El Mundial de Suiza 1954

Hungria llegaba a la Copa del Mundo de Suiza ’54, con la rendida admiración de los entendidos y un fútbol que parecía estar lejos del alcance de cualquier contemporáneo. Los húngaros mantenían el invicto tras cuatro años y veinticinco partidos internacionales, con 104 goles a favor y sólo 25 en contra. Campeones olimpicos en 1952, completaban su extraordinario curriculum con dos resonantes victorias ante lnglaterra, obtenidas poco antes del quinto Mundial. Los húngaros habían vencido 6-3 en Wembley y propinado a los ingleses un vapuleo aún mayor en Budapest, 7.1. Eran invencibles, sin exageración, por lo menos hasta el día de la final.

El promedio de goles alcanzada en Suiza, 5,38 por partido, era el más alto de la historia del torneo, Y habría que esperar veintiocho años, para que en España 1982, superaran en seis tantos la cantidad absoluta lograda en aquella irrepetible ocasión: 140 goles. Treinta y cuatro países estuvieron en la fase eliminatoria y dieciséis era el número de plazas establecidas.

La organización del Mundial de Fútbol se concedió a los suizos debido a que, simultáneamente con la Copa, se celebraba el cincuentenario de la FIFA, que tenía su sede en Zurich.

Puedes leer aquí: El nacimiento de la FIFA.

Allí iba a verse el ocaso de un gran campeón, Uruguay, que caia con dignidad y no tendría otra vez protagonismo en la Copa, pese a su buena figuración de 1970. Faltó nuevamente Argentina, y las selecciones latinoamericanas, seis en 1950, fueron tres en 1954: Brasil, México y los uruguayos. Hubo cuatro grupos, con dos cabezas en cada uno, que no se enfrentaban entre sí; obviamente, tampoco los dos restantes. Dos equipos pasaban por grupo a los cuartos de final y, en caso de igualdad a puntos, se jugaba el desempate. Las instancias siguientes, hasta la definición del título, se dirimían a un partido.

Hungría dio fácil cuenta, 9-0, de Corea del Sur, uno de los debutantes del torneo, y goleó 8-3 a Alemania Federal, que introdujo seis suplentes en su alincación, El favorito tenfa una dernoledora arrancada, pero perdia frente a los alemanes a su capitán, Ferenc Puskas, que sólo iba a reaparecer en el último encuentro.

Otro de los grandes, Brasil, goleó 5-0 a México, en Ginebra. Los brasileños, que estrenaban, y ya no iban a abandonar, sus colores verde y amarillo, pasaron a los cuartos de final empatando a cero con Yugosiavia, vencedora previamente de Francia.

En el grupo 4, Italia volvía a fracasar en un Mundial, al perder 4 a 1 ante Suiza el partido de desempate. Suiza, que también se había impuesto en el primer encuentro de ambos, sorprendió a los italianos con el cerrojo, una formación ultradefensiva del entrenador Karl Rappan, que eligió precisamente un Campeonato pletórico de goles y fútbol de ataque para presentar su conservadora novedad. Primera en ese grupo quedó Inglaterra, con un triunfo sobre Suiza, 2-0, y una igualada con Béigica, 4.4.

Uruguay era cabeza, junto a Austria -con la que, entonces, no se enfrentaba- en el grupo 3. Tuvo dificultades en su primer compromiso, jugado ante Checoslovaquia en el barro. Se llegó al intermedio sin goles y marcaron Míguez y Schiaffino en el complemento. En cambio, el partido con Escocia -que otra vez era segunda en la Copa británica, pero decidía intervenir- fue una auténtica fiesta de la celeste. Los escoceses tenían una derrota ante Austria y necesitaban del triunfo para seguir en carrera. Pero Uruguay los dejó fuera, con espectacular contundencia. 7-0 con tres goles de Borges, dos de Miguez y dos de Abadie.

