Continuando con lo narrado en El Origen del Fútbol en el Mundo. Parte 1, los establecimientos educacionales ingleses, con su constante inquietud por el desarrollo del juego, y más allá de las secuelas que dejaron persecuciones reales y edictos religiosos, además de la violencia engendrada en reglas distintas durante la primera mitad del siglo pasado, hizo del fútbol uno de los deportes más populares.
Es así que la labor de los colegios de Harrow, Cambrydge, Oxford, Eton y Chaterhouse, entre otros, le fue encontrando reglas coincidentes y propició incluso el desarrollo en lugares cerrados, a pesar de los muchos tropiezos con jugadores inclinados a usar las manos. los tackles, las zancadillas y los forcejeos propios del rugby.
En 1850 nace el primer club de fútbol, Shefñeld Club, al que seguirían otros en la misma década con la convicción de los dirigentes de la necesidad de uniñcar reglas que tendría mayor concreción en la década siguiente.
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Es a partir de 1860 cuando se fijan los equipos de un máximo de 11 jugadores. la duración de 105 partidos en 60 minutos y una ley del fuera de juego. Dos años más tarde, le fue encomendada la redacción de un reglamento a un viejo y sabio profesor del colegio de Uppingham, quien dio forma a diez reglas que rápidamente fueron aceptadas y difundidas.
En 1863 el secretario del Barnes Club de Londres, R. G. Graham, envió una circular a clubes y colegios, dando cuenta de que el reglamento adoptado por esa entidad “había sido liberado de peligros innecesarios y retenía. no obstante, lo más científzco e interesante de todos los juegos en boga”. No pasó mucho tiempo, pues en octubre de ese año, en una reunión celebrada en una taberna londinense, se creó la Football Association, producto de la decisión de doce clubes que derrotaron por mayoría notable a quienes postu1aban el rugby. En síntesis, juego con los pies y no con las manos sobre juego con pcs y manos, entre otras cosas.
No fue fácil sin embargo, y menos aún en breve lapso, concretar que aquellas reglas fueran unánimemente aceptadas, del mismo modo en que tantos ingleses -o británicosque llevaban el juego a todo el mundo no tenían una idea coincidente de esas reglas, cuando no las mezclaban con las de idiosincrasia rugbística.
Fueron años de abiertas polémicas por esa falta de unanimidad, a pesar de ser la Football Association la autoridad en materia de reglas y de que un mes después de la reunión fundacional se consultara a los representantes del rugby. No hubo acuerdo, por lo que cada asociación siguió su camino. En esos tiempos, en que de acuerdo con las normas que se aplicaba en distintas partes se podrían haber elaborado seis reglamentos, sólo la regla del off side tenía mayor aceptación; no obstante, también empezó a sufrir cuestionamientos y la Asociación de Sheffield, que nucleaba & 16 clubes, directamente la eliminó. Las desastrosas consecuencias, en lo deportivo y en lo físico, determinaron la reimplantación de una regla considerada fundamental en el fútbol: la del offsíde o fuera de juego.
Habrían de transcurrir varios años hasta que llegara la deñnitiva organización reglamentaria. En 1886 la Asociación Escocesa cuestionó a la Football Association, oponiéndose a que legislara sobre el juego. e Irlanda y Gales insistieron en tener sus propias reglas. Vio la luz entonces la International Football As.wciaííon Board. comité conformado por Inglaterra. Escocia, Irlanda y Gales. al que más tarde se sumaron delegados de la FIFA. Así quedó constituido el organismo que posee autoridad suprema para reformar las reg1as del juego que rigen en todo el mundo. Son diez votos en total. a razón de dos por cada entidad. y no se concreta ninguna decisión si no es con 8 de esos 10 votos en su única reunión anual, el segundo sábado de junio.
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Partiendo de que el primer reglamento se conoció en 1863 y la International nació en 1886, la constante del organismo fue una férrea posición conservadora, eligiendo siempre un estudio prolongado y profundo antes de determinar algún cambio. No obstante, durante los primeros años tomó rápidas decisiones como la colocación del travesaño en los arcos, la medida de éstos y la utilización de un árbitro para aplicar las leyes, al que poco después proveyó de un silbato, pues hasta entonces el juez ordenaba el juego de viva voz.
(Fuente: Cien años con el fútbol)