Durante diez años estuvo al frente del combinado argentino y en él logró los más importantes éxitos de su brillante campaña.
Cuando su carrera llegó a un imprevisto final, se unió con el recuerdo del hincha, para que hoy su nombre esté ligado entre los mejores arqueros de todos los tiempos. Fue modelo por excelencia del golero en momentos en que nuestro futbol comenzaba a vivir la lógica evolución del juego.
Desde su irrupción en la primera división de Boca Juniors (cuando era un irreverente joven que se ganó el afecto de los simpatizantes de la ribera) hasta consagrarse entre los mejores exponentes del balompié argentino.
Se llegó a decir que solamente «Tesorieri» (caprichosa forma en que pronunciaban su apellido los simpatizantes boquenses), en su mayona inmigrantes italianos, era capaz de alcanzar la fama y prédica que tenia por entonces, convirtiéndose en el hombre más famoso que cruzó por Argentina en la década del ’20.
Américo Tesoriere, su verdadero apellido, es una reliquia que se atesora en las gramillas de muchas canchas argentinas.
Su consagración definitiva la logró en el Sudamericano de 1921 que se jugó en Barracas Central, donde nuestro representativo se alzó con el primer campeonato.
Las figuras de Julio Libonatti y Américo Tesoriere hicieron sombra sobre los muchos méritos acumulados por los demás integrantes. El primero conquistó el gol del campeonato y *Mérico”, como to conocia la gente, evitó que los avances rivales llegaran a la red argentina durante los tres partidos aque disputó por dicho certamen, Inamovible desde entonces en el marco, no cumplió un buen rendimiento en el Sudamericano de 1923, cuestionándoselo duramente, con predicciones nefastas para su carrera: “Tesoriere está lejos de su verdadero nivel y su actuacion demuestra que este arquero no puede resistir a los embates de la declinación, que siempre llega, tarde o temprano”. Nunca este juicio pudo ser mas apresurado, ya que el año siguiente en Montevideo justificó plenamente la corfianza que depasitaban en él los encargados de formar el seleccionado y le da un tremendo revés a quienes ya no creian en sus condiciones.
Nuevamente mantiene invicta su valla y marca un nuevo record en los torneos sudamericanos, igualando el que habia marcado en Buenos Aires. En el par tido final, los uruguayos lo levantaron en andas y lo llevaron hasta el palco oficial, donde fue telicitado por el presidente del Uruguay, ingeniero Serrato.
En ese encuentro, que decidia la suerte del combinado argentino en el certamen, Tesoriere evitó una y otra vez que la presión uruguaya se cristalizara en la red. La mejor atajada fue cuando paró un violentisimo disparo de Petrone, cañonero del combinado oriental. “Fue fácil llegar a la pelota. Cuando se preparó para pegarle me tiré al ángulo, Cuando llegó la pelota yo ya estaba alli”.
Instintivo, tranquilo hasta limites insoportables, nadie pudo discutirle durante los cuatro años siguientes que continuó jugando fútbol, cuando imprevistamente decidió su retiro ante una mala pasada de los dirigentes. Ya había aquilatada la experiencia como para envolverse en los torneos universales que poco tiempo después afrontaria nuestro seleccionado, No pudo ser.
Jugó 37 encuentros internacionales, cifra poca dificil de alcanzar en los tiembos que le tocó actuar. Pero las frias estadisticas no alcanzan para mostrarlo en la dimensión que tuvo. Habrá que enfrentar a la leyenda para definir su importancia en el fútbol argentino,