En 1911, en la cancha de Gimnasia y Esgrima, debutó como internacional formando en el team de su pais, Uruguay. En 1924 seria campeón olímpico en Paris.
En los campeonatos sudamericanos encabezaba la estadistica con más partidos jugados que ningún otro de esta parte de América: 23.
Y a su retiro del fútbol, llevaba cumplidas 125 intervenciones en matches internacionales. Pero no figuran en esa cantidad aquellos en que actuó cuando era jugador de Boca Juniors y formó en los combinados argentinos que enfrentaron al team británico del Exeter City.
Citemos dos de esos seleccionados: Croce; J. D, Brown y S. Reyes; J, Pacheco, C. García y F. Chagneud; H. H. Vignelles, J. Fernández, A, Romano, A. Pérez y L. Morgan. Isola; Chiappe y J. D. Brown; J. Johnston, A. Mallen y H. Simmons; E, Fernández, M. P. González, A. Watson Hutton, A. Romano y J. Viale.
Angel Romano vino a jugar por Boca Juniors en 1913 y 1914. Don Antonio Bucelli, lo tomó a su cargo.
El mismo don Antonio que llevaria a Américo Tesorieri a su club, Boca no podía pagarle la pensión a Romano. Don Antonio lo alojó en su casa, y como el muchachito había ido poco al colegio, don Antonio lo llevaba a un nocturno. Pero se enteró que cuando lo dejaba en “el cole”, Romano disparaba sin entrar a clase. Entonces, don Antonio se sentaba en el umbral Y esperaba la terminación de las clases.
A los años, y desde Paris, recibiría cartas que comenzaban asi: “Querido padrino”. Y cada vez que Angel Romano vino a Jugar a Buenos Aires, su primera visita era para aquel bondadoso viejito don Antonio Bucelli.
La historia nos brinda otro ejemplo más de ese acendrado amor de los primeros boquenses por su club, Don Antonio no tenía fortuna. Era pobre. Vivía de su trabajo, pero lo poco suyo era todo para Boca. Y su mesa fué para Romano como también lo fuera para otros, al igual que su gran corazón.
No hubo puesto en el que no pudiera actuar. En Boca, hasta jugó de zaguero, En la línea media y en todos los del ataque. Y siempre brillando,
Boca Juniors lo cuenta en su historia. Es un motivo de orgullo para el club que en el lejano 1914 tuvo un representante suyo en el combinado argentino. Además, la cita implica un recuerdo afectuoso a aquel viejito que, ya con la cabeza escarchada, nos recordaba con cariño en una aquietada noche boquense a su “ahijado”.