Fué el equipo de Darwen el que realmente produjo una revolución en nuestro deporte nacional, porque aquel equipo empezó a “importar” jugadores, es decir, a adquirirlos en Escocia o en diversas partes de Inglaterra, y a darles empleos y a pagarles secretamente por jugar al servicio del club.
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Lo que Darwen hizo en 1879 lo hicieron otros clubes en los años siguientes, hasta que “los viejos invencibles del Breston-Noth End” dieron remate al asunto. Adquirieron varios jugadores en diversos sitios del pais y admitieron francamente que les pagaban por jugar al futbol, lo cual suponía un quebrantamiento completo de las reglas del juego amateur, Pero, acusado de eso, aquel club dijo que todos los del país hacian lo mismo. Asi es que la Asociación de Futbol fué obligada a hacer algo acerca del asunto, a pesar de que estaba completamente en contra de lo que ocurría.
El juego profesional fué legalizado y los grandes clubes, como el Ashton Villa, el West Bromwisch, el Stoke, el Everton y los Wolves, se hicieron a él como patos al agua.
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Se afirmó por entonces (1885) que el profesionalismo daría al traste con el deporte. Pero, ¿qué ha ocurrido? El factor profesional es ahora un sostenedor decisivo del juego y provee de medios de vida a muchos millares más que intervienen en la organización administrativa del deporte.