Resumen de la Copa del Mundo México 1970

En 1970, el escenario del noveno campeonato mundial de fútbol fue México, un país que realizó grandes preparativos para ese acontecimiento. Lo mismo que en el caso del Uruguay, en 1930, la principal inversión tue dedicada a la construcción de un gran estadio que impresionó no sólo por sus dimensiones sino especialmente por su magnificencia, con palcos individuales que parecen verdaderos departamentos privados.

El seleccionado argentino no llegó a conocer esos despliegues porque fue eliminado en las ruedas de clasificación. Si se descarta su limitada intervención en el mundial de 1934, al que concurrió con un equipo amateur, fue ésta la peor de las actuaciones que tuvo la Argentina en el certamen mundial.

Le tocó jugar los partidos por la clasificación en los meses de julio y agosto de 1969, dentro de una zona que integraban también Bolivia y Perú. El comienzo fue desastroso porque perdió los dos primeros partidos, jugados fuera de Buenos Álres.

En el primero de todos, en La Paz, triunfó Bolivia por 3 a 1, y seis días después, en Lima, llegó la segunda derrota frente al Perú, por 1a0. Los dos desquites tuvieron lugar en Buenos Aires, donde Argentina necesitaba ganar los dos partidos para tener la posibilidad de clasificarse, pero únicamente consiguió una victoria ante Bolivia, empatando el último encuentro frente a Perú en

dos goles por bando. En esa rueda de clasificación, el promedio de Argentina fue de 6 goles en contra y 4 a favor, conquistados dos de ellos por Albrecht, uno por Rendo y el restante por Tarabini. Aquel equipo, con distintas formaciones, lo integraron: Cejas, Suñé, Perfumo, Gallo, Albrecht, Marzolini, Brindisi, Basile, Rulli, Rattín, Pachamé, Rendo, Bernao, Cocco, Marcos, D. Onega, Yazalde, Tarabini y Mas.

También en México se dieron cita todos los campeones mundiales anteriores y, desde esa perspectiva, al margen del tercer triunfo del Brasil, se destacó el resurgimiento de Italia, cuya selección disputó el partido final. Pero el caracter exótico de la historia y la geografía de México, acentuados por la imaginación periodística, dejaron sentir su influencia.

Así, por ejemplo, Helmut Schón, director técnico del conjunto alemán, le temía más a la «venganza de Montezuma» que a los adversartos que le habían correspondido en su grupo, Perú, Bulgaria y Marruecos. Los alemanes entendían por esa «venganza» todos aquellos males que se le presentan a quienes no están acostumbrados a las alturas, como ser mareos, diarreas, respiración entrecortada, falta de aire o zumbidos de oídos.

Los impresionaba mucho saber que tendrían que jugar a más de 2.000 metros de altura, probablemente con fuertes calores, vientos apunantes o, por el contrario, con olas de intenso frío.

Cuando la delegación alemana inició su viaje a América resultó ser una verdadera expedición a la que inclusive bautizaron como «Operación México». Llevaban 15.000 botellas de agua mineral, 800 kilos de carne, pan de centeno e inclusive la ropa de cama propia. Para la Federación Alemana significaba una inversión aproximada de 400.000 dólares.

El equipo local de México llegó hasta los cuartos de final, cumpliendo con una actuación bastante aceptable, pero fue eliminado por Italia que lo derrotó por 4a1. De todas maneras, y después de alternativas diversas, los que alcanzaron las semifinales fueron los campeones de los torneos anteriores: Alemania, Brasil, Italia y Uruguay.

Fuera de juego quedó Inglaterra, a quien eliminó Alemania por 3 a 2 en los cuartos de final, vengando así la derrota de Wembley en 1966 y desmintiendo el pronóstico de Sir Alf Ramsey, quien había vaticinado: «Nosotros les ganamos a los alemanes en la final del mundial anterior y también les vamos a ganar ahora». Franz Beckenbauer, Uwe Seeler y Gerd Múller se encargaron de que las cosas no ocurrieran así.