Ocho jugadores de Peñarol estaban en la alineación titular uruguaya: Máspoli, William Martínez, Rodr íguez Andrade, Obdulio Varela, Abadie, Miguez, Schiaffino y Borges. T res eran de Nacional, Santamar ía, Cruz y Ambrois. lban a actuar también Hohberg, de eficaz gestión, Carballo, Méndez y Souto. Una magnífica selección, que tenía en Santamaría en la defensa, Schiaffino como organizador del fútbol de ataque y, naturalmente, el gran Obdulio Varela, a tres de los astros de ese Mundial; y, tal vez, de todos los Mundiales que han sido.

Brasileños y húngaros chocaron en Basilea en el campo de juego y fuera de él. Hungría no contaba con Puskas, pero todos, titulares y suplentes, se enredaron en una formidable pelea. El árbitro, Ellis, expulsó a Nilton Santos y Boszik por mutua agresión. Venció Hungria, 4-2, y la riña colectiva, con golpes de puño y lanzamiento de botellas, continuó en los vestuarios.

En tanto, Austria y Suiza disputaban un partido de extraordinario desenlace. Los austríacos perdían 3-0, pero abrieron el cerrojo de Rappan y, conducidos por Ocwirk, su cerebro, terminaron haciéndolo trizas e imponiéndose 7 a 5.

Uruguay pasaba a las semifinales con una clara victoria en Basilea sobre Inglaterra, que echaba a un lado la flema y recurría a la violencia para evitar el rídiculo. La selección uruguaya superaba a la inglesa en todo el terreno y el partido era por momentos una soberbia exhibición de los celestes, con Schiaffino genial y Abadie, Ambrois y Borges imparables. Borges hizo el primer tanto y Obdulio Varela aumentó. Los británicos fueron entonces a la caza del hombre y Abadie resultó lesionado. Pero Schiaffino marcó el tercero y, cuando Inglaterra se acercaba, con goles de Lofthouse y Finney, el entreala derecho Javier Ambrois, que estaba también visiblemente sentido, cerró la cuenta en 4-2.

Uruguay conservaba aún el invicto en 30 años de partidos oficiales intercontinentales, pero había perdido dos titulares; especialmente, iba a sentir la baja de su caudillo, Obdulio Vare la, que hubo de abandonar la cancha tras su gol y sólo podia volver para ocupar simbólicamente la posición del puntero izquierdo, ya sin posibilidad de jugar.

Varela, alma y pulmón del equipo uruguayo, y en quien Brasil entero había individualizado al responsable de su derrota en Maracaná, tenía 37 años en 1954 y era profesional desde los 19. Debutó en primera división defendiendo a Wanderers, y pasó más tarde a Peñarol, donde permanecer ía hasta su retiro.

En la historia del fútbol uruguayo, donde no escasean los líderes de fuerte personalidad, destaca el perfil de Obdulio Jacinto Varela, por la confianza que infundía a sus compañeros y su rotundo control de su zona, el medio campo. De ejemplar profesionalidad e inasequible al desaliento, su voz de mando podía más que el tronar de un estadio entero, como lo probó en la final de Río.

Puedes leer aquí: Cual fue el balón de Suiza 1954.

El Mundial de 1954 era el último para Obdulio Varela y él sólo aceptaba despedirse bregando por el título de campeón, Asi, estuvo la noche anterior al partido con Inglaterra tratándose con hielo para aliviar el dolor y la inflamación de sus estragados tobillos. Dio un gol al triunfo de su equipo; pero las piernas no lo sostenían en la cancha y no pudo continuar. Era ése el final de su incomparable trayectoria de luchador.

Alemania Federal, que había superado el desempate frente a Turquía y quedaba segunda en el grupo 2, tras los húngaros, alcanzaba la cuarta plaza en las semifinales con triunfo sobre Yugoslavia, 2-0. A continuación demolía a Austria, 6-1, dando un campanazo de alerta que muy pocos tuvieron presente el día de la final.

