El Mundial de Alemania 1974

A la selección holandesa la llamaban en 1974 la naranja mecánica, por la fácil referencia a una película del momento, conocida de casi todos. La selección holandesa era naranja, en el color de su camiseta, pero en absoluto mecánica; podía ser, tal vez, electrónica. Un producto de la electrónica de vanguardia, de futuristas prestaciones y gran variedad y velocidad de respuesta de su memoria de datos y programas. Feyenoord, de Rotterdam, y Ajax, de Amsterdam, retenían la Eurocopa de clubes desde 1970 y el juego que practicaban era el punto de giro de dos edades del fútbol; los holandeses habían conseguido el fútbol total. Por técnica, evolución de sistemas, potencia, resultados, y por la invencible tentación de buscar comparaciones, se les parangonaba con la máquina húngara de exactamente veinte años antes. Y, aunque sabido es que la historia no puede repetirse como tragedia, en el caso ¡ban a ser los alemanes, como en 1954, otra vez los destructores del mito.

El Mundial de Alemania fue abierto en el Wal|stadion, de Frankfurt, en día martes y trece, con una muestra de música y danzas de los países participantes. Estos llegaban de una criba previa en la que intervinieron 92 selecciones. Estaba en disputa la segunda Copa, Ia F|FA, y, como parece preceptivo en toda nueva convocatoria del torneo, en la República Federal iban a superarse las marcas de público y recaudación de la organización anterior. 1.766.690 personas pasaron por boleterías para asistir a los 38 partidos disputados. Y más de ochocientos millones, según estimación, siguieron por televisión el desarrollo de la final.

Si bien el número de equipos admitidos se mantuvo en dieciséis, se jugaron seis encuentros más que en México, debido a la modificación del sistema clasificatorio en la segunda mitad del certamen. No hubo cuartos de final, ni semifinales. Los dos primeros de cada uno de los cuatro grupos originales -o sea, ocho selecciones en total fueron distribuidos en dos |iguillas paralelas, denominadas A y B. El vencedor, por puntos, del grupo A, se enfrentaba por el título con el primero del grupo 8; quienes quedaran segundos luchaban por el tercer puesto. De ese modo, el programa se estiraba y se concedía menos oportunidad de resolución .a contingencias aisladas de buena o mala fortuna.

Como en los dos Mundiales precedentes, el primer partido terminó con marcador cerrado. Lo jugaron Brasil y Yugoslavia, una vez acallada la música en el Wallstadion; el campeón del Mundo se mostró muy conservador y desprovisto de ataque. Brasileños y yugoslavos formaban parte del grupo 2 y allí la definición la iba a dar, por diferencia de goles, lo que se pudiera hacer y evitar frente al más débil, Zaire. Escocia, con empate ante los dos fuertes y la misma suma de puntos que ellos, le marcó dos tantos a Zaire. Invicta, Escocia -que era representante única del Reino Unido en el Mundialquedé fuera de carrera, ya que los yugoslavos habían logrado 9-0 en el mismo test, y 3-0 Brasil.

Chile fue el primer contendiente de Alemania Federal y perdió, 1-0. Chile, que a… tuvo la expulsión de Caszely, su mejor valor, había llegado a la fase final sin completar sus compromios de clasificación. Tras derrotar a Perú en desempate resuelto en Montevideo, sólo jugó, e igualó, el encuentro de ¡da con la URSS, en Moscú. Ambas selecciones se enfrentaban a causa de un cruzamiento de zonas eliminatorias establecido por la FIFA para decidir a fútbol el definitivo equilibrio numérico relativo entre Europa y América del Sur en el torneo de 1974. Sobrevino el derrocamiento de Salvador Allende, el estadio Nacional de Santiago fue campo de concentración de pr¡= sioneros políticos y la Unión Soviética soi¡citó terreno neutral, negándose a viajar a Chile. Rehusado su pedido, los puntos fueron para los chilenos y la eliminación para la URSS.

EL CHOQUE DE LAS DOS ALEMANIAS

Los alemanes federales eran campeones de Europa de selecciones, pero su astro, Gunter Netzer, se lesionó, y Overath hubo de suplírlo. Overath anotó ante Australia, y luego’lo hicieron Cullmann y Gerd Múlier.