En las semifinales, Brasil derrotó a Uruguay e Italia a Alemania.

Este último partido fue, sin duda, el más dramático y emocionante de todo el mundial de 1970. En el estadio Azteca de México se encontraron los dos rivales para el que muchos calificaron después como el «partido del siglo». A los 8 minutos de iniciado el encuentro

los italianos consiguieron su primer gol por medio de un hermoso tiro largo de Boninsegna. La defensa italiana, a medida que transcurría el partido comenzó a cerrarse más y más, hasta que el «catenaccio» estuvo en todo su apogeo.

Faltaban apenas 10 segundos para la pitada final y la victoria italiana estaba asegurada, pero de improviso, como un fogonazo, llegó el empate de Schnellinger y la necesidad de seguir en tiempo suplementario. Lo que ocurrió después fue indescriptible: nada menos que cinco goles en una sucesión que parecía no tener fin, sellada por Boninsegna para darle el triunfo a Italia por 4 a 3.

Quizá tengan razón quienes afirman que fue la batalla más emocionante en toda la historia del fútbol.

En el partido final, Italia no pudo repetir semejante actuación y Brasil la derrotó fácilmente por 4a1, consagrándose campeón mundial por tercera vez y quedándose definitivamente con la copa Jules Rimet.

Resumen de la Copa del Mundo Inglaterra 1966

El Mundial de Inglaterra, en 1966 fue quizá el torneo más emocio. nante y dramático que haya cono. cido la historia del fútbol internacional. Tuvo de todo, empezando por un «tercer gol» que nunca llegó a esclarecerse; la derrota de un famoso Goliat ante un desconocido David, y un referee que al finalizar un partido pi. dió escolta policial.

De uno de esos tres episodios – el último – le tocó ser protagonista a la Argentina. En agosto de 1965, a través de cuatro partidos, dos contra Paraguay y los dos restantes contra Bolivia, la Argentina logró clasificarse. A Bolivia la derrotó en las dos oportunidades en que se enfrentaron, mientras que con Paraguay empató en una ocasión, sin tantos, y triunfó en la otra.

Cuando el equipo argentino llegó a Inglaterra llevaba al mismo arquero y a uno de los zagueros que habían jugado en Chile: Roma y Marzolini, quienes junto con Perfumo integraron la extrema defensa del conjunto durante los cuatro partidos que jugaron en el torneo. Tuvieron también una actuación destacada, porque su valla fue vencida en soló dos oportunidades.

El resto del equipo se mantuvo igualmente casi sin cambios. con Ferreiro, Rattín y Albrecht (contra Suiza jugó Calics) en la línea media y Solari, González, Artime, Onega y Mas en el ataque. En esta oportunidad, Argentina

consiguió llegar a los cuartos de final, después de una actuación bastante buena en la rueda previa, donde empezó derrotando a España por 2a1, con goles logrados por Artime. Enseguida le tocó enfrentar nada menos que a Alemania, encuentro que salvó con un empate sin goles, para imponerse finalmente a Suiza por 2a0, con tantos que obtuvieron Artime y Onega.

Ya en los cuartos de final tuvo como rival a Inglaterra, en un accidentado partido que perdió por 1a0 y que terminó jugando con diez hombres por explusión de Rattín. Este fue uno de los episodios del torneo que más atrajeron la atención pública, dividida en sus Opiniones ante los hechos que derivaron en la explusión del capitán del equipo argentino.

El partido lo dirigió el árbitro alemán Kreitlein y transcurrió a través de alternativas bastante duras, hasta que Kreitlein decidió la expulsión de Rattín por sus contínuas protestas, según explicó después.

Cuando se retiró del estadio de Wembley pidió protección policial, pero transcurrirían ocho años antes de que los argentinos hicieran las paces con él, en oportunidad del Mundial 74, en Alemania, cuando el seleccionado argentino lo fue a visitar a su casa de Stuttgart.

