El Himno Deportivo de la English High School, cuna del Alumni AC

Una noche, “posiblemente” del invierno de 1893, los alumnos asistieron a un concierto que, ofrecido por D. W. King, gran amiga del director y que vivía en el mismo instituto, se realizó en el salón de actos, en el edificio de la calle Santa Fe. Les estaba reservada una grata sorpresa.

En el programa constituido por números de música y recitados poéticos, hubo uno que todos celebraron ruidosamente.

Puedes leer aquí: Buenos Aires English High School, la Escuela del Fútbol Argentino.

Los profesores Roberto W. Rudd y Barnet, acompañados al piano “acaso” por Mr. King, aficionado a la música y ejecutante de oído, entonaron una vieja y tradicional canción británica, muy conocida en el Reino Unido: “There is a tavern in the town”, la adaptación de cuya letra había sido compuesta por aquellos educadores.

Los versos, “pobres versos”, los calificaba Mr. Rudd al evocar la fiesta, aludían a los alumnos más hábiles en fútbol, destacando lo personal en el juego de cada uno;

El Himno deportivo del colegio fué celebrado en su primera audición con grandes aplausos y repetido en medio de la bulliciosa adhesión de los presentes. Desde aquella noche, vigorizó los afectos, ya indestructibles, que unían a preceptores y educandos.

Mr. Rudd, Juan McKechnie y Eliseo Brown, han reconstruído en su versión en inglés el contenido de aquella canción que tantas veces resonó en el viejo edificio o en los campos deportivos, y cuyas estrofas permitían variantes con la incorporación de los nombres de los colegiales más deportivamente aptos.

De los compases del Himno surgían, fugaces y bellas, las sencillas semblanzas de los muchachos y el férreo espíritu de la gran

hermandad…:

«Hay una High School en la ciudad,
En la ciudad,
Que tiene un team de gran renombre

Gran renombre
Y los teams que vienen a jugar
A jugar
Se llevan paliza tal que salen escapados.
Está McKechnie en el arco
En el arco
Y los Schindler dan en el suelo
Con sus rivales.»

En la English High School se enseño el Fútbol Argentino

Don Alejandro Watson Hutton deseaba que su instituto fuese semejante a los grandes colegios de Escocia, como el Watton’s College de Edimburgo, que a su vez se asemeja a los renombrados institutos ingleses, en el sentido de que lo esencial es crear muchachos sanos y caballerosos, instruyéndolos para enfrentar con éxito a la vida.

Puedes leer aquí: Quien fue Alejandro W. Hutton.

No pretendía formar “sabios”, sino hombres capaces, con nociones precisas de la caballerosidad y de la hidalguía, “gentlemen”, en una palabra.

Ese era el espíritu de la English High School. A don Alejandro Watson Hutton “lo llenaron de sabiduría” en Escocia y él consideró que eso era un defecto antes que una virtud o una ventaja.

Obtuvo medalla de oro en latín y griego y fué un matemático de primer orden. Se había recibido, como lo hemos dicho, de doctor en teología: “Master of arts” (M. A.F.E.I.S.), una especie de bachillerato superior, y era miembro del Instituto Educacional Escocés.

Tratábase, además, de un gran conferenciante. La British Society lo hacía viajar a Córdoba, a Rosario, a varias otras ciudades del interior del país, para que pronunciase conferencias en inglés, pues el señor Watson Hutton hablaba muy mal el castellano.

En lo que a cultura física se refiere, y más concretamente al fútbol, uno de los más viejos ex alumnos, don Carlos Bowers, refiere que cuando la English High School ocupó el local de la calle Perú, hasta la esquina era un terreno baldío, lo obtuva el señor Watson Hutton y los muchachos de 13 a 14 años lo ayudaron a nivelarlo y a construir la cancha.

“El mismo nos enseñaba a jugar fútbol y jugaba con nosotros. Puede afirmarse que fué el primero o de los primeros en enseñarlo, después de llegar hasta aquí tal actividad”.