La selección alemana, desconocida de muchos y oscurecida como casi todas por la enorme fama de Hungría, había dado prueba sin embargo de su potencia en la fase eliminatoria y en sus partidos de preparación para el torneo de Suiza. Cuando compareció a la final con los húngaros, tenía ganados quince de los dieciocho partidos internacionales jugados bajo la bandera de la República Federal Alemana, la nueva denominación nacional que se había dado en la posguerra. Fritz Walter, centro medio y capitán de la selección, era uno de los pocos jugadores alemanes en los que la crítica reconocía calidad técnica junto a la consabida condición atlética. Walter fue internacional 61 veces entre 1940 y 1958, y cumplió toda su trayectoria en el club de su ciudad natal, el Kaiserlautern.

Especialista en el tiro libre, era hombre de confianza de Sepp Herberger, el entrenador, que dividía con él el mando en los partidos. En el equipo alemán de 1954 -del que era también titular Ottmar Walter, hermarno de Fritz- el entendimiento del centro medio con el puntero Rahnn, el goleador, resultó letal para los húngaros. La oposición personal de Jules Rimet había frustrado hacia 1947 la primera tentativa -realizada en común por Austria, Finlandia, Inglaterra y Uruguay de rehabilitar a Alemania, que estaba expulsada de la FIFA a causa de la guerra. Pero en 1954, tras el definitivo levantamiento de la excomunión, el mismo Rimet iba a verse en el deber de entregar la Copa al equipo que siete años antes no admitía. El capitán alemán, Fritz Walter, fue co-protagonista de esa simbólica ocasión.

Para la disputa del Uruguay-Hungria, anunciado como el partido del siglo (aunque fueran, antes y después, muchos los partidos llamados del siglo) la policía acordonó el estadio de Lausana provista de cascos de acero. Se temía otra refriega como la del Brasil-Hungria. Pero lo que se vio, en cambio, fue una lucha leal e inolvidable, un clásico de colección.

Era nuevamente baja Puskas en Hungría y los uruguayos utilizaban tres suplentes. Palotas ocupó el sitio de Puskas; Souto y Carballo sustituyeron a los lesionados Abadie y Varela, respectivamente, en tanto que la sanción disciplinaria del habilidoso centro delantero Míguez -absurda, y nunca explicada satisfactoriamente- daba entrada a Hohberg. Caia una fuerte lluvia y el terreno iba a ser un lodazal en algunos sectores. No obstante, el fútbol practicado resultó en todo momento de alta clase. Más renovadora la aportación húngara, que enviaba al desván de la historia el sistema WM, con un esquema flexible estable cido por el técnico, Gustav Szebes, y la doble función de ataque y contención de varios jugadores.

En cuanto a los uruguayos, en ellos prevalecían sobre las concepciones tácticas los recursos emanados de la buena técnica; la inspiración, el imprevisto, y el oficio futbolístico de una dilatada experiencia internacional. Desde luego, también el temperamento, la voluntad de no entregarse jamás. Czibor anotó para los húngaros en el primer tiempo con disparo sesgado desde la izquierda y Hidegkuti aumentó. La selección de Hungría llevaba claramente la iniciativa, con Boszik y Hidegkuti -un centro delantero que en la M de Gustav Szebes se ubicaba detrás de los entrealas- controlando el medio campo.

Pero en el minuto 75 se produjo un vuelco drástico. En gran levantada, Uruguay ponía en aprietos a la defensa rival. Bien asistido por el debutante Néstor Carballo, Schiaffino equilibraba el medio juego y Hohberg avanzaba con peligro. En una combinación con Schiaffino, de tenso dramatismo, con un Uruguay de alta moral que olvidaba sus bajas, se apoderaba del partido y buscaba el triunfo, tras empatar también por medio de Hobberg.

