Sin duda el llamado desastre de Suecia fue el factor preponderante de 1958 y el que abrió una encendida polémica y llamativa confusión en el plano futbolístico, que se prolongó por varios años más. Entonces se cumplía un trienio de la fecha “del restablecimiento de la autonumía legal de la institución”, según reza en la Memoria de la AFA, que tras exaltar que “la dirección del fútbol se movió libre de motivaciones que influyeron en épocas recientes”, afirma que los éxitos alcanzados “quedan sumergidos ante el fracazo que significó la intervención en la rueda fínal del VI Campeonato del Mundo“.
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La AFA destacó ese año una gestión exitosa en materia arbitral, cumplida en terreno “actualmente en manos exclusivas de la Escuela de Arbitros dependiente del Colegio de Árbitros, luego de diez años de arbitrajes a cargo de árbitros extranjeros, cuya paulatina sustitución por argentinos ha sido uno de los frutos de la perseverante acción de quienes tuvieron a su cargo la dirección del Colegio”. Finalmente se aconsejaba incrementar el Fondo de Reserva al reiterarse una merma de las recaudaciones, imputándose el déficit producido a algunos partidos intenacionales no realizados y a la no recepción de los beneficios económicos por la participación en el Mundial.
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Aunque un año después (1959) aún se mantenían los ecos por el fracaso de Suecia, una suerte de brisa renovadora produjo la competencia internacional. La conquista del Campeonato Sudamericano -en el que participó el flamante campeón mundial, Brasil en nuestro país y un nuevo lauro en el fútbol panamericano realizado en Chicago, junto al pase a la segunda rueda de la clasificación para los Juegos Olímpicos, conformaron ese panorama alentador, si bien otro Sudamericano -extra, a fines del mismo año nos dejó como escolta de Uruguay. El ejercicio económico, ya con el ingreso por el Mundial de Suecia, arrojó superávit mientras que, después de cuatro años en baja, la venta de boletos registraba un aumento.
Amplios y detallados informes del Consejo Federal y del Consejo de Administración de la Caja de Previsión coincidían en señalar los obstáculos de orden económico -propios de la época- para el mejor desenvolvimiento de sus tareas. Y se daba especial relieve al 30º aniversario de los Consultorios Médicos, así como de los anexos de Rosario y de Santa Fe, difundiendo un amplio cuadro de los servicios entre 1945 y 1958.
Un superávit económico, especialmente por los partidos internacionales ya que hubo merma en la venta de boletos, y una intensa actividad internacional fueron los factores sobresalientes de 1960. El equipo juvenil argentino que ganó brillantemente la eliminatoria en Perú para los Juegos Olímpicos de Roma, ya en la capital italiana, perdió en el debut y, aunque logró dos triunfos con posterioridad, no pudo pasar a la ronda final.
El balance del Seleccionado mayor indicaba diez triunfos, tres derrotas y un empate, incluyendo el logro de la clasificación para el Mundial de Chile en 1962, además de la victoria sobre España en nuestro país. Además, 1960 marcó el comienzo de la Copa de Campeones -Copa Libertadores de América durante la cual San Lorenzo de Almagro fue eliminado por Peñarol de Montevideo en semifinales.
Al reseñar las actividades, la AFA consigna en su Memoria que “las poco convincentes actuaciones tenidas en algunos de los partidos ganados señalan que la evidente etapa de transición que sufre el fútbol argentino no ha finalizado aún”. El Campeonato de Primera División, luego de más de una década, vio a Independiente inscribir nuevamente su nombre de campeón. Después de la seguidilla de River, los campeones fueron Racing (1958) y San Lorenzo (1959).
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Pero también 1960 trajo el intento, liderado por River y Boca, de instituir el llamado fútbol espectáculo, que implicaba una drástica reducción de los clubes de Primera. Ese año mostró más secuelas del fracaso de Suecia, pues hubo invasión de jugadores extranjeros, especialmente brasileños, uruguayos y paraguayos.
Una respuesta a «1958, del desastre argentino en Suecia a la renovación»