DOS SISTEMAS PARA ENSEÑAR FUTBOL

Mr. Watson Hutton tenía dos sistemas para enseñar prácticamente el fútbol: él mimo integraba uno de los equipos, casi siempre de centre half, para hallarse en contacto directo con sus alumnos, o seguía desde fuera de la cancha el desarrollo de los partidos entre los alumnos. En ambos casos hacía sus observaciones enérgicamente, y sus indicaciones eran órdenes siempre acatadas. Se ponía nervioso, se inquietaba, cuando alguno de los noveles jugadores incurría en una falta desnaturalizadora del verdadero “tecnicismo” del juego, obre todo si era producto de una acción individual que afectase la armonía del cuadro.

Así la English lligh School tuvo aproximadamente en 1888, un equipo que le ganaba a otros conjuntos formados por hombres, entra los cuales sobresalía el del T. C. S, cuya cancha estaba aj lado mismo de la estación de Lanús, más bien dicho “pegada” a la estación fe. rroviaria de aquella ciudad.

En 1886 el señor Watson Hutton contrató en Escocia a W., (;, Waters, “ex sargento instructor y maestro de gimnasia, últimamente del primer regimiento de Fusileros de Edimburgo y del Cowan’y Gymnasium, de Edimburgo”. Sus clases de cultura física y especia]. mente de fútbol, señalaron toda una época en el colegio.

Mas Waters se destacó asimismo porgue fué “el brazo derecho”, el gran auxiliar, el compañero y camarada de Mr. Watson Hutton.

Cuando los alumnos cometían alguna falta con repercusión poli. cial, era Waters quien se constituía personalmente en la comisaría para informarse de lo ocurrido, y, llegado el caso, para “dar la cara” por los muchachos, y dejar bien a salvo los postulados primordiales, tan celosamente establecidos y cultivados en el Colegio.

En el transcurso de la revolución del 90, Waters resultó una vez más, un eficacísimo colaborador del Rector. Se trataba de conseguir alimentos para los alumnos pupilos, poco menos que .sitiados entre las paredes del Instituto, y al mercado fué Mr. Watson Hutton junto con su fiel amigo.

Hubo que “asaltar”, materialmente, un puesto de venta de carne, y Waters resultó en el hecho, principalísimo actor, como que al regresar al colegio y siguiendo los pasos del Director, cruzó las desiertas calles llevando un cordero: y otros comestibles, gracias a los cuales el bloqueo estudiantil no tuvo, en: punto de nutrición, desagra

dables consecuencias. Waters era uno de los eficaces servidores del colegio, posible

mente sin el brillo de otros, aunque con el insustituíble aporte de una fidelidad y de una nobleza espiritual ejemplares.

LOS ALUMNOS ACTUAN DE REFEREE

En sus lecciones de fútbol el benemérito fundador también actuaba de referee observando atentamente el comportamiento de. los colegiales, Le contrariaba que se acostumbrasen a incurrir en fouls, o adoptasen actitudes reñidas con la más estricta caballerosidad y violatorias de las leyes de juego.

A veces cedía el silbato a uno de los estudiantes del grupo de los mayores, para que ejerciera las funciones de árbitro, y él pasaba a reemplazarlo en el equipo, sistema que usaba en el colegio, en todos los partidos, de manera que los iba turnando a fin de que alcanzasen el mayor perfeccionamiento en la práctica del fútbol y se familiarizaran con sus normas y con su acertada interpretación.

EL VALOR DE LA FRANQUEZA

En una oportunidad algunos compañeros de Guillermo A. Jordan, pertenecientes al curso de “los más grandes”, Jorge Middleton, Roberto Schindler, etc., lo incitaron para que de acuerdo con una modalidad muy personal -del que después sería el gran referee argentino, lo “pechase” al señor Watson Hutton, integrante del cuadro adversario. La sugestión fué puesta en práctica y el encontronazo se produjo… .

——Mister Jordan: ¿fué a propósito?… preguntó en inglés -el director del Instituto.

—Mister Watson Hutton, contestó su alumno, en el mismo obligatorio idioma.

—:¡Bien!… Lo salva la franqueza. .