Obdulio Varela ha dicho que, a su juicio, Uruguay era mejor que Brasil en 1950 e inferior a Hungría en 1954. Pero lo cierto es que, ya en el alargue y con el 2-2 todavía en el marcador, el goleador Hohberg estrelló un pelotazo mortífero en el marco de Grosics y, aún antes de la finalización del segundo tiempo, Boszik había desviado un tiro de Schiaffino en la misma línea de gol. La mejor preparación física de los húngaros resolvió el partido. Por fin, el oportunismo de Kocsis y su eficacia en el juego de cabeza dieron el triunfo a su selección; 4-2.

Subestimada Alemania como lo fuera cuatro años antes Uruguay, la final se esperaba como la consagración de Hungría. Había 50.000 espectadores el día 14 de julio, en el estadio de Berna. Los estadios suizos eran pequeños, aunque siempre fueron ocupados por completo y el alto costo de las entradas iba a asegurar la financiación del torneo.

Puskas, cuya intervención tonificaba anímicamente a su equipo, salió a jugar el partido contra la opinión de los médicos. Puskas puso en ganancia a Hungría, a los seis minutos, volvió a sentirse. Hungria dominaba Y, lanzada siempre al ataque, aumentó mediante Czibor, a los ocho.

Pero la tenacidad de los alemanes era como su condición física, a toda prueba. Morlock anotó enseguida y Rahnn igualaba el marcador doce minutos después de haberse abierto. Los húngaros ajustaron en la segunda parte la presión sobre el arco de Turek, que respondia sin embargo con seguridad. A cinco minutos del final, un contragolpe alemán obligó a Boszik a un rechace en falso. La pelota fue a Schaefer, que centró hacia Fritz Walter y Rahnn. El puntero alcanzó el pase y batió al golero Grosics.

Estimulados por Puskas, que se sobreponía a su lesión y organizaba la última oportunidad de evitar la derrota, los húngaros cargaron una y otra vez sobre la zona de peligro alemana. Y Puskas marcó, aunque en off-side, y el árbitro anuló el tanto. Inmediatamente terminaba el partido.

La federación alemana de fútbol, que en ese tiempo era tan austera como la vida en su país, recompensó a los campeones con un premio exiguo, 2.000 marcos. En cuanto al equipo húngaro, la derrota y posterior emigración de varios de sus astros -como Kocsis, Puskas y Czibor- iban a liquidarlo. Hungría no ha vuelto a tener un fútbol de tanta calidad como el de los fantásticos concertistas de Gustav Szebes.

En tanto, un desangelado equipo uruguayo perdía el tercer puesto ante Austria, 3-1. El partido se jugó en Zurich; hubo incluso un gol en contra de Cruz, y un penal convertido por los austríacos. Para Uruguay-cuyo tanto lo marcó tambión esa vez Hohberg- el Mundial había terminado en realidad en la semifinal de Lausana.

Resultados del Mundial Brasil 1950

Treinta y tres paises se inscribieron para jugar la fase eliminatoria, pero sólo llegaron a jugarla veintitrés por renuncia de Bélgica, Austria, Turquia, Ecuador, Peru, Argentina, Escocia, Filipinas, Birmania y la India. Clasificados de oficio, Brasil, país organizador e Italia, último campeón del mundo.

GRUPO 1

Brasil-México 4-0 (1-0)
Yugoslavia-Suiza 3-0 (3-0)
Yugoslavia-México 4-1 (2-0)
Brasil-Suiza 2-2 (1-2)
Brasil-Yugoslavia 2-0 (1-0)
Suiza-México 2-0 (1-0)

Clasificado Brasil.

GRUPO 2

España-Estados Unidos 3-1 (0-1)
Inglaterra-Chile 2-0 (1-0)
Estados Unidos-Inglarerra 1-0 (1-0)
España-Chile 2-0 (2-0)
España-Inglaterra 1-0 (0-0)
Chile-Estados Unidos 5-2 (2-0)

Clasificado: España.

