Aun después de haberse fundado la Asociación, en 1863, y dictado las reglas del juego — que luego fueron mejoradas — no era el futbol todavía un espectáculo precisamente edificante, en comparación con lo que es hoy. Veamos cómo se desarrolló el juego.
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Los equipos empezaron por alinear ocho delanteros, un medio, un defensa y un guardavalla. De ordinario, se jugaba a bolea larga, pateando desde lejos al arco, y había carreras locas y enconadas luchas por meter el balón entre los postes del goal.
En efecto, un jugador, llamado en inglés the poacher —el cazador furtivo —, tenía la misión especial de colocarse junto al guardavalla y pasar allí el tiempo a fin de que, cuando la pelota llegase cerca de la valla, pudiera poner al arquero fuera de combate. Algunas de las escenas que tales hábitos proporcionaban, parecen que eran indescriptibles. Era aquello un río revuelto en el que pescaba el mismo diablo; al decir de alguien, «no importaba la pelota, y seguía el juego sin ella.
Aquello, desde luego, no podía durar, y se apeló a varios medios para mejorar la conducta de los jugadores y depurar el juego.
Primero se estableció un sistema en que cada equipo tenía seis delanteros, dos medios, dos defensas y un guardavalla; y tal sistema dió lugar a las gambetas y pases en que tan expertos fueron nuestros antepasados. Algunos hombres famosos de aquellos tiempos consiguieron llevar el balón, gambeteando, de lado a lado del campo, a pesar de la más enconada oposición.
Las hazañas que hicieron gambeteando debieron ser tan asombrosas, que me habría gustado verlas. Pero me temo, sin embargo, que aquellos jugadores no tendrían tanto éxito en estos tiempos. Ahora, los jugadores contrarios pondrían muy pronto fin a tales proezas.
Los métodos defensivos se han desarrollado tanto, que el arte de la gambeta está desapareciendo. Es una pena, pero contra una oposición organizada es poco menos que inútil el gambeteo anticuado. Da al equipo a la defensiva el tiempo necesario para tomar buenas posiciones contra el que ataca, y elimina el importante factor de la sorpresa.
Esas tácticas perduraron hasta el año 1871, en que se estableció la Copa de la Asociación de Futbol. A partir de entonces, el juego cambió rápidamente y decisivamente.
En primer lugar, los equipos — todos amateurs y principalmente de escuelas y colegios — adoptaron la formación de cinco delanteros, tres medios, dos defensas y un guardavalla; formación que ha perdurado hasta ahora y que, en mi opinión, probablemente perdurará tanto como el juego mismo. Aquellos equipos conservaron en gran medida el gambeteo, pero también introdujeron el pase corto. Yo he oído decir muchas veces que los delanteros interiores del antiguo Corinthian solian llevar la pelota a través del equipo contrario, pasándola de jugador a jugador en combinaciones cortas, y parecia qué llevaban atada la pelota a los pies. De cualquier manera, se introdujo un nuevo estilo, que pronto se extendió por la anchura del pais.
Al pasar los años, el campeonato de la Asociación de Futbol llegó a ser un atractivo bastante provechoso para todos los cuadros de fa Gran Bretaña.
Fué un gran honor ganarlo, y como era de esperar, equipos compuestos de ex alumnos de los diversos colegios solian llevarse el premio. Cuadros como los Wanderers, el de la Universidad de Oxford, el de los Old Etonians y el de los Old Carthusians, todos buenos, predominaban en el país en aquellos tiempos, y, como sus sismos nombres indican, estaban integrados por muchachos de buena familia, pero no de buenos métodos en el juego.
Todos predominaron hasta 1879, en que el equipo de Darwen, integrado por trabajadores de Lancashire, echó a rodar las tradiciones y dió las primeras muestras del estilo que ha predominado hasta el presente.