EN BUSCA DEL ARRAIGO Y EL PROGRESO DEL GRAN DEPORTE

La influencia y la intervención de la English High School en la entonces incipiente vida del fútbol argentino, se deja sentir y se aprecia bien pronto. Desde su fundación se incorpora al movimiento encaminado a darle una fuerza que antes no tuvo. Algunos años después ya actúa en forma más intensamente beneficiosa (1884-1890) interviniendo en la disputa de los partidos y en cuanto significa acentuar el interés por esa manifestación deportiva.

WATSON HUTTON Y WATERS DAN EL EJEMPLO

En 1891, año de la fundación de la Association Argentine Football League, la participación de la English High School continúa siendo importante.

Guillermo Waters ha formado en 1890 el St. Andrews, del cual es el capitán y el sostén y en cuyas filas se alistan algunos de los alumnos mayores de aquel establecimiento (Alejandro Buchanan, Shaw, Morgan) y a veces, en los amistosos, el propio director Mr. . Watson Hutton. Hay referencias precisas; las encontramos en “The Standard”(1 de abril de 1891) en la crónica del “match inaugural de la temporada”, jugado el 27 de marzo entre el precitado St. Andrew’s y el equipo de la Young Men’s Christian Association Football Club, ganado por el primero por 6 a 1.

Esa frase “match inaugural de la temporada”, debe interpretarse en el sentido de que se trataba del “primer partido del año” y no del que iniciaba el “campeonato oficial”, pues la Y.M.C.A. no se inscribió en el torneo.

EL RECTOR JUEGA AL FUTBOL

En el recordado encuentro Mr. Watson Hutton’ jugó de half en el St. Andrew’s, que actuó con sólo 10 hombres, y el 5 de abril fué el half izquierdo del mismo cuadro en el partido disputado contra el Southern Railway (Ganó aquél por 2 a 0).

Waters era un jugador de grandes condiciones. Preferentemente actuaba de back. Cuando no jugaba, contentábase con presenciar los matches. Sentía verdadera pasión por el fútbol.

Así se explica que fuese un profesor muy competente en esa enseñanza, y no sorprende que las crónicas destaquen con frecuencia su nombre entre los jugadores más hábiles.

El 18 de abril de ese mismo año de 1891 la English High School! juega un amistoso con el equipo de la Y.M.C.A. Es interesante y oportuno recordar quiénes defendieron ese día el rojo y blanco, los colores que más tarde serían célebres en el fútbol nacional:

J. McKEcHNIE W. Waters (capitán), E. WILSON, A. Watson Hurron, BucmHAaNnaN, Davis, MORGAN, Monk, MURPHY, SHAW, MINTURN

Transcurridos tantos años, aquel conjunto que indudablemente se habría alistado muchas veces, con lógicas variantes en la temporada (1891), tiene fuerza indiscutible de valioso antecedente. El fundador del colegio y su gran colaborador actúan junto a sus alumnos para inculcarles las mejores prácticas, las mejores lecciones de habilidad y de ética. Y de nuevo el comentario señala que “Morgan, Waters, Buchanan y E. Wilson fueron los mejores de la Escuela”. en un partido que este equipo ganó por 2 a 0.

Mr. Watson Hutton no se limitaba a ser en el colegio el constante animador y preceptor de fútbol, a integrar los equipos representativos del Instituto. Actuaba de referee en los partidos de la Association Argentine Football League. También aparece en las constancias periodísticas de 1891, el nombre de D. T. Bruce (“del Buenos Aires English High School”, dice la información) ejerciendo las funciones de referee en el match de campeonato entre St. Andrew’s (5 goles) y Buenos Aires (2).

Alumni fue la base de la Primera Selección Argentina

La contribución de ALUMNI a la formación de los equipos representativos. — Sobre la base del gran team se formaron los seleccionados argentinos del pasado. — Valor y significado de una brillante colaboración.