Frente a la selección de la República Democrática Alemana, Netzer volvió al juego a falta de veinte minutos para el final, pero no pudo nivelar el marcador. La política de apertura hacia el este del gobierno socialdemócrata de Bonn facilitaba la presencia simultánea y casi sin traumatismos de las dos Alemanias en el Mundial. El sorteo Ias emparejó en el grupo 1 y ambas chocaron el 24 de junio, con victoria 1-0 de la RDA. Con cinco puntos -ya que habían derrotado 2-0 a Australia e igualado 1-1 con Chilelos alemanes orientales quedaron primeros. Los occidentales, en tanto, iban a tener una contrapartida beneficiosa a su bajo rendimiento inicial: siendo segundos, Ies correspondía en la fase siguiente el grupo más asequible, el B, en tanto que la RDA pasaba al A, donde estaba Holanda, la selección maravilla.

Los holandeses tuvieron una presentación relumbrante, el sábado 17. Ante Uruguay, Holanda descubrió casi cuanto podía dar;un exceso, habida cuenta la escasa enjundia del equipo celeste y el parco marcador final. Los diez hombres de campo en doble función, ataque y defensa; pressing a la salida del rival; relevos impecables y continuos, tanto en línea vertical como horizontal. Todo a alta velocidad, con eficacia y resto físico. Fue ese el mejor partido de Johann Cruyff en el torneo, según una amplia opinión. Aunque los goles los anotó Rep; fueron dos y debieron ser muchos más.

Holanda quedó a la cabeza del grupo 3; empató a cero con Suecia -de buena actuación en el Mundial alemán-y venció 4-1 a Bulgaria. Aventurándose a salidas de casi treinta metros en su campo, el golero Jongbloed dio prueba, contra los búlgaros, de que estaba también comprendido en la revolución futbolística holandesa.

URUGUAY JUNTA CRACKS Y QUEDA ULTIMO

La selección uruguaya había superado a Colombia y Ecuador en su zona eliminatoria y recobrado a muchos de sus titulares de clubes extranjeros. Peñarol era campeón del Uruguayo, aunque Nacional lo había ganado en cuatro de las últimas cinco temporadas. No estaban |ejanas las Copas, Libertadores e Intercontinental, conquistadas por Nacional en 1971. Debutaba Fernando Morena en los Mundiales y famosos emigrados, como Pedro Rocha, Mazurkiewicz, Pavoni, Montero Castillo y Pablo Forlán, comparecían ante Roberto Porta, técnico de los celestes.

Los jugadores uruguayos estuvieron ¡unto a Juan María Borda. berry en los balcones de la Casa de Gobierno y, a la vista del Presidente del impopular régimen cívico-militar, no hubo muchos aplausos entre el público reunido circunstancialmente en la Plaza Independencia. Pero al partir hacia Alemania, la se!ección llevaba la confianv za y la esperanza de los aficionados al fútbol.

En tres partidos, Uruguay iba a lograr sólo un gol a favor -de Pavoni, ante Bulgariapor seis en contra; quedó último en el grupo 3, con un punto. Montero Castillo agredió a Resenbrink y obtuvo la tarjeta roja frente a Holanda. La experiencia resultaba en desengaño; hubo indisciplina y no fueron muchos los jugadores que, como Mazurkiewicz y Elvio Pavoni, mantuvieran un comportamiento auténticamente profesional. En cambio, se conoció quien fijara una tarifa de cincuenta dólares a los entrevistadores de prensa; es que Johann Cruyff y los suyos vendían constantemente declaraciones, fotografías y camisetas usadas, y algún uruguayo, aunque desvalido de fútbol, también quería un sitio en el bazar.

Polonia, que en su zona había eliminado a Inglaterra, era el equipo revelación y dos de sus hombres, Leto, con 7, y Szarmach, con 5 tantos, ¡ban a encabezar la tabla de goleadores del Mundial. Polonia se impuso 3-2 a Argentina; apabulló a Haití, 7-0, y sumó otra victoria, sobre Italia, 2-1.

Dada la supremacía polaca, y en caso similar al que en e! grupo 2 determinaba la exclusión de Escocia, se trataba en el grupo 4 de hacerle muchos goles a Haití. Argentina e Italia igualaron su confrontación, 1-1. Y los albicelestes fueron más ejecutivos ante Haití, 4-1. Italia, vicecampeona del Mundo en 1970, sólo sacaba un 3-1 sobre el mismo rival y era sorpresivamente descartada del torneo.