GRUPO 3

Suecia-Italia 3-2 (2-1)
Suecia-Paraguay 2-0 (2-1)
Italia-Paraguay 2-0 (1-0)

Clasificado: Suecia.

GRUPO 4

Uruguay-Bolivia 8-0 (4-0)

Clasificado: Uruguay.

RONDA FINAL VENCEDORES DE GRUPO

Uruguay-España 2-2 (1-2)
Brasil-Suecia 7-1 (3-1)
Uruguay-Suecia 3-2 (1-2)
Brasil-España 6-1 (3-0)
Suecia-España 3-1 (2-0)
Uruguay-Brasil 2-1 (0-0)

CLASIFICACION FINAL

EquipoJGEPPts.
1Uruguay32105
2Brasil32014
3Suecia31022
4España30120

RONDA FINAL

Uruguay: 2
España: 2

Brasil: 7
Suecia: 1

Uruguay: 3
Suecia: 1

Brasil: 6
España: 1

Suecia: 3
España: 1

FINAL

Uruguay: Máspoli, M. González, Tejera, Gambetta, Varela, Andrade, Ghiggia, Pérez, Schiaffino, Morán.

Brasil: Barbosa, Augusto, Juvenal, Bauer, Danilo, Bigode, Fiaca, Zizinho, Ademir, Jair, Chico.

Uruguay: 2 (Schiafino, Ghiggia)
Brasil: 1 (Fiaca).

Arbitro: Reader (Inglaterra)

CAMPEÓN URUGUAY

El Equipo Ideal del Mundial Brasil 1950

Los periodistas deportivos en la Copa del Mundo Brasil 1950, realizaron la votación para formar la selección ideal del torneo, todos aquellos jugadores que se destacaban en cada una de las 11 posiciones dentro del campo de juego.

La formacion ideal de 1950 fue la siguiente:

  • Ramallets (España)
  • Matías González (Uruguay)
  • Tejera (Uruguay)
  • Bauer (Brasil)
  • Varela (Uruguay)
  • Puchades (España)
  • Ghiggia(Uruguay)
  • Zizinho (Brasil)
  • Ademir (Brasil)
  • Schiaffino (Uruguay)
  • Gaínza (España).

Puedes leer aquí: Como era el balón de la Copa del Mundo Francia 1950.

El Mundial de Brasil 1950

Un fútbol de gran calidad y la mítica garra uruguaya, iban a sobresalir en el primer Mundial de la posguerra, que Brasil postergó un año, de 1949 a 1950, para dar remate a la construcción de sus estadios.

La candidatura de Brasil como sede estuvo considerada por la FIFA en 1938, junto con otras, y en 1947, en Luxemburgo, se le otorgó efectivamente la oportunidad al mismo tiempo que la Copa recibía el nombre de Jules Rimet.

Puedes leer aquí: La Copa Jules Rimet – El Primer Trofeo de la Copa del Mundo

33 fueron las inscripciones para la fase eliminatoria, pero renuncias posteriores dejaron el total en 23. Entre los que desistieron estaba Argentina, hegemónica en las confrontaciones sudamericanas de los años cuarenta y cuyas grandes figuras emigraban al fúitbol de Colombia, que se había apartado de la FIFA y desconocía la reglamentación oficial en materia de traspasos internacionales.

Las bajas determinaron el acceso directo a la fase final de Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. La representación latinoamericana se completaba en 1950 con México y, naturalmente, Brasil.

Las selecciones de las Islas Británicas, que participaban por primera vez de un Mundial, tuvieron su serie eliminatoria en la Copa de las Naciones del Reino Unido. Allí triunfó Inglaterra, y Escocia, que se clasificaba asimismo con su segundo puesto, resignó su derecho por discrepar del sistema acordado en la zona por la FIFA.