No puede sostenerse firmemente, por razones obvias, que los integrantes de un seleccionado sean los mejores en sus respectivos puestos, pero en la época de ALUMNI el valer y el prestigio del team de un club solían medirse por la cantidad de futbolistas que proporcionaba a los conjuntos representativos, porque la selección, en los primeros tiempos al menos, se hacía sobre la base del más eficaz o el mejor cuadro, reforzando con elementos de otros clubes los puntos débiles, o los susceptibles de un mejoramiento evidente. Y como ALUMNI fué sin disputa el mejor team argentino de su época, sabíase por anticipado que en él estaba la base segura y cierta de todo combinado.

CONTRIBUCION EXTRAORDINARIA Y VALIOSA

Lógicamente, fué extraordinaria y valiosa su contribución en tal sentido, y en ese otro aspecto igualmente privó como factor decisivo en el progreso del fútbol nacional. Ya recordamos que 5 de sus jugadores formaron parte del equipo que tan brillantemente inició la serie de triunfos argentinos en el río de la Plata (20 de julio de 1902, Argentinos: 6 a 0).

Al año siguiente (13 de septiembre) 6 hombres suyos integraban el team argentino: Carlos C. Brown, Walter Buchanan, Ernesto A. Brown, Juan J. Moore, Jorge G. Brown y Eugenio Moore (Uruguayos, 3; Argentinos, 2).

Con 7 jugadores contribuyó el 15 de agosto de 1905 para el cuadro que empató con los uruguayos en la Hípica (0 a 0) el primer match por la copa Lipton: José B. Laforia, Carlos C. Brown, Jorge G. Brown: P. B. Browne, G. E. Weiss, Juan Moore y Carlos A. Lett.

En el seleccionado argentino que jugó en el Brasil (1908) hubo 7 elementos de Alumni, y de ellos 4 hermanos Brown: Jorge, Ernesto, Alfredo y Bliseo, quienes señalaron 20 de los 31 tantos logrados por los futbolistas de nuestro país. (Los otros miembros del campeón eran el guardavalla Campbell, Juan D. Brown y P. B. Browne.)

HASTA OCHO ALUMNISTAS EN LOS COMBINADOS

Naturalmente no seguiremos este análisis año por año y partido por partido. Sin embargo, desde ya, que la mayor cantidad de jugadores (8) la proporcionó en 6 oportunidades.

Destaquemos que en el partido contra los profesionales del Tot. tenham Hotspur (13 de junio de 1909) el cuadro de Argentinos fué gran parte de ALUMNI, complementado con Carlos T. Wilson, de San Isidro, en el arco; Maximiliano Susán, de Estudiantes, a la dere. cha, en la línea de halves y José Viale, del Newell’s Old Boys, de Rosario, en el extremo izquierdo del quinteto delantero. (Carlos T. Wilson; Jorge G. Brown y Juan D. Brown; M. Susán, P. B. Browne y A. G. Jacoks; G. E. Weiss, Alfredo C. Brown, A. P. Watson Hutton, Eliseo Brown y J. Viale.)

Jorge Brown. El Primer Crack Argentino

Era argentino pese a que la leyenda y el apellido lo identifican más con esos pujantes ingleses que nos trajeron los ferrocarriles y el fútbol a la gran aldea.

Era argentino, de la provincia de Buenos Aires y desde muy pequeño, el mágico camino del gol se cruzó con el de su vida determinando así definitivamente su destino futbolístico.

En 1893 ingresó de back a la segunda división del English High School, pocos años después era forward del Lomas, pero dos años más tarde se destacaba nuevamente como back, puesto para el que estaba inmejorablemente dotado.

En 1901 comienza el capitulo de sus más trascendentes glorias en el equipo de Alumni, team con cuyo nombre está identificado en un común pasado que ya pertenece a la mitología de Buenos Aires.

Más que jugador de fútbol, más que capitán del equipo representativo de su época, Jorge Brown fue por la gravitación conjunta de diversos factores personales, un ídolo popular arquetípico de nuestro deporte naciente.

Fue tal vez el jugador de fútbol más respetado durante largos años porque responsabilizaba sus virtudes de ejemplar deportista con una invariable conducta de caballero. Una anécdota acude al recuerdo para avalar el concepto.