Todos los campeones mundiales anteriores estuvieron presentes en Inglaterra pero, salvo Alemania, no respondieron al antecedente de
sus títulos, empezando por el propio Brasil, que apenas si llegó a los octavos de final. En cuanto a Italia, soportó una inesperada humillación al ser derrotada por Corea del Norte, un inocente David que se convirtió en la sensación de este Mundial.

Empezó con su victoria sobre Italia por 1a0, para continuar luego empatando en un gol con Chile y terminar finalmente derrotado ante Portugal por 5a3. Pero fue una estrella que no volvió a brillar nunca más.

Otro doble campeón mundial, Uruguay. perdió su oportunidad para clasificarse al jugar contra Alemania. Beckenbauer, Seeler y dos veces Haller fueron los responsables del 4 a 0 que derrotó a los uruguayos, aunque éstos llegaron al final con sólo nueve hombres en la cancha.

El juez Finney había expulsado a dos jugadores por acciones que consideró demasiado bruscas. También la Unión Soviética había perdido un jugador por expulsión durante el partido que le ganó Alemania por 2 a 1. Para entonces, la alegría alemana era extraordinaria, ya que por primera vez desde Suiza el conjunto volvía a convertirse en finalista.

Para el seleccionado alemán, el camino que lo llevaba ahora al estadio de Wembley había sido largo y escabroso, iniciado en la rueda de clasificación contra Suecia y Chipre. Después, ya en Inglaterra, se habían sucedido el triunfo contra Suiza, el empate
con Argentina y la victoria sobre España. Vinieron enseguida los triunfos sobre Uruguay y la Unión Soviética, de manera que sólo quedaba el equipo local, al que había que enfrentar en la gran final.

El partido se jugó en Wembley el 30 de julio de 1966, y allí ocurrió el otro famoso episodio del «tercer gol», o el «gol fantasma», como prefirieron llamarlo otros. Haller abrió el tanteador para los alemanes y empató el inglés Hurst, aumentando Peters para los locales.

Dos minutos antes de finalizar el partido, los alemanes volvieron a igualar por intermedio de Weber y, cuando se jugaba tiempo suplementario, a los 101 minutos, de nuevo Hurst, a toda carrera, tiró violentamente impulsando una pelota que pegó en el travesaño, rebotó en el suelo y salió afuera.

El árbitro Dienst, “suizo, no vio otra cosa que lo – relatado, pero el juez de línea soviético, Tofik Bakhramov, levantó la bandera anaranjada indtcando el gol. Según él, la pelota había picado detrás de la línea del gol y, manteniéndose en esa decisión, hizo variar la del árbitro, que concedió el tercer tanto a los ingleses. Nunca hubo gol más discutido en la historia del fútbol, ese gol que sólo alcanzó a distinguir el ojo de águila de Tofik Bakhramov.

Cuando quedaban únicamente 45 segundos de juego llegó un cuarto gol.

Resumen de la Copa del Mundo Chile 1962

MUNdial 1962
Campeón
BRASIL

Por tercera vez, y a costa de grandes sacrificios por parte de sus organizadores, el campeonato mundial de fútbol se instalaba en Sudamérica.

Esta oportunidad era de Chile, un largo país extendido de norte a sur sobre la costa del Pacífico que sólo ocasionalmente | logró destacarse en materia deportiva.

En las rondas eliminatorias a la | Argentina le tocó enfrentarse con Ecuador, jugándose un partido en Guayaquil y otro en Buenos Aires. El trámite le resultó muy fácil porque se impuso en ambas ocasiones por resultados abultados: 6 a 3 y 5 a 0.

Fueron los últimos partidos que jugó como seleccionado el puntero derecho Corbatta, logrando tres de los once tantos.

El equipo no tenía las grandes figuras de otras épocas, pero contaba con un terceto defensivo integrado con Roma, Navarro y Marzolini al que no era fácil hacerle goles, y con dos suplente.

