El Fútbol Entra Por Primera Vez En Asia

El fútbol entra por primera vez en Asia


El proceso expansivo del fútbol moderno fue tan con tanta fuerza, que incluso desembarco en el continente asiático. Un continente impermeable a cualquier innovación extrangera debido al arraigo de sus tradiciones culturales, y aunque no fue con la espectacularidad con que lo hizo en otras partes del mundo, lo cierto es que 1913 se celebró, en Manıla, y ante unos cientos de espectadores con sombrillas para protegerse del sol, el primer encuentro entre selecciones representativas de naciones asiáticas, en el que los locales filipinos derrotaron a un conjunto de China por 2 a 1.

En este juego, se respetaron en gran parte las normativas imperantes en las competiciones europeo-americanas, a excepción de las dimensiones del terreno de juego, que rebasaban las reglamentarias, y de que todavía no se usó allí el poste transversal que acotaba las nuevas porterías.

De un modo u otro, pues, la expansión siguió su trayectoria hasta que fue cortada en seco por el tronar de los cañones: en 1914 estallaba la Primera Guerra Mundial.

La guerra de 1914 provocó un importante freno a la evolución del fútbol de esa época, ya que las personas tenian mayores preocupaciones que las originadas en el deporte.

El Fútbol Como Deporte Olímpico

El Fútbol Como Deporte Olímpico

En 1906 Inglaterra jugó su primer partido de fútbol internacional con una selección del continente europeo, derrotando a Austria, en Viena, 6 a 1.

Este encuentro marcó un antes y un después en la historia del fútbol olímpico. Fue el puntapié inicial para incluirlos en el primer gran torneo internacional de la historia.

En 1908, en el marco de los Juegos Olímpicos celebrados en Londres, cinco selecciones disputaron este primer titulo internacional que tuvo como campeón a Inglaterra, seguida de Dinamarca, Holanda, Suecia y Francia, En la final, los ingleses batieron a los daneses por el modesto pero suficiente tanteo de 2 goles a 0.

Primera final olímpica de fútbol oficial disputada entre Inglaterra y Dinamarca en 1908.

En estas Olimpiadas apareció por primera vez el título de «campeón del mundo'». Aunque no tiene el valor FIFA que se le da actualmente. Donde Uruguay es el Campeón del Mundo de fútbol en 1930.

En 1912 se celebraron los Juegos Olímpicos en Estocolmo, y el fútbol volvió a ser representado por once paises: Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Hungría, Inglaterra, Italia, Noruega, Rusia y Suecia. De los cinco de Londres faltó Francia, que había sido literalmente vapuleada por sus rivales en la capital británica, perdiendo un partido, con Dinamarca, por 17 goles a 1. Este resultado hizo dudar a los dirigentes galos sobre la capacidad competitiva de su fútbol, por lo que prefirieron no asistir a la Olimpíada ante la posibilidad de un nuevo ridículo. En Estocolmo se reiteró en la rivalidad anglo-danesa, pero los ingleses volvieron a vencer en la final, por 4 tantos contra 2. No fue un tanteo de estrépito, pero sí lo suficientemente demostrativo de una superioridad clara.

Al otro lado del Atlántico, las competiciones internacionales también rogresaban, aunque su realidad organizativa era momentáneamente inferior. Se hacian célebres los encuentros entre las sólidas escuadras de Argentina y Uruguay, con resultados alternativos, indicadores de un equilibrio de fuerzas.

La selección de Brasil, por su parte, protagonizó un curioso episodio que integra el rico anecdotario del fútbol mundial: una calurosa tarde de 1910, en São Paulo, una poco menos que desconocida selección de Africa del Sur vapuleó a los imberbes cariocas por 6 goles contra 0. Sorprendente resultado si lo analizamos con el prisma actual, pero bastante lógico si tenemos en cuenta que el fútbol brasileño era por aquellos tiempos absoluta mente bisoño, y que la selección sudafricana, por el contrario, contaba en sus filas con jugadores escoceses, ingleses y holandeses, ya muy experimentados.

El Nacimiento De La FIFA

El nacimiento de la FIFA

La consolidación de las federaciones nacionales y su aumento incesante crearon las condiciones para establecer un organismo supranacional.

Las federaciones nacionales podían regir sus propias actividades futbolísticas, pero la realidad de los intercambios competitivos de carácter internacional hizo germinar rápidamente la idea de coordinarlos a través de un nuevo organismo. De esa necesidad, quizás un poco prematura, nació el 21 de mayo de 1904 la Federación Internacional del Fútbol Asociación (FIFA).

Con el pretexto de la celebración en París de un encuentro internacional entre las selecciones de Francia y Bélgica, que finalizó con empate a tres goles, acudieron a la capital francesa delegados de las federaciones alemana, belga, danesa, española, francesa, holandesa, sueca y suiza, quienes después de finalizado el match decidieron cambiar impresiones acerca del «control de los encuentros internacionales.

Las discusiones duraron cerca de siete semanas, y finalizaron con la fundación de la FIFA. Los congresistas, conscientes de que la ausencia británica restaba representatividad al nuevo organismo, dado que la nación había inventado el nuevo deporte seguía teniendo el fútbol más potente y de mayor calidad, ofrecieron la presidencia de la FIFA a las entidades del Reino Unido. Sin embargo, la Federación Inglesa, que fue la receptora de la oferta, quizá por considerarla prematura, o sencillamente por despecho al no haber sido convocada desde un principio, la rechazó.

