Los argentinos arrastraban desde lejos la asignatura pendiente del Mundial y en 1978 iban a organizar y ganar la 11a. Copa. Argentina era el quinto país latinoamericano designado para sede del torneo, después de Uruguay, Brasil, Chile y México. Unos setecientos millones de dólares se invirtieron en la preparación del acontecimiento. Fueron construidos tres estadios, en Mar del Plata, Mendoza y Rosario, y se mejoró el acondicionamiento de otros tres, el de la ciudad de Córdoba y los de River Plate y Vélez Sarsfield, en Buenos Aires.
Sesenta millones de dólares se emplearon en la conversión al color de las emisiones de televisión y un costoso dispositivo de seguridad rodeó el torneo. Este quedó inaugurado el 10. de junio en el Monumental, de River, con un espectáculo ofrecido por 1.700 jóvenes y el discurso del general Videla, que llamó a la paz entre los hombres. Aunque Videla, presidente de la Junta Militar argentina, encabezaba la guerra sucia de los desaparecidos y las cárceles clandestinas del ejército. Una tentativa de boicotear el Campeonato, sugerida por la oposición política en el exilio, era neutralizada con una fuerte campaña publicitaria de la Junta y, sobre todo, por la pasión futbolística del pueblo argentino que estaba plenamente identificado con la convocatoria deportiva y la selección nacional.
Correspondía al último campeón intervenir en el primer partido -en el que se estrenaba balón oficial, el Tango y Alemania Federal no quebró lo que ya resultaba tradición de los Mundiales, empatando en el estadio de River a cero con Polonia.
Puedes leera aquí: Como era el balón de la Copa del Mundo 1978.
Luego de triunfar 6-0 sobre México e igualar también 0-0 con Túnez, los alemanes serían segundos en el grupo 2. Polonia finalizaba en primer lugar, con cinco puntos debidos a su empate inicial y a victorias sobre Túnez, 1-0, y México, 3-1.
Dieciséis eran las selecciones en Argentina y setenta y cinco habían disputado la fase preliminar. Uruguay perdió la clasificación frente a Bolivia, en el que fue tal vez el peor momento de la historia de su fútbol. Tampoco los bolivianos iban a llegar al torneo, pues caían ante Brasí| y Hungría en una instancia adiciona! de eliminación.
El rendimiento del equipo argentino crecería de una liguilla a la siguiente. Fue segundo en el grupó 1, de Buenos Aires y Mar del Plata, tras derrotar 2-0 a Hungría y 2-1 a Francia y perder 0-1 frente a Italia, Los italianos, por su parte, vencieron también a Francia, 2-1, y Hungría, 3-1, y sumaron la máxima puntuación prevista.
DOS VETERANOS DEL FUTBOL INTERNACIONAL.
Brasil, que continuaba necesitado de figuras, empató 1-1 con Suecia y 0-0 con España; obtuvo la clasificación al batir 1-0 a Austria. Pero los austríacos retenían el primer puesto en el grupo, el 3, con más goles a favor que Brasil. Austria se impuso 2-1 a España y 1-0 a Suecia y reunió cuatro puntos. La eliminación de España no sería resistida por Ladislao Kubala, su director técnico. Kubala iba a dimitir y apartarse del fútbol internacional, que durante treinta años lo tuvo de participante habituai. De su época de jugador, Kubala con= serva una marca personal que nuevas normativas han hecho insuperable. Defendió tres selecciones nacionales distintas, cuando todavía era posible pasar de una a otra; la de Hungría, su país de origen, la checoslovaca y la de España.
Holanda intervenía en ei grupo 4, de Córdoba y Mendoza, y quedaba segunda, con victoria 3-0 sobre Irán, empate a cero con Perú, y una derrota, 2-3 ante Escocia. Como les ocurriera en 1974 y luego en 1982, los escoceses fueron postergados en 1978 al aplicarse a su caso el criterio de definición por suma comparativa de goles. Tenían tres puntos, los mismos que Holanda; y más tantos que ésta en contra. El control antidrogas resultaba positivo en un jugador escocés y el afectado explicó que era corriente en su club, para los partidos oficiales, el uso de la sustancia estimulante detectada en el análisis.
EI protagonismo pertenecía en ese grupo a Perú que, sin embargo, pronto iba a derrumbarse. Conducidos por Héctor Chumpitaz, su veterano capitán, los peruanos vencieron 3-1 a Escocia y 4-1 a Irán. Chumpitaz, uno de los grandes jugadores que ha dado el fútbol del Perú, estaba en su segundo Mundial y había de tener actuación aún en la eliminatoria zonal del torneo de 1982, a los 38 años. Desarrolló toda su carrera profesional en el Sporting Cristal, de Lima, y fue elegido en 1975 el mejor jugador del año en Sudamérica. Disputó más de cien partidos internacionales y tuvo el último en el centro de la defensa del equipo que desalojó a Uruguay del camino hacia el Mundial de España.
