El 8 de abril de 1909, un día domingo a los 9 de la mañana, los componentes de ambos equipos se acercaron a los puertos del oratorio de San Antonio. Scaramusso era quien capitaneaba el grupo y a él correspondío, en consecuencia, asumir la representación de sus compañeros.
Conversó con el Padré Lorénzo Massa y le explicó los motivos de tan inesperada visita; sabedores de que en el Oratorio existía una hermosa cancha de fútbol contiguo al lugar de Tiro de los ex-alumnos de Don Bosco, solicitaron permiso para poder jugar en ella.
El Padre Massa, hombre bondadoso y afectuoso, pensó inmediatamente que eso era la mejor manera de alejar de la calle a esos muchachos y accedió al pedido, pero con la promesa de que todos ellos concurririan a misa los domingos. Y hasta intentó darle algunas normas pero su comportamiento futuro, no fué necesario, pues lo interrumpió Scaramusso con estas palabras: «Padre, todos sabrán portarse como deben y el que se exceda será expulsado del club; deje ese asunto por mi cuenta». Realmente no hubo necesidad de mayores recomendaciones. Los pequeños cracks cumplieron la palabra empeñada, su comportamiento fue siempre correcto y jamás faltaron a misa.
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