Buenos Aires English High School. Con ese nombre se incorpora a la docencia argentina un establecimiento educacional, modelo por sus características, fecundo y prestigioso por los resultados de su encomiable enseñanza.
Es una academia para alumnos de ambos sexos, como pupilos, medio pupilos y externos, y ocupa un modesto local en la calle Perú 253-257, una vieja casa con tres patios donde los alumnos practicarán fútbol iniciándose en el adiestramiento de un deporte totalmente desconocido para ellos, y se perfeccionarán, además, en romper vidrios de puertas y ventanas acicateados por el ejemplo del propio director, que “era quizá quien contribuía en mayor proporción al sostenimiento de vidrieros y dueños de ferreterías”.
Aquella denominación se mantendrá hasta 1893, inclusive, pues en un anuncio publicado el 30 de diciembre de ese año, aparece por vez primera el nombre de English High School, sin el agregado distintivo de su sede, y se mantendrá a partir de entonces hasta el alejamiento definitivo de Mr. Watson Hutton, aunque años más tarde, ya desaparecido el ilustre fundador, el instituto volverá a llamarse: Buenos Aires English High School.
En reseñas, en informaciones y en trabajos periodísticos se da como fecha del comienzo de las clases, la del 4 de marzo de 1884. Es un error, según se verá.
Ya el 1º de enero de 1884, en un aviso inserto en “The Standard”, se informa que “las clases comenzarán el lunes 4 de febrero y que la “reunión” de alumnos se realizará el viernes 1º”.
La víspera de este último acontecimiento -(31 de enero)- el Rector Mr. Watson Hutton, hace saber que el acto se efectuará a las 10.30, “esperando que para entonces estén presentes todos los alumnos”, e “invita sinceramente a concurrir a los padres y a los tutores”.
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“Ayer inició los cursos la nueva High School de Mr. Hutton en la calle Perú, con un gran acto”, dice “The Standard” del 2 de febrero al hacer la crónica de la ceremonia.
“La gran cantidad de alumnos y sus padres allí presentes, agrega, demostraron que la nueva escuela se ha asegurado un firme apoyo desde el comienzo”.
“El Rev. doctor James Smith abrió el acto con un elocuente discurso que fué seguido por otro, excelente, de Mr. Hutton, en el cual éste expresó que la escuela será dirigida de acuerdo con el mismo sistema de la Scotch School, siendo la estricta disciplina y la más elevada moral los dos aspectos principales, que impondrá como esenciales para el eficaz estudio de los jóvenes.
Mr. Hutton hizo referencia con términos sumamente amistosos a la Saint Andrews School, y pidió para ella y sus maestros tres hurras que fueron dados con cordial buena voluntad”.
“Terminó con ello el acto, y niñas y niños pasaron a ocuparse de sus estudios”.
La crónica se cierra con este augurio, brillantemente confirmado por los hechos:
“Mr. Hutton ha comenzado con los mejores auspicios y puede contar con el éxito”.
Y la Buenos Ajres English High School entra de lleno, el 4 de febrero de 1884, día de la iniciación de los cursos, a convertir en realidad el concepto fundamental de su existencia, el fin inconfundiblemente práctico y humano de su labor:
“No importa que sean pocos; lo interesante es que sean capaces».
Por eso se impone por sobre cualquier otro propósito, el de la más rigurosa selección. No se trata de cerrar a nadie, injustificadamente, las puertas del colegio, ni de estrechar y reducir sus filas para crear un círculo poco menos que inaccesible por virtud de molestas preferencias.
El propio Rector ya ha explicado en el acto inaugural de las clases, la razón de ser de una exigencia que no admitirá renunciamientos ni excepciones.
Lo reitera indirectamente en 1885, antes de darse comienzo al segundo curso escolar, al escribir que “el año anterior se rechazaron 39 solicitudes”, y vuelve a destacarlo en 1899, ya sólidamente encaminado el instituto hacia su engrandecimiento intelectual y hacia su promisoria influencia moral: “los solicitantes indeseables son rechazados de plano”.
Pertenecen al señor Watson Hutton estos conceptos que difundidos aquel mismo año de 1899 bajo su firma, transcribimos en seguida, porque muestran claramente a dónde deseaba llegar el preceptor, y resumen, por lo demás, los principios en los cuales se inspiraba su acción pedagógica:
“Es una escuela selecta en todo el sentido de la palabra. Las fallas de carácter y de -conducta, cuando se las considera demasiado graves para ser corregidas o contenidas, traen como consecuencia la inmediata expulsión”.
“Merece atención especial la formación del carácter de los alumnos y cada uno de ellos individualmente es merecedor de la fiscalización del Rector, quien emite informes mensuales sobre el comportamiento en clase, el progreso general y la conducta de cada alumno.
“En una palabra, esta institución ofrece a sus alumnos una educación de primera categoría, capacitando a las niñas para ocupar un lugar en sociedad, y a los niños para seguir actividades comerciales y para las universidades de Escocia e Inglaterra. Aunque la escuela no está incorporada al Colegio Nacional, puede, en caso necesario, preparar alumnos para dar examen en primero y segundo años”, La Buenos Aires English High School se destaca desde el primer momento por la alta calidad y por los valiosos antecedentes intelectuales y morales de sus profesores, y sólo citaremos por ahora a aquellos dos sobre quienes recaían las mayores responsabilidades directivas, pues ya nos referiremos a otros maestros igualmente capacitados que secundaron al fundador, con brillo y dignidad, y cuyos títulos otorgados por Universidades y Colegios extranjeros universalmente célebres, dieron al Instituto local una fisonomía inconfundible, y a la cultura argentina, una inestimable colaboración.
Don Alejandro Watson Hutton era profesor de Humanidades (con Honores en Filosofía en la Universidad de Edimburgo; miembro del Instituto Educacional de Escocia; primer premio en ensayos (temas educacionales) en la Universidad de Edimburgo (1879-1880) y durante más de ocho años maestro del Colegio George Watson, en Edimburgo. Mrs. Hutton era “maestra certificada por el Gobierno”; “Queen’s Scholar de la Normal Training College de Edimburgo” y profesora principal durante más de siete años en el Colegio George Watson.
Dos de los tres patios del edificio, fueron convertidos, uno, en gimnasio para los varones y el otro en cancha de tenis y sitio de recreo para las niñas. Las mejoras que Mr. Watson Hutton introdujo en los locales, evidencian su constante preocupación por perfeccionar todos los elementos necesarios para las prácticas deportivas y para el progreso de su escuela.
Los arcos de la “cancha” los constituían la arcada del zaguán que comunicaba con el segundo patio y la puerta sobre la calle Perú. Un buen día en que el juvenil entusiasmo de los inquietos muchachos ponía ruidosa algarabía en un partido tenazmente disputado, Brown fué arrojado a plena calle Perú por el vigoroso ímpetu de un recio ataque… La ofensiva barrió con el guardavalla. Finalizó más allá de la vereda…
Los sucesivos traslados de la Buenos Aires English High School obedecen también a ese anhelo que trasunta la constructiva nerviosidad, la inquietud permanente, la tenacidad del maestro. Nunca estará satisfecho. Siempre creerá que falta algo por hacer.
(Extracto del libro Alumni, Cuna de Campeones y Escuela de Hidalguia por Escobar Bavio).
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