Eran los tiempos en que Jorge Brown jugaba para Quilmes —ya disuelto el viejo Alumni en un partido contra Huracán. Un jugador del “globito” enardecido en una jugada violenta, atropelló al crack y hasta se le plantó en forma agresiva.

El famoso “negro” Laguna corrió entonces hacia su compañero y tomándolo del cuello le gritó mientras lo sacudia:

—i¡Es Jorge Brown…! ¡Es Jorge Brown!

Claro, era el ídolo, el que estaba más allá de violencias, injusticias y enardecimientos. Y como tal ha pasado a la historia del fútbol.

Fue en su tiempo inigualable en el puesto de back derecho, y según Lancastrian, periodista deportivo de habla inglesa, era el mejor jugador en su puesto del fútbol rioplatense y también del inglés. Ese juicio era un reflejo sin exageraciones de la calidad del correcto capitán de Alumni, ante quien algunos de sus propios compañeros se paraban para contestarle y por quien un 3 de enero de 1936, la ciudad ensombreció su ritmo y su sonrisa.

Había caído para siempre Jorge Brown.

Primeros Ídolos Argentinos. Juan Domingo Brown

Forma parte de aquella heroica familia convertida en precursora del fútbol argentino en ese legendario cuadro que se llamó Alumni y que tantos buenos jugadores dio a nuestro balompié, cuya vigencia se extendió más allá del final del conjunto.

Cuando joven no tenía predilección por la práctica de los deportes, de modo que pocos eran eran los signos que podían denunciar en Juan Domingo Brown al gran back, que ganaría una fama difícil de comparar, tanto en el seleccionado argentino como en 5u equipo. Fue primo de los hermanos Brown que hicieron desde comienzos de siglo la base del conjunto rojiblanco y de todos, el que más extendió su trayectoria por campos argentinos.

Puedes leer aquí: Jorge Gibson Brown, el Primer Gran Jugador Argentino.

Así como fue casual su acercamiento al fútbol, sería imprevisto su debut internacional. Se jugaba la primera edición de la Copa Lipton contra los uruguayos y cuando restaban pocos minutos para iniciarse el cotejo, Ernesto no se había hecho presente en el estadio. Fue entonces cuando le pidieron que integrara el combinado como forward. Fue tan auspicioso su debut con la celeste y blanca que ya nadie dudó que ese hombre no podía quedar fuera del conjunto nacional. Siguió ¡integrando otros combinados, hasta que pasó a formar la zaga con Jorge Brown, pasando a ser inamovibles columnas de los combinados nacionales.

La primera ocasión en que ambos jugaron juntos como zagueros fue por consejo de Ernesto en un partido de entrenamiento, jugando el «pacífico» para el rival.

«Allí supe lo que significaba tenerlos enfrente —recordaba el forward—. Eran dos señores dentro de la cancha, que jamás iban bruscamente a la pelota, pero era imposible superarlos y si conseguía hacerlo con uno, surgía inmediatamente el otro para apoderarse del balón. Fue la mejor pareja de todos los tiempos».

Desde 1906 completó 38 partidos internacionales, conquistando 2 goles, ambos logrados en el sudamericano del 16, mediante la certera ejecución de penales.

Cuando se preparaba para jugar el torneo «América del Sud» en el ’10’, la prensa lo criticó diciendo que ya no rendía en la misma plenitud que lo había hecho en tiempos recientes. “La declinación parece haber llegado para Juan D. Brown, lejos del nivel que le conocimos en otras horas”. Barajados los nombres, final. mente aquellos que hicieron de su palabra un arma para anunciar el ocaso futbolístico de Juan Brown, debieron va. riar totalmente su postura, para hacer del elogio el justo reconocimiento por la gestión del zaguero. «Cachorro», lo apodaron sus compañeros y hasta 1916, la sapiencia del eficaz zaguero se mostró vigente. |

En 1931, Buenos Alres lloró la noticia que desparramaron los periódicos. Había muerto Juan D. Brown.