Domínguez y Ramos Delgado – que estaban a la misma altura de los titulares. En el ataque se distinguía especialmente el ala izquierda, formada por Sanfilippo y Belén, y en el resto del conjunto aparecían Sainz, Sacchi, Páez, Facundo, Oscar Rossi, Sosa, Pando, Pagani, Oleniak y Rattin (Jugó. un solo partido). La actuación en Chile fue poco convincente y Argentina fue eliminada después de los octavos de final, cuyos partidos los jugó todos en el estadio de Rancagua.

El primero, contra Bulgaria, se ganó por 1a0, con gol de Facundo. pero de inmediato se perdió por 3a1 frente a Inglaterra, logrando Sanfilippo el único tanto argentino. El último partido se disputó contra Hungría y sólo se consiguió empatar sin goles, de manera que Argentina no alcanzó a clasificarse y quedó eliminada. No era el único equipo al que le tocaba adelantar su regreso.

Casi de inmediato lo harían la misma Hungría, Inglaterra y Rusia.

Los húngaros habían sucumbido ante los checoeslovacos, que los derrotaron por 1 a 0, y los rusos habían perdido por 2 a 1 frente a los chilenos. En cuanto a Inglaterra seguía sin poder hacer honor a su vieja tradición futbolística y era nuevamente eliminada de un campeonato mundial, ajusticiada en esta oportunidad por el campeón de 1958, Brasil, que la derrotó por 3 a 1.

En Chile se había hecho también presente España, pero le tocó el mismo grupo en que estaban Brasil y Checoeslovaquía y no pasó de los octavos de final, en tanto que Suecia, finalista en 1958, ni siquiera había logrado clasificarse.

México conoció la misma suerte de España al corresponderle idéntico grupo, en tanto que el viejo campeón de la década del 30, Italia, hacía un papel definitivamente pobre. Tampoco le fue muy bien al equipo alemán, conducido por tercera vez consecutiva por quien amenazaba con convertirse en un personaje legendario, Sepp Herberger.

El primer partido lo jugó justamente contra Italia, pero el resultado fue un decepcionante 0 a 0.

En el segundo encuentro el rival fue Suiza y entonces las cosas anduvieron mucho mejor. Alemania triunfó por 3 a 2. Llegó entonces uno de los mejores y más dramáticos partidos que se vieron en este mundial, teniendo como protagonistas a Chile y Alemanía, en el gran estadio de Santiago.

Allí se dieron cita 70.000 chilenos para alentar entusiastamente a su equi» po, gran favorito en las apuestas por su condición de local y porque los alemanes no habían demostrado estar en condiciones óptimas, por lo menos similares a las de 1954.

Fueron de nuevo las tácticas y cambios que decidía Herberger los que le dieron la victoria al conjunto germano. A Horst Szymaniak, delantero por excelencia, lo hizo jugar en la defensa, mientras que a Schnellinger le daba el papel de líbero.

A partir de ese esquema se confiaba de nuevo en las bondades del contragolpe, sabiendo que los chilenos se mantendrían constantemente en el ataque.

El plan funcionó: los chilenos no pudieron quebrar a la defensa alemana y Szymaniak y Seeler lograron dos goles para el conjunto alemán.

En Alemania se empezó a soñar con la repetición de lo que había ocurrido en Suiza ocho años antes, pero esas ilusiones se desvanecieron muy rápidamente, y en el mismo estadio de Santiago. En ese escenario, Alemania debía enfrentarse ahora con Yugoeslavía, a quien había derrotado tanto en Suiza como en Suecia. En esta ocasión las cosas fueron distintas y a Alemania le tocó vivir, pero al revés, lo que había experimentado en el pasado.

Faltaban apenas cinco minutos para que terminara el partido y el resultado se mantenía igualado sin goles, cuando el veloz Radakovic tomó de sorpresa un pase de Galic y colocó la pelota en la red. Brasil, por segunda vez consecutiva, Obtuvo el título de campeón mundial, a pesar de no contar con Pelé, quien, lesionado, debió contentarse con el papel de espectador. En las semifinales, Brasil derrotó a Chile por 4 a 2, mientras que Checoeslovaquia triunfó sobre Yugoeslavia por 3 a 1.