Francia también se inhibió, al conocer el fatigoso programa de desplazamientos que le aguardaba en Brasil. El total fue entonces de trece sel ecciones, el mismo que veinte años antes, en Montevideo, solamente con cuatro de los equipos del Mundial de 1938, Italia, Suecia, Suiza y el local.

Cuatro cabezas de serie, Brasil, Inglaterra, ltalia y Uruguay, iban a enfrentarse en liguilla a tres rivales: los dos primeros, dos el tercero y sólo a uno el cuarto. El título se resolvía por los puntos obtenidos en la segunda ronda, a la que no pasaban mas que los vencedores de grupo. Fue esa la única ocasión en que el sistema de liga estructuró íntegramente el torneo Mundial.

Una salva de veintiún cañonazos y la suelta de palomas y globos saludó, el 24 de junio, el ingreso al césped del Maracaná de la selección brasileña, con su capitán, Augusto, al frente. Tanto y tan escalofriante era el estruendo en las tribunas que los jugadores mexicanos, primeros contrican tes de Brasil, esperaron quince minutos en el interior del túnel de salida a que la fiesta se serenara.

El Maracaná estaba aún en obras cuando las delegaciones deportivas Ilegaron a Río de Janeiro. El gobierno destacó soldados a reforzar las cuadrillas de trabajadores, y cientos de camiones cruzaban dia y noche la ciudad Ilevando cargas de cemento al estadio. Pero los partidos iban a jugarse con el recinto incompleto y la construcción no terminaría sino después del Mundial. El director técnico Flavio Costa concentraba a su equipo en Minas Gerais, en severo régimen de claustro y a prudente distancia de las tentaciones y los hinchas de Río de Janeiro. Flavio Costa, que contaba con una nueva generación de astros, quería disciplinar a sus hombres y confiaba en crear con ellos un bloque compacto, que los hiciera imbatibles. Casi lo consigue. Brasil venció cuatro veces al arquero mexicano Antonio Carbajal -que iba a ser el jugador de participación más prolongada en los Mundiales, con cinco torneos de titular y las 125.000 personas que estrenaban el Maracaná empezaron ya a embriagarse con el perfume de la Copa. En cambio, fue todo dudas y decepción días después, en San Pablo, donde Suiza estuvo en ventaja sobre los brasileños hasta promediada la segunda etapa y puso peligro aún tras el empate a dos goles de Baltazar, con una internada de Fatton que, solo ante Barbosa, fue frenado por el silbato final del árbitro. En el mismo grupo, Yugoslavia triunfaba en sus dos primeros compromisos y amenazaba la clasificación del local. Frente a Brasil, en Río de Janeiro, los yugoslavos empezaron el partido con diez jugadores, debido a la baja temporal del entreala Rajko Mitic, que sufrió un corte en la cabeza cuando sal ía a la cancha. Ademir marcó a los tres minutos y Brasil venció 2-0, ayudado por la lesión de Mitic -pues no se admitían cambios- Y, especialmente, por la incorporación de Zizinho al equipo, Zizinho, que era un auténtico maestro en la distribución del juego, fue autor del segundo gol.

DESCALABRO Y ELIMINACION DE INGLATERRA

Un resultado que parecía tras tocar la realidad de las cosas sedaba en Belo Horizonte. Allí, Inglaterra, la favorita de muchos a la victoria final en la Copa, era derrotada contra todo pronóstico por Estados Unidos. Los ingleses se habían impuesto trabajosamen te a Chile, 2-0, y los norteamericanos llegaban de poner en apuros a España, que sólo en los últimos diez minutos del partido había remontado y dado vuelta un marcador adverso. Pero no era posible dudar de la aplastante superioridad británica y la estupefacción fue tan generalizada que no se tomó el nombre de quien marcaba el gol del triunfo norteamericano.

