Resumen de la Copa del Mundo Uruguay 1930

MUNdial 1930
Campeón URUGUAY

Uruguay se había propuesto celebrar el primer campeonato mundial de futbol con características que no se habían conocido antes en materia futbolística. Dos razones muy importantes lo empujaban hacía ese objetivo: las dos victorias obtenidas en las olimpíadas habían desatado en el país una verdadera fiebre futbolística y, en segundo término, en 1930 se cumplía el primer centenario de la independencia nacional.

El campeonato mundial representaba así la culminación de los festejos con que el gobierno uruguayo celebraría un aniversario de tanta: trascendencia histórica y emocional. Fue así como en un país tan pequeño se decidió construir uno de los estadios más grandes del mundo. El que se conocería a partir de entonces como el «Centenario» de Montevideo llegó a costar 400.000 pesos oro, una fortuna y un esfuerzo que los europeos no valoraron debidamente, e inclusive despreciarion con su ausencia casi absoluta.

Los holandeses fueron los primeros en anunciar su decisión de no participar, lo que motivó una airada protesta de los hinchas uruguayos frente al edificio de la embajada de los Países Bajos en Montevideo. Otra ola de indignación, no sólo en la banda oriental del Río de la Plata, sino también en toda América latina, la provocó el anuncio de que ltalia se preparaba para organizar un torneo europeo. Sólo la actividad del presidente de la FIFA, Jules Rimet, pudo convencer a unos pocos países para que emprendieran el largo viaje, logrando finalmente que Francia, Rumania, Yugoeslavia y Bélgica dieran su consentimiento.

Los cuatro equipos europeos fueron distribuidos en otros tantos grupos que formaban el esquema del torneo. Los ganadores de los cuatros grupos resultaron ser Yugoeslavia (contra Brasil y Bolivia); Argentina (contra Chile y Francia): Uruguay (contra Rumania y Perú) y – colmo del asombro – Estados Unidos (contra Bélgica y Paraguay).

El partido final lo disputaron los dos equipos más fuertes del torneo, el uruguayo y el argentino, culminando así, otra vez, una vieja rivalidad que los enfrentaba desde años atrás. En junio de 1928 se habían encontrado en la final de los juegos olímpicos de Amsterdam, triunfando por 2 a 1 la selección uruguaya que obtenía por segunda vez ese título.

Llegaban ahora al estadio Centenario después de haber ganado en sus respectivas ruedas semifinales por el mismo resultado = 6 a 1 – el Uruguay contra Yugoeslavia y Argentina contra los Estados Unidos. El encuentro definitivo, jugado el 30 de julio, provocó una verdadera orgía de entusiasmo, a pesar de que muchas butacas del estadio quedaron vacías, porque los barcos repletos de hinchas que la noche anterior habían zarpado de Buenos Aires quedaron detenidos en medio del Río de la Plata, demorados por una intensa niebla.

El equipo argentino formó con: Botasso, Della Torre y Paternoster; Juan Evaristo, Monti y Arico Suárez; Peucelle, Varallo, Stábile, Ferreira y Mario Evaristo.

El triunfo uruguayo – 4 a 2 – se debió fundamentalmente al juego de su línea media y también, como ocurriría después en otros mundiales, al apoyo de un público entusiasta, donde se notó la presencia de gran cantidad de mujeres, ubicadas dentro del estadio en zonas expresamente reservadas para el sexo débil.

Los goles argentinos los conquistaron Peucelle y Stábile, ambos en el primer tiempo, que terminó con el triunfo parcial del seleccionado argentino por 2 a 1. En el segundo período la reacción uruguaya fue notable, lo que le permitió obtener tres goles a pesar de que la Argentina se mantuvo en la ofensiva durante unos cuantos minutos.

Cuando el resultado favorecía ya a los uruguayos por 3 a 2, la posibilidad del empate se hizo presente en varias oportunidades, hasta que un cabezazo de Castro desniveló definitivamente el resultado consagrando al primer campeón mundial de fútbol. El entonces famoso referí belga Langenus comentó: «No cabe duda que al ganar Uruguay ganó el mejor equipo de fútbol del mundo». En todo caso, para dar razón a esa opinión, el ganador podía exhibir los títulos que había obtenido en las olimpiadas de París, en 1924, y de Amsterdam, en 1928.

Entre tanto, los europeos comenzaban a preguntarse si el Uruguay, realmente, tenía el mejor equipo de fútbol del mundo. Se planteaban ese interrogante en momentos que los austriacos empezaban a conocer su apogeo, y cuando Inglaterra apenas si había perdido un sólo partido en encuentros internacionales, el jugado un año antes en Madrid contra el seleccionado español.

De todas maneras, y esto no admitía discusiones, Uruguay entraba en los anales de los Campeonatos Mundiales de Fútbol como el primer poseedor del título. Además, y contra todos los presagios, el pequeño país había logrado un éxito económico apreciable, con un superavit de 60.000 pesos oro, resultante de ingresos que habían sumado 260.000 pesos contra gastos que no superaron los 200.000.

Se excluían, por supuesto, las inversiones -exigidas por la construcción del estadio Centenario, escenario hasta hoy de famosos encuentros internacionales.

Para la Argentina, su actuación en 1930 sería la mejor a través de muchos años (hasta 1978). Desde entonces, hasta 1974, jugaría 40 partidos, entre preliminares y rueda final, llegando a los cuartos de final únicamente en Londres, en 1966, y en Alemania, en 1974.

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