El partido final mostró un excelente nivel de juego que no decayó en ningún momento, ni en calidad ni en ritmo, imponiéndose finalmente Brasil por 3 a 1. El espectáculo culminó con un insólito acto de confraternidad deportiva, porque los checos fueron invitados a dar la vuelta olímpica junto con el equipo vencedor, y los dos conjuntos trotando alrededor de la cancha brindaron otro momento inolvidable en la historia de los campeonatos mundiales.

Resumen de la Copa del Mundo Suecia 1958

MUNdial 1958
Campeón
SUECIA

Después de 24 años de reiteradas ausencias, la Argentina se hizo presente en el campeonato mundial de 1958, disputado en Suecia, En la rueda clasificatoria, a través | de octubre de 1957, debió enfren. tarse con Bolivia y Chile, triun| fando en tres de los cuatro partidos que se disputaron, los dos últimos en Buenos Aires.

En Suecia su actuación fue muy mediocre, perdiendo el primer partido contra Alemania por 3a1, ganando el segundo a Irlanda del Norte por el mismo resultado, y sufriendo finalmente el gran de| sastre ante Checoeslovaquia que la derrotó por 6 a l.

Sin embargo, Argentina concurrió a ese mundial con algunos de los mejores jugadores que han pasado por sus equipos profesionales, de manera que la selección titular se presentó la mayoría de las veces integrada con: Carrizo, Dellacha y Vairo; Lombardo, Rossi y Varacka; Corbatta, Ávio (o Prado), Menéndez, Labruna y Cruz (Zárate en las eliminatorias). Vale la pena destacar, con respecto a Corbatta, que continúa siendo hasta el momento el máximo goleador argentino en campeonatos mundiales, ya que obtuvo 9 goles, 6 de ellos en ese mundial de 1958.

En cuanto al campeón de 1954, : Alemania, se presentó en Suecia con las esperanzas lógicas de retener su título, llevando siempre como entrenador a Sepp Herberger.

Las principales dificultades las tuvo Herberger con algunos de «los héroes de Berna» con quienes esperaba contar nuevamente. Fritz Walter, por ejemplo, había renunciado dos veces, hasta que lo convencieron para que volviera, pero los dolores de cabeza más grandes los proporcionó justamente Helmut Rahn, el del gol de la victoria. Rahn había empezado a beber y Herberger lo mandó a un curso de rehabilitación en Munich, pero su éxito fue relativo y Rahn tuvo después un accidente automovilístico y problemas posteriores con la policía. Fue eliminado del seleccionado, sin embargo Herberger tuvo tanta paciencia que, cuando empezó el campeonato, Rahn estaba en el equipo. Y fue justamente Rahn el que consiguió el empate contra la Argentina — Alemania iba perdiendo 1 a 0 – y después el tercer gol alemán en el mismo partido. También le dio los empates contra Checoeslovaquia e Irlanda del Norte y, por último, el triunfo frente a Yugoeslavia, en el encuentro por los cuartos de final jugado en Malmó.

Se empezó a hablar del «héroe de Suecia», como antes lo había sido de Suiza, pero el destino había previsto las cosas de manera muy distinta. La fortuna se dio vuelta en el estadio de Góteborg. cuando Alemania debió jugar contra la selección sueca. Ese día las cosas no funcionaron para nada para el once de Herberger, y el partido se perdió por un decisivo 3 a 1, inapelable.

Los 53.000 espectadores suecos provocaron con sus gritos una verdadera histeria colectiva, atronando con el «heya-heya», a un punto tal que los alemanes perdieron totalmente el control, no sólo del juego sino también de su conducta.

El nerviosismo culminó con un foul muy feo que le cometió Juskowiak a Hamrin, lo que provocó su inmediata y justificada expulsión.