Todavia hoy se discute si atribuirlo al centro delantero Bahr o al entreala Souza. Los ingleses salieron con el orgullo herido a jugarse la clasificación frente a España, en Maracaná. La crítica optaba por saltearse el inaudito revés de Belo Horizonte y los hacía de nuevo sus elegidos. Y, por fin, Inglaterra iba a tener un buen desempeño; aunque también, otra derrota. El encuentro resultó equilibrado y de calidad. Un gol del centro delantero inglés Milburn fue anulado antes del cuarto de hora, y España venció con remate de pierna derecha de Zarra, en el minuto tres de la segunda parte. Tampoco Italia, en el grupo 3, daba razón a sus antecedentes y perdia 3-2 en su presentación. Con el fresco recuerdo de la tragedia aérea de la colina de Superga, donde murieron el 4 de mayo de 1949 los jugadores del Torino, los italianos renunciaron al avión y viajaron a Brasil por via marítima, ganando peso y perdiendo entrenamiento. En San Pablo, Italia se puso en ventaja sobre Suecia, campeona olímpica en Londres, dos años antes, y uno de los últimos baluartes en Europa del amateurismo. Los suecos habían reconstruido su equipo tras marcharse la mitad de sus titulares al fütbol de Italia. Con figuras jóvenes, desprovistas de experiencia internacional, lograron la igualada y., finalmenzxte, la victoria. Reaparecieron entonces los contratistas italianos después del Mundial, para llevarse ocho jugadores y destrozar otra vez la selección de Suecia. Italia se impuso poco después 2-0 a Paraguay; pero Suecia, que había empatado 2-2 con los sudamericanos, sumaba tres puntos y se adjudicaba el grupo. Uruguay resolvióen Recife su único compromiso de la primera ronda hundiendo a Bolivia; 8-0, con goles de Schiaffino (4), Julio Pérez, Vidal y Ghiggia. Uruguay alineó a Máspoli, Matías González, Tejera, Juan Carlos González, Obdulio Varela, Rodríguez Andrade, Ghiggia, Julio Pérez, Míguez, Schiaffino y Vidal. Gambetta iba a Suplan tar luego a J.C. González como lateral derecho, y Morán sería el puntero izquierdo en la final; contra Suecia, estaría Aníbal Paz en el arco. Pocos cambios, pues, aunque el conjunto no iba a funcionar como tal sino una sola vez, la tarde del ultimo partido, para sorpren der a Brasil y ganar la Copa.

EL DIABLO EN LOS PIES DE ALCIDES GHIGGIA

En el partido con España, el 9 de julio, y después ante los suecos, la derrota estuvo amenazando a la seleccion uruguaya. Los españoles ganaban en San Pablo, con dos goles de Basora contra uno de Ghiggia, cuando la intervención casi providencial de Obdulio Varela, que lanzó desde cuarenta metros un disparo que no esperaba el excelente arquero Antonio Ramallets, igualó el resultado. Mas inquietante fue quizás para los uruguayos, por contras tecon el 7-1 de Brasil ante el mismo adversario, el inexpresivo 3:2 frente a Suecia, conseguido con sufrimiento y tras ir dos veces endesventaja. Los gol es se debieron a Julio Pérez, Miguez y nuevamente Ghiggia, que anotó el primero de los celestes. Alcides Edgardo Ghiggia, para todos el mejor puntero, y para muchos figura sobresaliente, junto al brasileño Zizinho, del Mundial de 1950, fue allí el único jugador que marcó en todos los partidos en que intervino, que fueron Ios cuatro de Uruguay en el torneo. De frágil complexión, sus armas eran la velocidad, la inspiración, el dribbling seco y en profundidad, y el tiro poten te, inesperado y de cualquier posición. Como el argentino Corbatta y el brasileño Garrincha, Ghiggia pertenecia a esa estirpe extinguida de los punteros-espectáculo, supremos individualis tas y grandes habilidosos, que desordenaban toda formación defensiva rival.

Puedes leer aquí: Cual fue el balón del Mundial de Brasil 1950.