UNA APLANADORA EN DESUSO
Según el sistema ya ensayado en Alemania Federal, se estructuraron en la segunda ronda dos agrupaciones de cuatro integrantes cada una; quienes más puntaje alcanzaran dentro de ellas jugaban la final. La distribución de los equipos hizo imposible una resolución puramente latinoamericana de la Copa, dado que Argentina, Brasil y Perú quedaron englobados en el mismo grupo, el B, de Rosario y Mendoza; con ellos estaba Polonia. Alemania, Austria, Holanda 8 Italia conformaban el grupo A, de Buenos Aires y Córdoba.
Alemanes e italianos empataron 0-0 el 14 de junio, en Buenos Aires; aunque Holanda empezó simultáneamente a aumentar el promedio de goles del Campeonato. Con tantos de Brandts, Resenv brink, Rep (2) y Willy van der Kerkhof,l los holandeses aplastaban 5-1 a Austria y salían del fútbol excesivamente especulativo qué habían hecho en la ronda inicial.
Holanda jugaba al ataque y sus hombres eran polifuncionales, como cuatro años atrás; pero ¡a potencia del conjunto no era la de entonces. Prácticamente el país entero había pedido a Johann Cruyff su participación en el Mundial. Cruyff, que estaba en el Barcelona, de España, ignoró el llamado y mantuvo su promesa, formulada hacia 1974, de permanecer voluntariamente fuera de ¡a selección. Su ausencia restaba categoría y dinamismo al juego del equipo; tampoco viajó van Hanegem a Argentina, por desentendimiento con el nuevo seleccionador, el austríaco Ernst Happel
Los holandeses terminaron igualados a dos goles con Alemania Federal un partido que se anunció como la revancha de la última final y no respondía a la expectativa creada. Faltaban Beckenbauer, Breitner y Gerd Múller en la selección alemana y Helmut Schoen no pudo poner a trabajar la vieja aplanadora, que estaba sin motor, transmisión ni rodillo. Por fin, Austria venció 3-2 a los campeones del Mundo, apeándolos del torneo.
Holanda era finalista al triunfar 2-1 sobre Italia, en Buenos Aires. Bettega anotó el primer gol; Brandts empató y Haan hizo el segundo. Italia fue animadora del certamen y jugó allí imprevistamente al ataque, si bien le faltaron fuerzas para llegar a la definición. La experiencia iba a gw¡ar al director técnico, .Enzo Bearzot, de regreso al clásico planteamiento defensivo de la selección. Y asf, Italia ganaría la Copa en 1982.
EL ESTILO DE MENOTTI
Fillol atajó un penal anté Polonia, cuando Argentina se adelantaba 1-0, con gol de Mario Kempes. El mismo jugador que iba a quedar primero en la tabla de goleadores anotaba el segundo tanto. Los argentinos vencían 2-0 a la temible Polonia y pasaban con alta moral a su desafío más difícil en el grupo B, el choque con Brasil.
Los brasileños habían batido 3-0 a Perú en Mendoza, aunque sin volar más que a media altura. En cu’atro partidos disputados tenían sólo un gol en contra y de ellos siempre podía esperarse una súbita leo vantada. Pero el fútbol brasileño permanecía en la transición abierta con el retiro de los astros del Mundial de México y los problemas causados por la falta de orientadores del juego se agravaban al no darse opotunidad a los dos mejores hombres de la selección, Rivelino y Zico.
Brasil marcó estrechamente a Kempes y Luque, Ios cañoneros argentinos, y el encuentro terminaba sin goles; el finalista del grupo B no iba a conocerse hasta el 21 de junio. Con tantos de Nelínho y Roberto (2), los brasileños se impusieron ese día a Polonia, empleando el contragolpe y en su mejor demostración del torneo. Pero no les bastó para mantenerse como aspirantes al título.
Argentina necesitaba cuatro goles de diferencia sobre Perú y ganó 6-0. El partido fue jugado en Rosario y anotaron Kempes (2), Tarantini, Luque (2) y Houseman; Ia enormidad del tanteador provocó Ia suspicacia de los brasileños, cuya selección resultaba la única perjudicada por la proeza de los argentinos. No obstante, el de Argentina era un equipo goléador y de juego volcado permanentemente a la ofensiva. Mientras repetía sin variantes la línea de retaguardia, César Luis Menotti, el director técnico, probaba distintas combinaciones en Ia deiantera, con el propósito siempre de completar el per fil atacante de la formación. Allí utilizó de manera alternativa a seis jugadores, Houseman, Alonso, Luque, Bertoni, Kempes y Ortiz; con ellos se emparejaba Tarantini, un marcador de punta de proyección ofensiva.