Para el campeón de 1954 este mundial estaba prácticamente terminado. En el partido contra Francia tenían todavía la posibilidad de obtener un honroso tercer puesto, pero carecían ya de las condiciones físicas y anímicas para poder lograrlo. Sufrieron una derrota muy terminante – 5 a 3 – pero ese resultado no asombró a nadie.

El regreso a Alemania de ese equipo totalmente desmoralizado resultó muy distinto al de aquél de Suiza, apenas cuatro años antes. Pareció más bien una huída, a tal punto que ni siquiera se presentó al tradicional banquete de despedida, una mala costumbre de los derrotados que se vería después también otras oportunidades. La decepción del once alemán con motivo de sus últimas derrotas era muy grande, pero no justificaba esa actitud, como tampoco se justificarían las otras del futuro.

Ante la alegría de todo el país, los suecos se dispusieron a jugar el partido final, pero sabiendo de
antemano que su suerte estaba echada ante un rival que había iniciado su carrera ascendente hacia la gloria futbolística. Había llegado el turno del Brasil, el tercero de los grandes exponentes del tútbol sudamericano.

El triunfo que se les había escapado en Maracaná lo tenían ahora a su entera disposición. Llegaban al partido final como verdaderos campeones, después de una campaña impresionante, y su victoria definitiva, por 5a2, no asombró a nadie, ni a los mismos suecos.

El arte futbolístico de los brasileños no tenía parangón, y su soberana supremacía era reconocida sin limitaciones en todo el mundo. A sus equipos se les podía hacer goles, pero ellos hacían muchos más, con un juego de una precisión y una sutileza extraordinarias. Todo había nacido en el sur del Brasil, con el equipo del Santos, el puerto cercano a San Pablo, y con la presencia de un muchacho de 18 años que se llamaba Edson Arantes do Nascimento, a quien se conocería después como Pelé, el más grande jugador de fútbol de todos los tiempos.

En Suecia surgió su estrella, desde el momento mismo en que se lo hizo entrar en un partido de grupos, contra Rusia. Su juego deslumbró como sólo puede hacerlo un artista, en todos y en cada uno de los partidos, hasta que en la final frente a Suecia logró dos de esos goles que será imposible olvidar. Brasil era, por fin, el nuevo Campeón Mundial

Resumen de la Copa del Mundo Suiza 1954

MUNdial 1954
Campeón
ALEMANIA

El 4 de julio de 1954 será para siempre una página imborrable en la historia del fútbol alemán: su selección nacional se convirtió ese día, por primera vez, en campeón mundial.

Era también la primera vez que Alemania se hacía presente en el torneo después de la guerra de 1939. Todavía hoy se sigue hablando de «los héroes de Berna» y de aquel legendario gol de Helmut Rahn, convertido cinco minutos antes de terminar el partido decisivo contra Hungría.

Los aficionados alemanes le siguen preguntando a Rahn, no obstante los 24 años transcurridos desde aquel día memorable, cómo logró ese gol de la victoria: «La pelota venía de atrás, por el lado izquierdo. Allí estaba Hans Scháfer y yo observándolo, desde el centro. Sin saber por qué intuí que Scháfer tiraría un zurdazo hacia el medio y empecé a correr a toda velocidad en dirección al arco húngaro. Llegamos juntos con mi compañero Ottmar Walter y el húngaro Lorant. Este logró tocar la pelota con la frente bajándola, pero con tan mala suerte que la puso en mis pies. Creo que no ful yo sino el botín que la levantó, y cuando me dí cuenta le pegué con toda mi fuerza y el asunto terminó allí. Eramos los nuevos campeones del mundo.»