Ghiggia tenía 24 años en 1950; se inició en Sud América, de Montevideo, para pasar a Atlanta de Buenos Aires y alinearse luego en una de las delan teras más goleadoras que ha tenido Peñarol; la misma, con la única susti tución de Hohberg por Julio Pérez, que Uruguay envió al Campeonato de Río. Ghiggia jugó doce partidos internacionales con la celeste uruguaya -ninguno en su pais- y fue cedido al Roma después de la victoria de Maracaná. Tras ocho temporadas pasó al Milan y, naturalizado italiano, fue cinco veces titular de la selección azul. De regreso en Montevideo, es enroló en Danubio. Aún continuaba en activo a la edad de cincuenta años, como aficionado, y era el capi tán de su equipo en los juegos deportivos municipales de 1976.

MESTRE ZIZA

La selección de Brasil alcanzaba en Río de Janeiro el apogeo de su fútbol y convertía sus partidos en festival. Libres de las inhibiciones que los agarrotaron en la serie inicial, los brasileños tenian un juego atacante casi perfecto en la tripleta Zizinho-AdemirJair y nadie se fijaba en las debilidades defensivas del equipo que barría sucesivamente a Suecia, 7 a 1, y a España, 6-1 para meterse en la final de la Copa del Mundo.

A partir de este momento, esta final entre el local Brasil y la selección de Uruguay, iban a protagonizar uno de los partidos mas recordados en la historia de los mundiales. Donde sorpresivamente el visitante enmudeció no solo a todo un estadio sinó que al mundo entero logrando un trinfo por 2 a 1,coronando a Uruguay Campeón Mundial 1950.

Puedes leer aquí: La Historia del Maracanazo.

Esta hazaña fue recordada bajo el nombre de Maracanazo.

Resultados del Mundial Francia 1938

Dos países estaban previamente ya clasificados, Italia, el último campeón del mundo y Francia, país organizador. Junto a ellos se sumaron, Alemania, Suiza, Bélgica, Brasil, Polonia, Checoslovaquia, Holanda, Cuba, Rumania, Noruega, Hundría, Suecia e Indias Holandesas.

OCTAVOS DE FINAL

Suiza – Alemania 1-1 (1-1) tiempo extra
Suiza – Alemania 4-2 (0-2) desempate
Cuba – Rumania 3-3 (2-2) tiempo extra
Cuba – Rumania 2-1 (0-1) desempate
Hungría – Indias Holandesas 6-0 (4-0)
Francia – Bélgica 3-1 (2-1)
Checoslovaquia – Holanda 3-0 (0-0) tiempo extra
Brasil – Polonia 6-5 (4-4) tiempo extra (3-1)
Italia – Noruega 2-1 (1-1) tiempo extra (1-0)

Suecia llegó a cuartos de final sin jugar ningún partido, ya que Austria no participó por su anexión a Alemania.

CUARTOS DE FINAL

Suecia – Cuba 8-0 (4-0)
Hungría – Suiza 2-0 (1-0)
Italia – Francia 3-1 (1-1)
Brasil – Checoslovaquia 1-1 (1-1)
Brasil – Checoslovaquia 2-1 (0-1) desempate

SEMIFINALES

Italia – Brasi 2-1 (2-0)
Hungría – Suecia 5-1 (3-1)

TERCER PUESTO

Brasil – Suecia 4-2 (1-2)

FINAL

Italia: Olivieri, Foni, Rava, Serantoni, Andreolo, Locatelli, Biavati, Meazza, Piola, Ferrari, Colaussi.

Hungria: Szabo, Polgar, Biro, Szalay, Szucs, Lazar, Sas, Vincza, Sarosi, Szengeller, Titkos.

Italia: 4 (Colaussi 2, Piola 2)
Hungría: 2 (Titkos, Sarosi)

Arbitro: Capdeville (Francia)

Puedes leer aquí: Como fue el Mundial de Fútbol Francia 1938.

CAMPEÓN ITALIA