HOLANDA ACABA CON LOS LATINOAMERICANOS

Alemania Democrática, Argentina, Brasil y Holanda, por un lado, y Alemania Federal, Polonia, Suecia y Yugoslavia, por e| otro, iban a dar los finalistas de la Copa y los dos aspirantes al tercer puesto.

El campeón, Brasil, y el desafiante, Holanda, llevaron mucho público y gran expectativa al estadio de Dortmund, y decepcionaron con un partido duro, opacado por goles bajos. La selección holandesa había vencido ya 4-0 a los argentinos -que no contaron allí con Babington, de excelente desempeño frente a Italia-y 2-0 a Alemania Democrática. Cruyff, dos veces, Krol y Rep anotaron ante Argentina; y Neeskens y Resenbrink en el encuentro con los alemanes del este.

Por su parte, Brasil no salió de su juego ¡nexpresivo frente a la RDA, a la que se impuso 1-0 con el recurso al tiro libre del especialista Rivelino. Los brasiieños se rehabilitaron, sin embargo, con gran juego ante Argentina, y el espectáculo fue el de un buen clásico sudamericano. En la presentación internacional de Mario Kempes, la selección argentina permanecía sujeta a tácticas defensivas, aunque estaba bien dotada de figuras. Rivelino marcó el primer gol y Brindis¡ igualó casi de inmediato, al ejecutar una falta. Brindisi ocupaba el lugar de Telch, que había controlado a Rivera en el partido contra Italia pero perdía la titularidad después de la goleada recibida de Holanda. Tras un desarrollo equilibrado, una escapada de Ze María junto a la banda fue culminada de cabeza por Jairzinho. 2-1 para Brasil.

Neeskens y Cruyff pusieron a Holanda en ventaja de dos goles y el equipo brasileño perdió los nervios cuando sus rivales comenzaron a retener el balón y dejar correr el reloj. Pelé había rechazado todos los ofrecimientos y presiones, negándose a volver a la selección; no había tampoco sustitutos de categoría para Tostao y Gerson. Brasil empleó la violencia y Neeskens, contusionado, y el gran zaguero Luiz Pereira, por expulsión, abandonaron la cancha. La reacción del juego brasileño se había agotado ante Argentina y, en Dortmund, el equipo olvidaba fútbol y buenas maneras. Ganó Holanda, 2-0.

La progresión de Alemania Federal era, en cambio, sostenida. Los alemanes batieron 2-0 a Yugoslavia, en Dússeldorf, y 4-2 a Sue= cia, bajo lluvia y en brillante partido. Polonia era el último rival a derrotar. Los polacos continuaban acumulando victorias; 10 sobre Suecia, con gol de Lato, y 2-1 a Yugoslavia, en Frankfurt, con tantos de Deyna, de penal, y del efectivo Gregorz Lato.

Una fuerte constitución física permitía ¿¡ Lato su habitual pro= tagonismo en el equipo polaco, Fue llamado a la selección en 1971 y, al día de hoy, ha intervenido en tres Mundiales consecutivos, siem= pre con destaque. El primero fue el de Alemania, el país donde dos años antes Polonia había ganado la medalla de oro olímpica.

Lato, maestro en el cambio de ritmo y de buen manejo del ba= Ión, ha ocupado todos los puestos en la delantera de la selección; en 1974, junto a Szarmach, Deyna y Gadocha, llevó el 9 a la espalda y fue el goleador del torneo; y con dieciséis tantos, su equipo resultó el más ejecutivo de cuantos allí intervinieron. Lato, campeón de Poionia en 1973 con el Sta! Mielec, pasó después del Mundial de Argentina al Lokeren, de Bélgica.

