Dijo un día Américo Tesoriere: “Yo vi jugar a Watson Hutton y puedo asegurar que su juego no está lejos de ser idéntico al que se da por llamar moderno…”
¿Y quién puede dudar de las palabras del gran «Mérico»?
Arnoldo, hijo de Alejandro, pionero de nuestro fútbol, debutó en el glorioso Alumni en 1902. Su actuación fue interrumpida por frecuentes viajes a Europa.
Puedes leer aquí: Nace Alumni, la génesis del fútbol argentino.
Su juego lo mostró como original y artífice de una modalidad que inmediatamente tomó cuerpo en los equipos de la época. Su fama ha sido relatada en cien escritos y hasta el cinematógrafo intentó mostrarlo en la pincelada de la realidad de su tesón e influencia dentro de la actividad del fútbol argentino.
Fue el romántico de nuestro fútbol, acorde con la época. Internacional y auténtico animador de aquellas luchas que fueron preámbulo de miles de jornadas gloriosas. Obliga al anacronismo para ubicarlo en el panorama de nuestras auténticas figuras. Los eternos admiradores de su tiempo lo mostraban como “el fantástico””, “el cerebro”, “el demoledor”.
Fue una astilla cabal del fundador del English High School (Alexander Watson Hutton) y fue así que a los 15 años sus limitaciones de edad desbordaron las ganas de jugar al fútbol, hasta que el “Colorado” Mack le dijera: “No importa que seas chico, ponete esos botines y yo lo convenceré a tu padre para que te permita jugar”.
Puedes leer aquí: Alexander Watson Hutton, El padre del Fútbol Argentino.
Y el debutante se ubicó en la línea de ataque contra Jorge Brown y Eugenio Moore. Finalizado el partido, Arnoldo Watson Hutton había captado el corazón de los aficionados; había nacido un nuevo astro de fútbol de quince años, cuya trayectoria se extendería luego a través de los años en la exhibición permanente de virtudes de auténtico campeón.
Puedes leer aquí: Jorge Gibson Brown, el Primer Gran Jugador Argentino.