Filpo Núñez, el argentino que dirigio a Brasil

Nélson Ernesto Filpo Núñez nació el 19 de agosto de 1920 en Buenos Aires. Antes de ser entrenador de fútbol, lo intentó como jugador a finales de los años 30 pero no logró mantenerse. Autodefinido como un “mal jugador”, vistió la camiseta de Estudiantil Porteño en 1935 y luego pasó a Acasuso, finalizando su campaña precozmente a causa de una lesión.

En 1948, a los 28 años se inició como DT en Independiente de Mendoza, para luego pasar por Vélez y Lanús del fútbol argentino, luego incursiono por equipos de México, Venezuela, Portugal y Ecuador, donde incluso entrenó a la selección nacional. Su relación con Brasil comenzó mientras estaba a cargo del Deportivo Municipal, de La Paz. En una excursión del equipo brasilero Bangú a La Paz conoció a su DT, el recordado Tim, quien a su vez lo llevó hasta Martim Francisco, otro técnico que, a pura insistencia, arrastró a Filpo Núñez con él.

Ya en 1955, y sin hablar portugués, Filpo le pidió trabajo en Belo Horizonte a José Greco, el presidente del Cruzeiro, y debido a la mala campaña que atravesaba el club, acepto en contratarlo. Infelizmente no logro destacarse por lo que abandono la institución al poco tiempo. A pesar de su mal comienzo, esto le sirvió de apertura en el mercado brasilero. Poco tiempo después, comenzó a sobresalir en los torneos estaduales de San Pablo, con el Guaraní, América, Portuguesa Santista y Jabaquara. Con estos últimos, incluso, se dio el lujo de ganarle 6 a 4 al Santos de un muy joven Pelé, ganándose el apodo de Don Nelson.

En 1960 asumió la dirección técnica del Vasco da Gama. «La espontaneidad y la naturalidad son condiciones esenciales para jugar al fútbol», afirmaría Filpo «Don Nelson» Nuñez, al Jornal do Brasil, al llegar a Río de Janeiro. Poco a poco su figura comenzó en ascenso y hasta recibió el apodo de Milongueiro, por su particular vestimenta, sus gestos y sus gritos en portunhol. Nuevamente deja al Vasco sin ganar ningún título para pasar un tiempo desempleado.

La prensa de la época lo definían como un gran «motivador», una persona que sabía usar como pocos la psicología con sus jugadores.

En 1964 firmó con el Palmeiras, para intentar opacar al Santos de Pelé.

Su gran debut fue nada más y nada menos que ante el equipo de O’Rei en Vila Belmiro, donde Palmeiras se impuso por 3 a 2. «Mi táctica es simple: pim, pam, pum, gol», dijo Núñez, al ser consultado sobre su exitoso planteo. «A mí me gusta el juego ofensivo. Mis equipos pueden recibir hasta cinco goles en un partido, pero tienen que ser capaces de meter siete».

En 1965, consiguió hacerse del Torneo Río-Sao Paulo, ganando con gran autoridad. Palmeiras era, sin dudas, el equipo del momento. Por eso, la CBD (actualmente CBF) decidió homenajearlos con una invitación: el plantel completo representaría a la selección de Brasil por un partido en la inauguración del estadio Mineirão, en Belo Horizonte, ante Uruguay.

El 7 de septiembre de 1965, los palmeirenses vistiendo la camiseta amarilla de Brasil le ganaron a la Celeste por 3 a 0, con goles de Rinaldo, Tupãzinho y Germano.

Así, Filpo Núnez se convirtió en el primer -y hasta hoy, único- técnico extranjero en dirigir solo a la seleccion de fútbol de Brasil, ya que anteriormente el portugués Joreca en 1944 lo había hecho en dupla con un brasileño, Flávio Costa.

Un mes después de aquella tarde de gloria, Don Nelson fue desplazado por la dirigencia, debido a que había perdido «el prestigio y el respeto del plantel». A partir de allí pasó sin pena ni gloria por varios equipos, incluido el poderoso Corinthians, y Vélez.

A finales de 1970 comando varios equipos «chicos» del interior de Brasil, que lo contrataban más por su excentricidad que por su curriculum «Adonde sea que vaya, es la atracción. Divierte e impresiona con su excentricidad», escribió la revista Placar, mientras Filpo Núñez dirigía en Araçatuba, una ciudad ubicada al noroeste del estado de São Paulo. «Hace poses, grita mezclando el portugués con el español, interrumpe jugadas, da instrucciones abrazando a los jugadores y lanza frases de efecto: ?Si no patean al arco, no le van a hacer un gol ni al arco iris'».

En Bahía, duró apenas 45 minutos como técnico del Catuense.

En 1986 ya por el final de su carrera dirigió al Fabril, de Minas Gerais. En apenas una semana, le gano a los gigantes del estado como el Cruzeiro y Atlético, en el campeonato Mineiro. «Yo soy un ídolo. Si aceptase todas las invitaciones para almuerzos y cenas que tengo, ya estaría pesando 120 kilos», decía casi a los gritos.

Finalmente Filpo Nuñez nunca más regreso a su Argentina natal, perdió todo su dinero en el juego para morir pobre, en 1999, en la favela de Heliópolis, al sudeste de São Paulo. Hasta ese último día, con 79, entrenó a un grupo de niños en una escuelita de fútbol.