El nacimiento de la FIFA fue, pues, problemático. Sus fundadores demostraron ser tremendamente audaces: la consistencia del nuevo deporte a niveles nacionales presentaba una realidad reconfortante y las perspectivas eran francamente optimistas, pero todavía existían rasgos de fragilidad.

En muchos países, por ejemplo, no había aún federación, a pesar de practicarse el deporte futbolístico. Por ello, quiză, los británicos acogieron con recelo y catalogaron inicialmente de utópica la idea pionera de organizar una «competición mundial de fútbol», como rezaba, entre otras cosas, el primer reglamento de la nueva organización.

Sin embargo no puede tildarse negativamente la iniciativa de los delegados de los ocho países europeos, pues ella aceleró la consolidación del fútbol allí donde todavía se encontraba en un estadio incipiente.

Fuera como fuere, el hecho es que la FIFA existía ya en 1904, y su existencia no podía soslayarse por mucho tiempo. Así, rápidamente se entablaron negociaciones para incorporar en su seno otras representaciones nacionales, insistiéndose permanentemente ante las organizaciones del Reino Unido.

Pero un nuevo problema salió a la superficie: el reglamento aprobado por los «ocho», con una perfecta lógica, solamente admitía «una federación por cada país».

En el congreso celebrado en Berna en 1906, una subfederación, la de Bohemia, solicitó su afiliación. Bohemia formaba parte del decadente Imperio Austro-Húngaro, dentro del cual tanto Austria como Hungría contaban como entidades nacionales propiamente dichas.

A pesar de ello, en aquella reunión se admitió al representante bohemio; esta afiliación fue revisada en el Congreso de Viena, celebrado en 1908, precisamente a petición de los húngaros, y Bohemia fue expulsada de la FIFA,

Sin embargo, coincidiendo con este episodio, solicitaron su ingreso en la FIFA las cuatro federaciones del Reino Unido, es decir, ingleses, escoceses, galeses e irlandeses. La reacción inicial fue negativa, y alemanes y franceses se opusieron rotundamente en nombre del principio que establecía «una nación, una federación».

A pesar de dicha oposición, el Congreso de Milan, celebrado en 1910, calibró que era mejor tener cuatro federaciones británicas que ninguna, pues la organización no podría resistir mucho tiempo el boicoteo del Reino Unido, y todas ellas fueron admitidas.

Este es el origen de la presencia actual de equipos de las cuatro federaciones del Reino Unido en los campeonatos internacionales.

Previo al Primer Mundial de Fútbol

Previo al Primer Mundial de Fútbol

Las condiciones para la extensión del Fútbol y suconsolidación en zonas geográficamente tan dispares como Europa y América Latina estaban ya bien perfiladas allá por el 1900.

Sobre dichos cimientos, pensados y materializados por los británicos, se alzó el gran edificio del fútbol mundial, atendiendo a las necesidades de las diversidades nacionales.

Así, aunque algunas federaciones ya eran visibles a fines el siglo XIX, lo cierto es que en el primer cuarto del siglo XX, la fiebre asociativa se destacó sobre cualquier otro tema en los circuitos futbolísticos, de forma paralela al creciente auge de las competiciones nacionales o internacionales.

En esa época privó, entre quienes buscaban el ordenamiento de las actividades del nuevo deporte, objetivo de la organización para controlar su difusión y su mantenimiento. Por lo que el fútbol trajo consigo, casi desde su nacimiento, el espíritu del fútbol corporativo que representan las federaciones.

Hacerlo crecer en un sentido más federal, profesional y competitivo, eran las tres lógicas consecuencias para que fútbol ingrese en su etapa de expansión. Ya algunos años las distintas federaciones del Reino Unido, escocesa e irlandesa desde que se inició el siglo XX.

En otros países, como Holanda, la federación estaba desde 1889.

Hasta 1926, Argentina, aunque oficialmente no tuvo una organización federativa única y centralizada, contaba con diversos organismos que realizaban funciones de coordinación y redacción.

Uruguay, por su parte, estuvo en primera línea a la hora de unificar criterios, y en 1900 se fundó su federación nacional.

En el resto de Europa el proceso fue también rápido. Por ejemplo en España, Cataluña fue la sede de la primera federación de fútbol, donde en 1900 se fundó la Federación Catalana, en Barcelona, primera ciudad industrial Española.

En Madrid en cambio, el proceso fue peculiar. En 190 se fundó la Federación Española de Fútbol, hecho que aceleró el crecimiento del Madrid Club de Fútbol, el primer equipo de la capital, que nació simultáneamente con el segundo club catalán: el Español Deportivo. O sea que en la capital, y quizá no por casualidad, nació antes el fenómeno burocrático que la realidad deportiva propiamente dicha.

Posteriormente la Federación Nacional Española fue la que organizó en el mismo año de su nacimiento el primer torneo peninsular de fútbol. Participaron catalanes, castellanos y vascos, llegando a la final de esta primicia competitiva el Club de Fútbol Barcelona y el Vizcaya Fútbol Club, venciendo los vascos por el tanteo de 2 goles contra 1.