A partir de la constitución de la AFA como único rector del fútbol argentino, cuyo primer período presidió el distinguido médico, y posteriormente renombrado cirujano plástico a nivel mundial, Ernesto F. Malbec, se desarrolla un período de estabilidad institucional, de avances en lo deportivo y social de los clubes profesionales y de mayor integración con ligas y clubes del interior. En sucesivas etapas se van introduciendo reformas y modificaciones en el estatuto, los reglamentos, las penalizaciones y la organización de los árbitros, así como el avance del consultorio médico.
Dos figuras señeras morían en 1936 y la AFA les rendía un merecido homenaje. Se trataba del dirigente Alejandro Watson Hutton, el 9 de marzo, y del legendario jugador de Alumni, Jorge Brown, el 3 de enero. River se consagraba campeón. El año siguiente, de parecidas alternativas y con River otra vez campeón, fallecía en Gran Bretaña otra gloria de la dirigencia del fútbol argentino: Francis Hepburn Chevallier Boutell. Sobre el final, una diferencia con la Confederación Sudamericana desembocaba en un conflicto y en la desafilíación de la AFA, que se reafiliaría en 1940.
Un año antes, o sea en 1939, se registraron varios hechos sobresalientes: se concretó la afiliación directa de Newellºs Old Boys de Rosario y Rosario Central, se redactó el reglamento para la designación de árbitros y, posteriormente, se creó la Academia de Referees, a la vez que se decidía, mediante crédito hipotecario, la construcción del nuevo edificio en la calle Viamonte, al que un año antes (1938) se había anexado el lote numerado 1366, adquirido con ese fin.
Con 1940 llegó la inauguración del estadio de otro grande: Boca Juniors. Se contrató a tres árbitros británicos y a mediados de año se concreta el reingreso a la Confederación Sudamericana. En octubre, y en un acto trascendente y público -día 29, hora 19-, se colocó la piedra fundamental del edificio de la AFA, que abarcaría -y aún hoy abarca los números 1366, 1372 y 1376 de la calle Viamonte de la Capital Federal. El discurso del presidente de la AFA, Adrián C. Escobar, constituye no sólo un documento, sino una real pintura de esa actualidad institucional y deportiva.
Veamos algunos párrafos de su mensaje: “Colocamos hoy la piedra fundamental del nuevo edificio que la Asociación del Fúlbol Argentino levantará sobre el mismo solar en que durante 16 años ha tenido su sede y por la cual han desfilado muchas figuras ilustres de la intelectualidad argentina, que a la vez fueron destacados cultores del deporte. En su modesta sala de sesiones, que por muchos motivos podríamos calificar de histórica, se han realizado actos y asambleas en las que el deporte ha salido prestígíado por medidas oportunas inspiradas en sanos propósitos de bien público y mejoramiento, que tonificaron las voluntades de los asociados y les dieron nuevos bríos para llevar a la práctica ideales largamente acariciados”.
Tras ponderar la amplitud de horizontes motivada por las gratas perspectivas de unidad de los deportistas, vaticinó que el nuevo edificio, magnífico por su concepción y caracte1ísticas, se convertin’a en el “hogar de los futbolistas”, y en él tendrían acogida sus ideas, iniciativas y observaciones.
A continuación, el Dr. Escobar añadió: “Estamos muy distantes de los días iniciales del año 1893, en que se creaba la primera Asociación de Fútbol. Desde entonces, ¡cuántas transformacíones, cuántas vicisimdes, cuántas incertidumbres ante la confusión ambiente! Hasta que por evoluciones sucesivas aquel débil organismo se ha transformado en una sólida y respetable institución, que sintetiza las más elevadas finalidades del deporte en lo social, cultural, educativo y patriótico.
”La Asociación del Fútbol Argentino -sostuvo en otro de los párrafos salientes de su discurso tiene obligaciones ineludibles, y en primer término el de imprimir un nuevo ritmo al deporte, más en armonía con el grado de perfeccionamiento que se ha alcanzado en el mundo en estos últimos años. Es para mí una honra singular echar las bases del nuevo edificio colocando la piedra fundamental de la Sede del Deporte, bajo su numen tutelar y allá, desde la inmortalidad, el verá que los que nos quedamos nos sentimos orgullosos de continuar la brillante tarea que emprendiera señalándonos el cumplimiento de un sagrado deber”.
Una respuesta a «1940, El progreso de la AFA»