamarse «olímpico», y que luego fue obligatorio en todos los estadios.
Este alambrado, aunque parezca extraño, recién fue adoptado en países europeos a mediados del siglo XX.