Menotti le había cambiado la imagen al juego argentino, sujeto en los Mundiales precedentes -tal vez por efecto prolongado del desastre de 1958, el año de la goleada checa- a tácticas conservadoras. El seleccionador ha dicho que él sólo estimuló la genuina modalidad de sus hombres, el talento natural del jugador argentino, que durante mucho tiempo había estado asfixiado por la imitación de sistemas ajenos.
Menottí se inició como director técn:ico en Huracán, un club histórico que no tenía triunfos que enseñar desde 1928. Huracán ganó el Campeonato Metropolitano de 1973 y un año más tarde su técnico era llamado a la selección nacional. Menotti, nacido en la ciudad de Rosario, en 1940, fue jugador de Racing y Boca Juniors; pronto abandonó la práctica del fútbol, para preparar su futuro. Dentro de la cancha fue de los buenos; pero fuera de ella encontraba la función más adecuada a su carácter y ambiciones, y era incluido en la relación de los mejores.
Brasil cerró el 24 de junio su campaña con triunfo sobre Italia; 2-1, con goles de Nelinho y Dirceu para el equipo vencedor, que lo fue debido a la presencia de Rivelino en los últimos veinte minutos del partido. Brasil era la única selección invicta en el Mundia|; y el tercer puesto obtenido le supo a poco.
LA TARDE DEL MATADOR
Argentina entró el 25 de junio a la cancha de River a ganar el Campeonato y a los 37 minutos Kempes recogía un pase de Luque, gambeteaba a un defensa holandés y abría el marcador. Desde muchos días antes el ambiente era en Buenos Aires de celebración;_el centro de la ciudad estaba repleto de banderas, globos y símbolos de victoria; Una lluvia tupida de papel picado caía en el estadio y los coros ocupaban toda la extensión de las tribunas.
Los favoritos comenzaron el encuentro con cuatro delanteros, Ortiz, Luque, Kempes y Bertoní; Holanda también jugaba al ataque y en dos tempranas ocasiones de peligro forzó la intervención del arquero Fillol. Pero el dominio argentino del terreno fue total después del primer gol. Empujados por la energía que parecía brotar del entusiasmado público del Monumental, los argentinos frenaban a Holanda en mitad de la cancha y avanzaban una -y otra vez en busca de aumentar la ventaja.
Los papeles respectivos, sin embargo, cambiaron tras el intervalo y eran entonces los holandeses los que más empeño atacante ponían. Pór primera vez en el certamen, el equipo argentino se replegaba para intentar el contragolpe; la barrera defensiva era eficaz y Holanda no podía penetrarla. Sus hombres probaban sin consecuencias el tiro de media distancia; hasta que Nanninga, que había suplantado a Rep, recibió de cabeza un centro de René van der Kerkhof y empató, Y Holanda estuvo a pocos centímetros de la Copa cuando en el minuto 90, Resenbrink estrelló un disparo en el marco de Fillol.
Los argentinos iban a romper en la prórroga la antigua leyenda de la mayor resistencia física europea; puestos de nuevo a la ofensiva, se apoderaron del partido y la iniciativa fue de ellos hasta la finalización. Larrosa sustituía a Ardiles y Houseman a Ortiz; y el equipo entero se prodigaba sin denotar cansancio. Kempes anotó el segundo gol en el mintuo quince del alargue.
Kempes estaba desde 1976 en el Valencia y había sido máximo goieador de la Liga española en dos temporadas consecutivas. Un sector de la crítica argentina no terminaba de aceptarlo, dado que pretendía un pescador de balones en el área contraria y él arrancaba desde lejos. Aunque todos ¡ban a reconocerle una decisiva contribución al título Mundial y recargarlo de elogios. No diga Kempes, diga gol, repetían luego los argentinos; y el ca¡ificativo de Matador que se había ganado por su potencia realizadora, lo iba a conserver aún después del declive de su juego.
A los veinticuatro de la prórroga, Kempes trenzó una internada con Bertoni y ambos alcanzaron la última zona holandesa. Hubo una serie de rebotes y Bertoni, con el arco a su disposición, puso el 3-1 en el marcador electrónico del Monumental. Argentina era el nuevo campeón del Mundo y el general Videla, que otra vez presidía el palco de honor, entregaba la Copa a Passarella, el capitán del equipo.
2 respuestas a «El Mundial de Argentina 1978»