El fútbol argentino reconoce su origen británico. Cabe imaginar entonces la repercusión que alcanzaría en el ya numeroso público que concurría a las canchas, la presencia de un equipo inglés. La ciudad descubría su honda vocación deportiva y los estadios se veían frecuentados por compactas multitudes que de tal manera aprendían a conocer un deporte que estaba destinado a ser suyo. Y que tendría luego, por gravitación, notable arraigo rioplatense.
Como referíamos anteriormente, hacia 1904 llegaron a Buenos Aires los profesionales ingleses, con propósito de competir con los conjuntos nativos y dejar sus enseñanzas.
No era una tecnificación muy elevada. pero sin dudas el hecho de no necesitar de otras actividades para subsistir que no fuera el fútbol, le daba una ventaja especial a los visitantes ante la despreocupada práctica de juego que realizaban los jugadores argentinos.
Indudablemente la gambeta, atributo principal que en el correr de los tiempos tipificó al futbolista de nuestro país, no pudo exponerse con naturalidad por entonces, dado el desequilibrio físico con respecto al europeo, específicamente británico. Aunque se esbozaron algunas maniobras estilistas para el regocijo de la tribuna.
Esa cierta egolatría que revelaba el hecho de no querer desprenderse del balón, comenzaba a identificar la imagen de nuestro jugador, realizando la gambeta como medio y no como fin, como circunstancia y no como esencia.
La primera visita fue el Southampton, precedido de pergaminos que tuvieron el apoyo de la opinión pública y de los medios overiodísticos. No cabe dudas que desde los primeros encuentros demostraron su mejor predisposición técnica en los secretos del manejo del balón. La experiencia acumulada, la capacidad competitiva y el mejor estado físico, otorgó a 1os ingleses una superioridad imposible de neutralizar por nuestras formaciones. No hubo quien pudiera vencerlos en su arrollador paso por nuestras canchas.
Quien mejores perspectivas tenía ante este conjunto era el combinado argentino, que en esa época reuniría a los mejores exponentes de nuestro fútbol.
El Southampton jugó dos encuentros ante representativos nacionales y obtuvo sendas victorias. El primero fue ante Argentinos, denominación que se le daba a un combinado integrado por jugadores de Buenos Aires y Rosario. Escasamente afortunada fue la presentación del combinado, ya que el dominio visitante se plasmó en el marca. dor final: 8-0.
Argentina se alineó así: Boardman; Brown, Leslie, C. Buchanan, Jewelles, Dickinson, Dillón, Moore, J. Brown, Forrester y F. Moore. Por su parte el conjunto inglés presentó esta formación: Crawley; Hoare, Gordon, Whitting, Dainty, Houlker, Webb, Hedley, Bluff, Frasser y Moucher. Los tantos fueron convertidos por Bluff (3), Fraser (3), Whitting y Houlker. Lo que más llamó la atención a los aficionados argentinos fue la facilidad que poseían los ingleses en el juego aéreo, convirtiendo cua: tro de los ocho tantos mediante golpes de cabeza.
Quedaba el choque con el combinado de la Liga. Y fue altamente positiva la actuación del conjunto argentino, que si hien fue superado claramente, enfrentó sin temores a un rival más poderoso, comprometiéndolo en muchos pasajes del encuentro. Incluso, ante la sorpresa general, se puso en ventaja en un tanto conseguido por Hutton a poco de iniciado el cotejo.
Creció la figura de Laforia. Hedley igualó, pero inmediata. mente Guillermo Brown coloco nuevamente en ventaja al equipo blanquiceleste. Después los visitantes sacaron a relucir definitivas en el score, Jorge sus armas y lograron ventajas Brown descontó, pero el marcador estuvo sellado. Triunfaron los ingleses, pero la actuación argentina provocó los elogios de quienes reconocieron los méritos realizados por el conjunto, dejando bien ubicado el prestigio de nuestro fútbol que iba en ascenso.
El resultado fue 5 a 3 y el Southampton afrontó el compromiso sin variantes. En tanto Argentina presentó a Laforia; Brown, Creaven, Mack, Ratcliff, Dickinson, Doges, Lennje, Hutton, G. Brown y Fugeroni.
En 1905 vino el Nottingham que mostró igualmente un juego atractivo para los aficionados. Luego el Tottenham Hospur trajo una visión menos interesante que la de sus antecesores, al igual que el Everton.
Después el Swindow Town, de Gales, menos fuerte que los equipos ingleses, resignó un empate ante el combinado argentino, que ya había vivido un notable desarrollo en todas sus líneas.
El Exeter City dio señas de solidez pero su juego no gustó al aficionado, a pesar de haberse llevado la victoria en todos los encuentros. El éxito argentino ante los «gringos» estaba cerca.
Arribó en 1914, cuando por primera vez una selección argentina pudo vencer al Torino, por 2 a 1, sobre la base del poderoso Racing Club, Fue el día que marcó un camino en la historia del fútbol argentino.