El camino hacia el campeonato fue bastante escabroso. Se anotaron 34 naciones – entre ellas no estaba la Argentina – pero sólo 16 podían clasificarse. En la rueda

previa, Alemania tenía como ad. versarios a Noruega y el Sarre, en aquel entonces como país independiente dentro de la FIFA. En el estadio de Bislet, en Noruega. el conjunto alemán vivió momentos de angustia porque apenas si logró un empate en un gol. Pero tenía asegurada su presencia en Suiza por ser el primero de su grupo. Ya en Berna, en el primer partido le tocó enfrentar a los turcos. La consigna del director técnico Sepp Herberger fue muy sencilla: «Tenemos que ganar.» Efectivamente, el partido se ganó, pero después de ir perdiendo 1a0. Para llegar al resultado final de 4a1 se debió luchar muy duramente y superar momentos de indecisión y desconfianza. El próximo rival fue Hungría, el más difícil y peligroso. Herberger se decidió por uma táctica que habría de provocar grandes críticas e inclusive insultos. Si Alemania perdía tenía que volver a jugar contra Turquía, porque las reglas de entonces lo establecían así.

Entonces Herberger decidió presentarse con un equipo de segunda categoría que perdió estrepitosamente por 8a3, ante el asombro de 25.000 aficionados alemanes que hubiesen querido colgarlo del árbol más cercano.

Pero Herberger ganó el segundo partido contra los turcos, recurriendo al equipo principal, y en esa forma aseguró su presena en los cuartos de final. El encuentro siguiente se jugó en Ginebra y el adversario fue Yugoeslavia.

En esta oportunidad se resolvió recurrir al contragolpe. «Dejen que se acerquen, decía Herberger, y después contraatacan.» A los 10 minutos Alemania consiguió un gol por pura suerte: el yugoeslavo Horvat, siempre apurado por el alemán Scháfer, terminó por vencer a su propia valla con un cabezazo. Pero a partir de ese momento los yugoeslavos comenzaron a presionar y los alemanes no encontraban ninguna salida para responder.

Recién en los últimos cinco minutos del partido pudo Rahn superar al «gato» Beara, conquistando un segundo go! que significaba el paso a la semifinal, contra Austria.

El encuentro contra los austríacos resultó sumamente fácil y Alemania triunfó por 6a1 en el estadio San Jacobo de Basilea, ante el delirio de los 30.000 aficionados alemanes que festejaban esa victoria como el episodio más natural del mundo.

Se aproximaba la hora decisiva del partido final contra Hungría. Los húngaros, con un gran equipo, llegaban a ese encuentro después de derrotar al Brasil en los cuartos de final por 4a2, y a los uruguayos, en la semifinal, por el mismo resultado.

El partido – se jugó en Berna – empezó para los alemanes como una verdadera catástrofe. Cuando el reloj marcaba apenas 8 minutos de juego el resultado era ya de 2 a 0 a favor de Hungría, a través de goles obtenidos por Puskas Y Kocsis.

La hinchada alemana se escondía atrás de sus butacas, pero su equipo tenía todavía que decir unas cuantas cosas. El ánimo renació después del primer gol alemán, conquistado por Morlock, y más aun cuando, antes de finalizar el primer tiempo, aprovechó Rahn un tiro de esquina de Fritz Walter y logró el empate.

El segundo tiempo transcurrió como un desesperado vaivén entre uno y otro arco. Los alemanes estaban agotados y se dudaba que pudiesen aguantar ante un equipo que se juzgaba el mejor del mundo.

Los húngaros se mantenían permanentemente en el ataque, sólo frustrados por la excelente actuación del arquero Toni Turek. Pero llegó ese instante decisivo del gol de Rahn y el ¡úbilo en toda Alemania no tuvo límites. Sepp Herberger y sus muchachos se convertían en héroes nacionales, conquistando una copa que parecía inaccesible. Terminaba, en cambio, el apogeo de Hungría.

Aquel día, aquel 4 de julio de 1954, murió uno de los mejores equipos del mundo y de todos los tiempos. En Budapest, los fanáticos del fútbol pisoteaban los retratos de sus ex-ídolos y con ese gesto de protesta enterraban todo un pasado glorioso.