El fútbol argentino, por esencia, ya antes de nacer había sido el mejor del mundo. Esta sentencia, con sentido metafórico, se hizo vigente por la sensibilidad e idiosincrasia que la naturaleza le otorgó a nuestros jugadores.
Pero el largo proceso estructurado a través de la historia se fue gestando en medio de una etapa donde la leyenda se une al hecho cierto. Aquí el historiador se acerca pacientemente a la verdad sin destruir la poesía que encierra todo mito.
Si consideramos la singular atracción que ejerce sobre los niños, aun en aquellos de edad tierna, la presencia de un objeto cualquiera en el piso; si vemos que de inmediato le nace un impetu instintivo que lo mueve a patear dicho objeto, podemos aceptar como cierta la hipótesis de que el fútbol existe desde que el hombre alcanzó la condición de tal, al plantarse sobre sus extremidades inferiores y» erguir el tronco, diferenciándose así de sus antecesores. De allí que las primitivas pelotas serían objetos diversos, adaptados al fin perseguido por el juego. Se sabe que los normandos que invadieron las islas británicas practicaban un juego simple y enérgico utilizando a modo de pelota el cráneo de un enemi.go muerto en acción bélica o el que hubiera pertenecido a un esclavo. Fácil resulta entonces conjeturar que este juego salvaje guarda muy poco parecido con el fútbol actual de depurado estilo, pero no por ello deja de ser cierto que allí, en el impulso dado a un cráneo mondo, está la raíz del deporte popular por excelencia.
Lenta debió ser la evolución del viril juego hasta acercarlo a sus formas actuales y algunos signos exteriores evidenciaron, desde el comienzo, sus características de popularidad, En el siglo XIV de nuestra era debió prohibirlo entre sus hom. bres el rey Eduardo lll, ya que la pasión por el juego se había enseñoreado del espíritu de las tropas y restaba a los sol. dados del diario ejercicio en la práctica del arco.
Las corrientes inmigratorias están íntimamente ligadas a la vida que fue evolucionando en nuestro país. Muchas de las costumbres que desplegaron los «gringos» fueron arrinconándose en las preferencias del argentino. Ya por 1900, era el fútbol un deporte que despertaba la pasión de los porteños.
Ni rastros quedaban de las risas burlonas que seguían el accionar de los marineros británicos llegados a nuestro suelo, corriendo tras una esfera de cuero, para darle un puntapié en busca del rectángulo formado por tres parantes. El lenguaje futbolístico era doméstico para analizar a quienes practicaban el viril juego.
Atrás quedaron aquellos que echaron las semillas para que el deporte fuera cobrando adeptos a sus prácticas. Los encarnizados enfrentamientos entre las familias Hoogs y Hedley, con su rivalidad, echaron los primeros pasos del balompié en el Río de la Plata.
Y atrás quedaron también quienes fueron sus detractores. El fútbol siguió su marcha en la historia. En esa senda llegó a Buenos Aires y muy pronto cubrió el territorio de todo el país.
Puedes leer aquí: 1893 Hutton crea la Argentine Association Football League (hoy AFA).
(Del 60 al 70 se prolongó una indefinida etapa de juego sin ley en el que participaban británicos que repetían aquí lo que ya había hecho en las islas.).