Desde sus comienzos hasta 1912, lo que hoy conocemos como el Real Madrid utilizó diversas instalaciones localizadas en Madrid, pues no poesía estadio propio.
Los primeros sitios en los que realizará sus primeras disputas futbolísticas, así como sus entrenamientos serán descampados como el Campo de la Moncloa (en lo que hoy es la Calle Vallehermoso), el Campo de Estrada (en Altos de Velázquez).
El primer campo «serio» del Madrid estuvo en la Avenida de la Plaza de Toros, en su confluencia, casi, con Alcalá, lugar antagónico para el ejercicio de la práctica balompédica, pero más antagónico, y hasta anacrónico, era el lugar donde los muchachos cambiaban su indumentaria urbana por el traje corto de darle patadas al esférico.
Era éste nada menos que un cuarto que les cediera el dueño de la taberna «La Taurina», que existía y existe, en la acera Izquierda de la primera calle de España.
«La Taurina» era propiedad de Marrón, abuelo del excelente árbitro de los años ´50. El mayor inconveniente de aquel cambio de ropa estaba en que era necesario cruzar las vías del tranvía ladrón de Ventas, aquel tranvía que, cierta mañana, se llevó hasta la Puerta del Sol un balón nuevecito, que había sido impulsado por Armando Giralt, y que se coló bonitamente por una de las ventanillas.
Y no era fácil, no, entregarse a aquel acto de valor, que casi siempre se hacía colectivamente…, porque era peligroso rezagarse. Las pullas y vayas eran, verdaderamente, crueles.
Pero hubo que variar pronto de «residencia», porque surgió la posibilidad de alquilar esa casita de una sola planta, señalada con el número 10, de la misma Avenida, a unos pasos de aquel primitivo terreno de juego. Luego está convertida en un vulgar almacén de materiales para la construcción. Apena ver esa casa, cargada de historia.