En virtual semifinal con Alemania Federal, Polonia no encontró el terreno en condiciones adecuadas para su juego clásico de pases largos y en profundidad. Frente a Lato estaba Sepp Maier, que fue el héroe del partido al detener al menos dos dispafos de gol. Maier, del Bayern Munich, tenía 30 años en 1974 y compartía el liderazgo de la selección con el Káiser Franz Beckenbauer. Maier hubo de retirarse del fútbol en 1979, después de un accidente de tránsito y con 476 partidos en su haber. Era seguro entre los tres palos y eficaz en las salidas; ganó con el Bayern Munich cuatro Campeonatos de Liga y cuatro de Copa. También, tres Copas de Europa y una Intercontinental. Fue titular de la se1eccíón de su país en los Mundiales de 1970, 74 y 78, y su nombre es fundamental en el gran ciclo alemán comenzado en 1972 con la conquista de la Eurocopa de

Naciones y cerrado con el mismo trofeo en 1980.

Tomaszewskí, de Polonia, ¡ba a privar a Sepp Maier del número uno de la selección ideal de 1974. Tomaszewski, desvió un penal disparado por Hoeness en el encuentro AIemania-Polonía, y no tuvo fallos en la defensa de su arco en el certamen. Alemania se impuso con muchísimo trabajo a Polonia, en partido jugado en ei barro, y bien pudo su contrincante ser el vencedor. 1-0, con gol de Múller.

Polonia conseguía el 6 de julio el tercer puesto, venciendo a Brasil. Frente a los 70.000 espectadores que estuvieron en el estadio olímpico de Munich, los brasileños volvieron a la opacidad y la ¡noperancia. 1-0, con gol en el minuto 76 de Lato, que llevaba a siete tantos su cuenta personal.

Eran 77.833 las entradas vendidas al día siguiente, en el mismo estadio. Cuando todavía ningún jugador alemán había tocado la D8¡0ta, Cruyff invadió el área de Maier y fue derribado por Hoeness; el árbitro inglés, Taylor, cobró el penal, que era el primero en una fína| de la Copa del Mundo. Neeskens descargó el tiro sobre el centro de! arco y los reflejos impulsaron a Maier hacia ¡a izquierda del jugador holandés.

Pero Helmut Schoen, director técnico alemán, vencería en su due!o con Rinus Michels, creador del moderno fútbol de Holanda. Años más tarde, Michels -que estaba ya en 1974 a cargo del Barcelona e iba a regresar a España con Cruyff y Neeskensdiría que el fútbol total de la selección holandesa sólo era adecuado a un torneo de corta duración, como el Mundial, y que ningún equipo podría resistirlo, sin el agotamiento de sus jugadores, en un campeonato de Liga. Los holandeses eran velocistas y no fondistas; y en 1974 fueron batidos en la misma línea de meta y en medida atropellada por Alemania Federal.

Cruyff, que tenía las piernas aseguradas en dos millones de dólares -una tasación muy superior a la que fijara la célebre actriz Marlene Dietrich para las suyasno fue en el desenlace el notable jugador del partido frente a Uruguay. Vogts Io encimó, no dejándole respiro, mientr’as Beckenbauer, que allíjugó sin puesto convencional y en función de organizador, empujaba a sus compañeros en . todos Ios sectores del campo. Maier, Beckenbauer, Breitner, Vogts y Múller, todos ellos de actuación sobresaliente, dieron la victoria

a Alemania. Holznbein fue zancadilleado en el minuto 25 en la zona holandesa de peligro y Breitner convirtió en empate el segundo penal del encuentro. La ajustada marcación alemana abogaba a Cruyff y Nees’ kens, los motores de la selección de Holanda, que no podían alcanv zar pleno rendimiento. Jongbloed tuvo varias intervenciones inspira’ das en el último cuarto de hora del primer tiempo, cuando arreciaba el ataque alemán. Pero nada pudo hacer, un minuto antes del descanso, frente al disparo de Múller que ponía en 2-1 el marcador.

Puedes leer aquí: Cuál fue el balón utilizado en Alemania 1974.

Los holandeses tuvieron en el complemento el control del jue90 y Alemania del resultado. Sólo una vez pudo Cruyff deshacerse de Vogts, en esos 45 minutos, y su maniobra fue desaprovechada por Neeskens. Las tentativas de Holanda se perdieron en la ordenada defensa alemana y la Copa Ia ganaba no el equipo más creativo, sino un bloque contundente, macizo y de perfecto planteamiento táctico. Los alemanes, que alineaban figuras de gran clase, tuvieron su mejor desempeño en la final; Holanda, en cambio, había dado mucho jugo previamente y era allí un fruto casi exprimido.