Popeye, habia sido la primera mascota elegida para representar al Flamengo en la década del 40, pero por ser un héroe norteamericano no tuvo mucha identificación con el Club.
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En la década de 1960, las hinchadas rivales comenzaron a llamar a los fanáticos de Flamengo de «Urubú» (en español: «buitres»), una connotaciones racista aludiendo a la gran cantidad hinchas afrodescendientes que seguían al equipo del Fla.
Este apodo ofensivo nunca había sido bien recibido por los hinchas de Flamengo hasta el 31 de mayo de 1969, cuando tres aficionados llevaron a un espécimen de «Urubú» para el clásico contra Botafogo al cual le ataron en una de sus patas una bandera rojinegra.
Al comenzar el partido, la parcialidad rival comenzó con los gritos de “buitres, buitres” y fue en ese mismo momento cuando fue soltado el animal, el cuál aterrizó en el césped con la bandera extendida.
Las cosas cambiaron a partir de allí, y los propios Flamenguistas se sintieron buitres y el equipo le ganó 2-1 a Botafogo, tras dos años sin poder hacerlo.
“Urubú”, trajo consigo suerte e identidad, un apodo que nunca más abandono.